capítulo uno: polos opuestos.

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 Otro día ajetreado en la vida de Irene comenzaba, esta vez con un poco más de estrés, porque no contaba con una secretaria y necesitaba encontrar una urgente

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Otro día ajetreado en la vida de Irene comenzaba, esta vez con un poco más de estrés, porque no contaba con una secretaria y necesitaba encontrar una urgente. Mientras tanto, tenía algo así como el doble de trabajo. 

Llegó primera al edificio de su empresa, como siempre, y fue directo a su oficina que quedaba en el último piso. Si algo se destacaba Irene aparte de su dedicación, era lo organizada y prolija que era. Prendió el computador mientras tomaba un café frío, y veía como el sol apenas iba saliendo desde sus enormes ventanales. 'Bueno, otro día más' pensó, mientras publicaba el artículo en busca de una asistente.

Lo cierto era que si le preguntaban a los empleados de Irene que pensaban de ella, las respuestas no iban a ser muy positivas. Sí, pagaba bien, y se hacía cargo correctamente de la empresa, pero eso no quitaba que fuese una malhumorada que quería todo al pie de la letra, sin dejar escapar ningún detalle. Nadie quería hacer enojar a la jefa.

A eso de las diez de la mañana, y algunas manzanas del edificio de los Bae, una Seulgi se levantaba en su desordenada habitación, apagando el sonido molesto de la alarma que salía de su móvil. Con un ojo abierto y el otro cerrado, se puso de pie para ir hacía el lavado. A diferencia de lo mucho que solía dormir, hacía días que le venía costando conciliar el sueño. No dejaba de pensar en su situación, en su carrera, en lo poco que podía abastecerla.

Asomándose al comedor, su compañera de piso, Wendy, la saludaba con una sonrisa, a la cual ella respondió. Se sentía agradecida de tener a alguien tan amable con quien compartir piso. Aunque su trabajo ya no podía cubrir todos sus gastos, su compañera siempre la apoyaba, incluso cuando tuvo que poner en pausa su carrera de Artes. 

– Tengo que buscar trabajo urgentemente. – comenta estresada, mientras tomaba asiento en la mesa con unas tostadas y algo de mantequilla. – Perder este año de universidad es suficiente.

– Lo vas a conseguir Seulgi, no te preocupes. – Wendy le regalaba una sonrisa, que de alguna forma logró calmar sus pensamientos y se permitió disfrutar del café caliente. – Tengo que irme a la cafetería, nos vemos por la tarde.

– Adiós Wen, suerte hoy.

Y así su amiga dejaba el departamento, mientras ella encendía su laptop y se ponía en la búsqueda de encontrar trabajo. 

Dos días después, una temerosa Seulgi llegaba a la gran empresa Bae, mientras se quedaba afuera por un rato mirando hacía arriba. Tuvo que tragar saliva, o si no iba a vomitar. 'En que me he metido' piensa 'No hay forma de que quede aquí'. Pero como nada podía detener a la gran Kang Seulgi, junto la poca confianza que tenía y se aferro a ella, entrando al enorme lugar. Una sonriente secretaria la hace pasar, y le dice que tiene que ir hasta el último piso para la entrevista. "Irene Bae la va a entrevistar", suelta como si nada. Seulgi sintió sus piernas como gelatina. 

Al llegar a la gran oficina, notó que esta tenía una pequeña sala de espera que constaba con unos seis asientos, mientras el resto de los empleados daban vueltas, hacían llamadas, tomaban café y leían papeles. Seulgi notó el revuelo, pero no la puso nerviosa, si no el hecho de que todas las sillas estaban ocupadas, haciéndole saber que no era la única en busca del trabajo.

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