capítulo once: japón (parte 3)

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pov

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pov. Seulgi

Necesitaba despejar mi cabeza. Luego de pasar un tiempo en mi cuarto, notificarle a Wendy que seguía viva y preguntarle a Joy porqué hablaba de mí con Irene, decidí salir a recorrer un poco Japón. Tokyo estaba poblado de gente, y realmente parecía ser la ciudad que nunca duerme. Me guié con mi móvil y fui caminando hasta el barrio 'Akihabara', donde había leído tenía la cuna de los mangas y tenía que ir, aún tenía un par de horas para volver.

Todo allí brillaba, y estaba repleto de colores. Había mucha gente, pero mi emoción no disminuyo. Sentía que era lo más cercano al paraíso, además, había muchísimas tiendas para comprar lápices y hojas que en mi carrera me hubieran servido mucho. Me aseguré de sacar fotos de todo, sabía que a Wendy le iban a gustar.

No había llevado tanto dinero, así que decidí recorrerlo todo, incluso los lugares menos transitados, con la esperanza de encontrar precios más accesibles. Finalmente, y luego de una larga caminata, di con un lugar hermoso, donde además de mangas vendían disfraces, cuadernos, libros, etc.

Una chica rubia muy bonita y sonriente se acerca a mí y me pregunta algo en japones, con un tono amable. – ¿Inglés? – pregunté, ella sonríe y asiente.

– Hola, ¿Qué estabas buscando?

– Hola, ¿Cuánto está el block de hojas grandes?

– 2 dólares.

– Wow, que bien. – digo feliz, agarrándolo y empezando a caminar en la tienda – ¿Y éstos lápices? – Eran unos que en Corea se me hacían imposibles comprar.

– 5 dólares. – responde – ¿Te gusta dibujar? – indaga en un tono suave –

– Oh sí – digo amablemente – Soy de Corea, tuve que dejar la universidad de Artes, pero voy a volver.

– ¿Es caro, verdad? – indaga – He ido a Corea una vez. Son todos muy serios.

– Tienes razón – río un poco – Me llevo los lápices también. ¿Qué precios tienen los mangas?

Ella me indica que la siga, mientras nos acercamos a dicha sección. La verdad me pareció muy dulce, y me preguntaba si en Japón suelen ser así de amables. – De precios hay de todo, tenemos éstos. ¿Buscas algo en específico? – Asiento y le preguntó por mi favorito, que solo había leído online, y no pensaba ordenarlo por internet. – Oh, sí, llegan en la siguiente tanda. Tienes suerte porque mañana estarán aquí. Si quieres puedo guardarlo para ti.

– Sería genial, gracias. – me sonríe – También, creo que estoy perdida, tengo que volver al Hotel Aman.

– Uh, eso es algo lejos de aquí. – me dice – ¿No tienes nadie que pasé a buscarte?

– Eh.. no, o sí, no sé, estoy en un viaje de negocios. – escuchó que suelta una tierna risa –

– Viajes de negocios, ¿Y estás aquí?

– Lo sé – me río – Nunca imaginé trabajar para una empresa. – Saqué mi celular y cuando vi la hora casi me desmayo. Faltaban veinte minutos para las seis. Tragué duro. – Dios mío, es tardísimo.

– Tranquila, te pusiste pálida. – la tierna chica me habla en su característico tono suave, y por lo menos hace que mi estómago deje de dar vuelta – No es tan lejos, pero sí para ir caminando.

– Okay. – suspiro pesadamente, de nuevo voy a perder la dignidad – Voy a llamar a alguien.

– Está bien, ¿Hasta cuando te quedas? – Indaga –

– Me voy dentro de dos días. – respondo, mientras empiezo a llamar Irene. – Discúlpame un momento, por favor.

– Sí, voy armando tus cosas. – me dice mientras le entrego el block de hojas y los lápices, y me dice las indicaciones del lugar.

– ¿Seulgi? ¿Pasó algo? – responde Irene casi de inmediato, y es que era extraño que supuestamente esté en la habitación frente a ella y la esté llamando –

– Eh.. sí – digo – Resulta que salí a dar un paseo. Y me perdí. – cerré los ojos esperando una buena y merecida regañada por ser tan estúpida y un mínimo 'Estás despedida' porque ya se hacía tarde, pero Irene mantuvo el silencio por unos largos segundos.

– Bueno, ¿Qué tan lejos estás? – Indaga, y le digo la dirección que me había dicho la chica de la tienda – Estaré en unos minutos.

– Gracias Irene, y lo siento. – estaba muy apenada –

– No es nada. – me dijo en un tono sorpresivamente tranquilo, y cuelga.

– Aquí están tus cosas. – me informa la chica, mientras procedo a pagar. – ¿Vienen a buscarte?

– Sí, gracias por las indicaciones. ¿Cuál es tu nombre?

– Sana, ¿El tuyo?

– Seulgi. Nos vemos mañana, o pasado, si es que no me despiden. – ambas reímos – Muchas gracias por todo, en serio.

– No es nada, ¿Al menos te gusto lo que viste de Japón?

– La verdad es que sí, ojalá pueda volver. – dije sinceramente, porque me había encantado lo poco que había recorrido. Escuchó una bocina tocar detrás mía, y un auto enorme negro estaciona en la entrada. – Me voy, de nuevo gracias Sana.

– Suerte Seulgi, nos vemos. – se despide con su linda sonrisa que casi hace que me olvide de que tuve que pedirle ayuda a mi jefa cuando tendría que ser al revés.

Cuando subo al lujoso coche, Irene me mira a mí y luego a la bolsa, aunque no logró descifrar su mirada, como siempre. Se había cambiado de atuendo a uno menos formal, pero seguía siendo elegante. – Lo siento tanto, tanto, de verdad no esperaba que se me pasarán las horas así, en un momento sabía donde estaba pero seguía caminando y no mire..

– No te preocupes, Seulgi – me interrumpe y pienso lo mucho que me gusta que diga mi nombre – Es imposible no perderse en Japón. Hay tanta gente y tanto por ver. – me dice en un tono compresivo –

– No volverá a pasar. – aseguré –

Irene simplemente asiente, y nos dirigimos al evento. Estaba nerviosa, pero sentía que peor vergüenza que la de recién no iba a pasar, así que eso me calmo un poco. Cuando llegamos, ya habían bastantes personas. Mi jefa fue rápidamente abordada por muchos empresarios, interesados en invertir. Se notaba más animada, así que supuse que había dormido.

– Hola. – se acerca una chica, hablándome en coreano – ¿Eres la secretaria de Irene? – No podía decir si su tono era amable o no, y no quería volver a pasar por una situación similar a la que tuve en los pasillos con aquel idiota.

 – se acerca una chica, hablándome en coreano – ¿Eres la secretaria de Irene? – No podía decir si su tono era amable o no, y no quería volver a pasar por una situación similar a la que tuve en los pasillos con aquel idiota

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polos opuestos ; seulreneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora