capítulo dos: primer día.

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Encontrar ropa de oficina en su clóset lleno de prendas de estilo urbano fue todo un reto

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Encontrar ropa de oficina en su clóset lleno de prendas de estilo urbano fue todo un reto. Al final tuvo que socorrer hacía Wendy, quien gustosa le presto unos jeans negros apretados, una camisa de seda blanca, uso el único cinturón clásico que tenía, junto a unos zapatos formales pero femeninos. No se sentía cómoda, pero gracias a la rápida ojeada que le había dado a los empleados de la empresa, supo que tenía que vestir así cada día. 

Así que el día lunes, a las cinco de la mañana, estaba parada fuera del edificio con el único saco largo formal que tenía, que le llegaba hasta las rodillas, y agradeció más que nunca eso por el frío que estaba haciendo. Escuchó el sonido de un auto, y efectivamente era su jefa.

– Buen día. – saludó Seulgi, disputa a mirarla lo justo y suficiente para no quedarse babeando

– Que puntual señorita Kang – elogia – Tengo que hacerte un par de llaves para que entres al edificio, por cualquier emergencia. – Seulgi simplemente asiente, mientras sigue a su jefa hacía el ascensor.

Ese día, Irene llevaba unos jeans apretados, unas botas negras con tacón que le llegaban hasta las rodillas, un suéter negro que le cubría todo el torso medianamente corto, y el cabello lacio y brillante se balanceaba levemente entre sus hombros. Seulgi le dio una ojeada completa, pero parecía que Irene estaba acostumbrada a las miradas, porque ni se mutó.

Su jefa caminaba con elegancia, todo de ella destilaba que tenía dinero y poder, incluso si no fuese muy alta, parecía ser un detalle menor para ella. Y claro lo era para Seulgi, que solamente la seguía de atrás como un perro a su amo.

Irene abre la puerta de su oficina, y la deja abierta indicándole a la menor que entrase. – No cierres la puerta, te voy a mostrar donde tienes que hacer el café. – indicó, dejando su abrigo en el perchero de su oficina – Si quieres puedes colgar tu saco aquí – Seulgi obedeció, al notar la calidez que había dentro del edificio –

– Bueno, tu oficina es está – señala, mientras salían de la gran oficina de Irene, y se encontraban con lo que ella había llamado "sala de espera" en su momento, aunque ya no estaban más las sillas. En su lugar, había un elegante escritorio. Seulgi estaba un poco encimada con la cantidad de lujo que suponía ese lugar. Todo era blanco, limpio y tenía detalles negros que lo hacía elegante.

Su oficina tenía una entrada de vidrio, a diferencia de la Irene que se encontraba atrás. Por lo que, podía ver el piso entero. – Vaya. – se le escapó y se reprendió mentalmente, pero Irene ya la estaba guiando a la cafetera. 

– ¿Sabes usar la cafetera, no?

– Sí.

– Genial. Todas las mañanas quiero que lo primero que hagas sea preparar café. No funciono sin él. – comenta, Seulgi asiente e inmediatamente comienza a medir las cantidades. – Por supuesto, puedes hacerle uso. – comenta viendo la poca cantidad que ponía la menor.

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