prólogo.

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Una Irene de veintidós años se encamina hacía la oficina de su padre

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Una Irene de veintidós años se encamina hacía la oficina de su padre. No sabe que le espera allí adentro, si algo tenía su padre aparte de estricto, era que nunca se sabía con exactitud su siguiente movimiento. Tal vez, así consiguió ser uno de los mayores empresarios del país.

– Adelante hija. Tengo que hablar contigo.

Irene toma asiento frente a su padre, y de repente se sintió pequeña.

– Primero que todo, ¿cómo va la universidad?

– Bien, papá. –comentó orgullosa. – Estoy siendo mejor promedio otro año.

– No podía esperar menos de una Bae. Te críe para que triunfes hija, y eso es lo que harás. No sé si ya sabías que quiero dejarte la compañía, todo quiero dejarlo a tu nombre.

Irene tenía un hermano mayor, Xiumin, el que todos pensaban que iba a ser el sucesor de todas las responsabilidades y dinero de su padre. Lo cierto era que su hermano carecía de toda responsabilidad a diferencia de ella, que se tomaba muy en serio la empresa familiar. 

Aún así, y conociendo a su padre, le sorprendió que haya escogido una mujer para continuar su legado. Siempre pensó que pondría a su mano derecha.

– Oh, – balbuceó – eso es un honor para mí, padre.

– Cómo sabrás, va a ser mucho más complicado para ti. Eres muy joven, y una mujer, vas a tener que ganarte el respeto de todos. Carácter, hija, es la clave de todo.

Irene tomaba notas mentales de todos los consejos que su padre le daba. Ella quería la empresa, ella quería ese poder, y se lo merecía. No iba a dejar que nadie le quitase lo que tanto deseó desde que era apenas una niña. 

Y así fue como, años después, Irene fue apodada "la jefa del inframundo".

polos opuestos ; seulreneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora