capítulo veintidós: náuseas.

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nota: llegamos al puesto #2 en seulrene ayer añdlld:( muchas gracias por todo el apoyo que le dan a la historia<3.
esta semana iré actualizando los días que restan como regalo y agradecimiento~

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Irene bajaba las escaleras llegando al salón principal, espléndida. Seulgi la seguía de atrás, media ausente pero sin evitar que se le estirará la comisura de los labios.

Mariposas, relámpagos, electricidad. Saber que Irene sentía algo por ella la descolocaba por completo.

Sentía que muchas cosas se le habían pasado por alto.

¿Qué sentía Irene por ella?

¿Por qué nunca se dio cuenta?

Su jefa rápidamente se puso a hablar con mil personas, agarró una copa y dio largos tragos. Seulgi se sintió algo cohibida, quizás sin poder procesar todo tan rápido como Irene.

El momento de desnudez emocional que tuvo Irene minutos antes parecía quedar en el olvido con rapidez. Parecía que nada le afectaba a su jefa, o no tan profundamente como a ella.

Joy, sostenida por Sunmi que la llevaba en sus hombros, apareció de atrás dándole un golpe en el trasero.

−¿Dónde estabas Seulgi? Hace rato no te veo. − Joy estaba, muy claramente, ebria. Sunmi la miraba como pidiéndole ayuda.

−¿Vamos? Ya me hartaron los zapatos. − sugiere Seulgi, Sunmi asiente y Joy hace pucheros.

−Agarren un vino de por ahí díganle al señor que luego le pagamos. − Seulgi tuvo que agarrar a Joy del otro lado, todo tratando de no quedar muy obvias para el resto de la fiesta.

Los demás miembros de la empresa parecían estar haciéndolo genial. −Seulgi, avísale a Irene que ya nos vamos. − le pide Sunmi, y si, ella era su secretaria después de todo.

−¿Irene? Ya nos vamos. − le comunicó a su jefa con un suave toque en el hombro. Irene deja de hablar casi al instante y se da vuelta, mirándola con ojos brillantes.

−Espérenme. − dijo simplemente, viendo que todas las personas estaban abandonando la mansión.

Cuando Seulgi iba a volver con Joy y Sunmi, el mismo hombre que la miraba fijo hacía algunas horas se interpuso en su camino. Seulgi inmediatamente se puso nerviosa. El hombre hablaba y hablaba, pero ella no comprendía. Y tampoco sabía cómo decirle que se aleje, aunque su rostro debía de ser suficiente.

Cuando el hombre, quién medía probablemente dos cabezas más que ella – incluso usando tacos −, fue tomando proximidad posando una de sus manos en uno de sus hombros para atraerla, hizo que se paralizará del miedo, sin saber que hacer. Para su suerte, Joy y Sunmi se pusieron frente al hombre y, su tan cariñosa amiga, le dio un puñetazo.

Hubo un ruido sordo por unos segundos, seguidos de los "Oh" al unísono de todos en la fiesta. Seulgi sentía que todo le daba vueltas y había tomado solo una copa de ese vino tan costoso. Joy seguía riendo a carcajadas, y Sunmi se tapaba la cara de vergüenza. Irene aparecía en la escena, con el rostro imposible de descifrar, pero no era difícil de adivinar que no estaba feliz. Habían ido a esa fiesta con un objetivo, dejar bien parada a la empresa, y la culpa empezó a migrar en el estómago de Seulgi rápido como dinamita.

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