Nuestro camino hacia el otro se abrió paso, como si el mundo se hubiese empeñado en provocar todo aquello. Me quedé de pie a unos metros de él, esperando a que llegara a mí. Sus pasos eran seguros, y sus ojos no se despegaban de los míos. Ni siquiera miraba mi vestido. Estaba tan impactada que no pude pensar en nada, maquinar nada. Lo único que hice fue notar lo bien entallado que le quedaban los pantalones, y su camisa oscura y desenfadada combinada perfectamente con ese cabello oscuro, esos ojos castaños y esa barba de tres días que debía de provocar unas cosquillas excelentes en las zonas adecuadas. Esperé que se lamiera los labios, que sonriera, que dudara. Pero no hizo ninguna de las anteriores; parecía completamente consciente y decidido a abordarme, y no sabía si los tragos de vodka habían sido el impulso necesario.
Llegó a mí, y su mano derecha se fue directa a mi cintura, y su boca a mi oído. No se anduvo con rodeos, no me preguntó mi nombre, ni me comió el cerebro para convencerme de nada.
—Ven conmigo —susurró nada más. Dio media vuelta y echó a andar entre la danzante multitud. No me cogió la mano ni volteó para asegurarse de que lo seguía.
Pero lo hacía.
Me mantuve a su ritmo, olvidando quién era, y dejando a un lado lo mal que podría acabar la situación. No era momento de echarme para atrás; había hecho esto ya varias veces, no tenía por qué reprimirme entonces. Si yo quería pasar el rato con un chico a solas, pasaba un rato con un chico a solas.
Cuando llegamos al final de la pista, un matojo de cabello rubio se me atravesó en el camino. Levi se puso a chillar de emoción y a bailar frente a mí. Su rostro me tomó tan por sorpresa que me quedé paralizada, viéndola. Después se levantó del suelo en el que se revolcaba y se me lanzó encima. Me besó de golpe, con una intensidad demasiado abrupta para ser Levi. La aparté y le miré los ojos. Tenía las pupilas del tamaño de una aceituna.
—Levi, ¿te has colocado? —inquirí, incrédula. Levi y yo nunca nos colocábamos; habíamos fumado porros un par de veces por probar, pero en sus ojos destellaba la pura esencia de la cocaína.
—¿Recuerdas a aquel chico del internado, Andy? Está allá con unos animales muy buenos. —Puso los ojos en blanco como una poseída, lo cual me preocupó—. Quiero tener cosas con todos ellos.
Miré encima del hombro de Levi; el chico me esperaba a unos veinte metros de distancia, con una postura impaciente y el rostro inescrutable. Me mordí el labio, dudosa. ¿Salvaba a mi amiga, o tenía el faje de mi vida?
—Levi, ¿por qué te has colocado mientras estabas sola? ¡Esos chicos van a despedazarte!
—¡Despedácenme, fieras!
Miré de nuevo al chico, que no apartaba los ojos de mí. Cogí a Levi del brazo y la arrastré conmigo en dirección al chico. Él pareció extrañado, pero no dijo nada.
—Hoy es tu día de suerte —le informé al pasar a su lado.
—Vaya, cielos. ¿Quién es éste y por qué está tan bueno? —dijo Levi, agarrando al chico del brazo; entonces una sonrisa sí se formó en el rostro de él al verla.
La cogió del brazo, y Levi soltó el mío.
Nos encaminamos hacia la zona reservada, donde él me depositó a Levi en los brazos y le hizo una seña con los dedos a un grandullón que vigilaba la oscura puerta. El Enorme destrabó la cinta que denegaba el paso y nos dejó entrar en la oscuridad.
Ya había estado en aquel sitio; había un sillón muy largo de color caoba oscuro, una mesita baja de cristal que sostenía una cubeta de hielo y botellas de whisy y vodka, un estante con vasos y copas. Cortinas de terciopelo rojo tapizaban las paredes, pero las que adornaban el enorme ventanal estaban echadas a un lado para dejar a la vista la panorámica y espectacular vista de Las Vegas. El Stratosphere chispeaba desde la cumbre.
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2. NIÑA MAL: Despertando en Las Vegas [Abi Lí]
Fiksi Remaja[SEGUNDA PARTE DE LA VERSIÓN CORREGIDA DE NIÑA MAL, DE HARRY STYLES, (POR LA AUTORA ORIGINAL)] Blake ha logrado lo que se había propuesto: regresar a Las Vegas. Lo que no había planeado era ser acusada por el asesinato de la madre del amor de su vid...