capítulo quince: problemas.

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 pov

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pov. Seulgi

Pensaba guardarme mi atesorado momento con Irene conmigo, pero no pude evitar contárselo a Wendy. – Y se ve que vio lo nerviosa que estaba, porque me empezó a acariciar el brazo, – dije relatándole emocionada – y después se recostó sobre mi hombro y casi se queda dormida, me dio tanta pena tener que despertarla, además pienso que habrá escuchado como me latía el corazón parecía que se me iba a salir.

– ¡Ay, que bonito! – Wendy me mira enternecida, mientras ambas tomábamos un delicioso café junto a sus únicos e inigualables muffins.

– Sí.. Aunque creo que lo hizo para calmarme. Ella no se veía muy bien. – respondo, sin poder evitar seguir preocupada

– ¿Es por eso que vinieron antes? ¿Se sentía mal?

– No sé si se sentía mal.. tuvo una discusión por teléfono, pero no pude escuchar de que se trataba. Parece que fue lo suficientemente serio como para volver tan repentinamente. Y luego de eso, estuvo rara, como.. nerviosa. Nunca la había visto así. Por primera vez parecía no tener el control de algo.

– O de alguien. – contesta Wendy, y hace que la mire – No sé, ella parece esconder muchos secretos ¿no?, es rara.

– Sí, en realidad no conozco nada de ella. Tampoco es como si fuese a pasar a mayores. Es imposible. – le reste importancia. Aunque a mi me encantará Irene, sabía muy bien mi lugar – Ahora si me permites, quisiera hibernar en mi cómoda cama.

Lo primero que vi al entrar a mi cuarto fue el desorden. Lápices desparramados por aquí y por allá, hojas en blanco con dibujos sin finalizar sobre el suelo, y toda la ropa que deje sobre la cama por el lío que había hecho al armar la valija.

El dibujo de Irene, sin embargo, descansaba pacíficamente en el centro de mi escritorio. Tenía muchas imágenes mentales de este viaje para dibujar, como Irene bajo las luces doradas del elegante hotel de cinco estrellas, o Irene defendiendo y exponiendo su postura frente a veinte hombres hablando su idioma sin titubear, o Irene dedicándome una dulce sonrisa cuando me vio comer casi desesperada el excelente sushi, o Irene en aquel baño reducido del avión con sus ojos suaves diciéndome que todo estará bien.

Suspirando, tiré mis cosas por ahí. Mañana tendría tiempo suficiente para limpiar todo.

Sonó mi alarma a las siete de la mañana, lunes. Desde ahora podía empezar a trabajar a las nueve, algo que tenía que agradecer. Mi armario se iba renovando cada día con ropa de oficina, pero nunca dejaba de lado mis largas poleras ni mis interminables piyamas.

Aunque no lo quisiese admitir, estaba un poco emocionada. Quería volver a ver a Irene. Me encantaba pensar en que outfit había elegido para ese día. También esperaba ver a Joy.

Media hora antes de las 9, me encontraba entrando a el gran edificio, llegué mucho más temprano de lo que pensé. Todavía no lograba acostumbrarme a que todo fuese tan espacioso. Mi sorpresa llegó cuando al llegar a mi piso, noto que tanto mi puerta como la de Irene estaba abierta.

polos opuestos ; seulreneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora