capítulo diez: japón (parte 2)

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 pov

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pov. Seulgi

La reunión duro muchísimo, casi tres horas. Había un montón de personas, algo que me sorprendió, inversores de todo Asia. Mientras mi jefa exponía sus ideas y yo presentaba las diapositivas que había armado, noté la seguridad con la que Irene hablaba, aunque podía notar que todos estaban un poco distraídos con ella, mi jefa logró llevarse algunas propuestas. Lucía feliz, pude ver cuan importante es la empresa para ella, realmente quería lo mejor y era muy cuidadosa con sus negocios.

De camino al hotel, veo en un enorme reloj dorado y brillante la hora, una de la tarde. Instintivamente y sin poder evitarlo, mi estómago sonó. Fue un sonido leve, pero lo suficiente alto para que Irene me mirará y yo esperaba morirme en ese mismo instante.

– Ya es hora de comer, ¿Comemos juntas? – 'Juntas'

– Sí, claro – respondo tratando de parecer calmada.

Nunca había comido con Irene en el mes que llevaba allí, siempre comía con Joy o sola. La idea de tenerla frente a frente me ponía nerviosa. Cuando llegamos al lujoso hotel, fuimos a la parte del buffete, todo esto guiada por Irene quién al parecer ya lo conocía. Nos acomodamos mientras pedíamos para comer. – No entiendo nada. – digo simplemente, porque estaba todo en japónes.

– ¿Te gusta el sushi? – me pregunta luego de reírse un poco, y yo, como era de esperar, ya estaba colorada –

– Me encanta. 

– Bueno, pidamos eso. – dice sin ni siquiera mirar la carta. Cuando vienen a anotar la orden, Irene ordena en un perfecto japónes. Note lo dominado que lo tenía en la reunión, incluso sorprendiendo al resto. – ¿Qué te pareció la reunión?

– Fue larga, pero estuvo bien. No es tan terrible como pensé, aunque estuve nerviosa todo el tiempo.

– No se notó. – me calma – Pero las otras secretarias te miraban mal.

– Sí, me di cuenta. – me alcé de hombros – Tienes razón, todos son así de idiotas.

– Lo son. – ríe levemente, ella se veía tan calmada – Pero está bien, así funcionan los negocios.

– La verdad nunca pensé que iba a estar en un lugar como este. – admito – Creo que la habitación es mi departamento entero.

– Es hermoso, sí. – concuerda, aunque yo sabía que debía estar acostumbrada a esos lujos. Bajo esas luces elegantes doradas del hotel, Irene lucía incluso más poderosa. – Ya sé lo que estás pensando. – suelta luego de unos segundos en silencio –

– ¿Qué?

– Bueno, que estoy acostumbrada a todo este.. lujo. – clava sus ojos oscuros en los míos, y casi tiemblo – Y es verdad. – dice con simpleza, tanta que hasta me hace reír.

– ¿Qué hubiera pasado si no conseguía reservaciones aquí y teníamos que ir a un hotel de dos estrellas? – pregunto hipotéticamente

– Uf, eso es imposible. Siempre hay habitación para los Bae. Y si no hay, la consigo. – sin darme cuenta me muerdo el labio. Ella suena tan segura. –

Claro que la consigue, puede conseguir todo lo que quiere.

– Cierto, fue una pregunta muy estúpida.

La comida llega y me doy cuenta la cantidad de sushi que pidió Irene. No pensé que ella comiese tanto, y si bien era una buena cantidad que en cualquier otro momento me hubiese devorado en cinco minutos, no entraba en mis planes comer como un cerdo frente a mi jefa.

– Wow, es un montón. – digo, Irene me mira ¿divertida? No lo puedo descifrar –

– Joy me dijo que comías mucho. – suelta como si nada, alzándose de hombros. Por alguna razón sentía que estaba pálida, ¿Qué más le habrá contado Joy? Dios santo.

– Ah – digo, mientra agarro los palitos. Daba igual, iba a comerme todo. – Dios es el mejor sushi que he probado.

– Lo es. – concuerda – Siempre pido eso, ni veo lo que hay en la carta.

– Gracias por esto. – dije mientras iba como por mi roll número 14.

– Veo que te gusto. – me dice, y me sonríe de una manera muy linda, sin mostrar los dientes. Una sonrisa simple que hace que casi me ahogue por olvidar como masticar. Ella había dejado de comer hace rato. 

A veces me preguntó si hay algo de dignidad en mí, Wendy me burlará de por vida si le cuento que comí desenfrenadamente frente a mi jefa.

Pero no me arrepiento, una oportunidad así no hay dos veces en la vida, además me gané una hermosa sonrisa que me va a dejar fantaseando lo que resta del día. Por lo menos, lo tengo asumido.

Asiento y sigo comiendo, muy tranquila. Ya no había nada que ocultar respecto a mi apetito que siempre fue mucho, aunque no ganará mucho peso. Wendy me suele llamar barril sin fondo, y estoy totalmente de acuerdo. Cuando nos levantamos, Irene me mira de una manera suave, y deduzco que es por su cansancio. – Más tarde tenemos el evento, ¿No? – me pregunta, y yo solo quiero decirle que vaya a descansar. 

Los eventos de gente importante, con empresas o con ganas de invertir, suelen ser para hacer contactos, conocer más de la competencia y del mercado, ver donde se ubica la empresa, etc. Claramente tuve que estudiar conceptos básicos de estos viajes antes de pasar (incluso más) vergüenza. 

– Sí, a eso de las seis. 

– Okay. – asiente – Te veo a esa hora entonces. – su tono es suave, sus ojos también. Me pregunto si así actúa cuando está cansada.

Asiento y nos dirigimos a las habitaciones. Su perfume hoy es diferente, pero sigue siendo su estilo. Cuando la veo entrar, pienso en lo linda que es cuando sonríe. Y también me di cuenta de lo difícil que era para mí estar con ella durante tanto tiempo.

 Y también me di cuenta de lo difícil que era para mí estar con ella durante tanto tiempo

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polos opuestos ; seulreneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora