Capítulo 13: Elige tu batido con espuma.

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-Creo que has descubierto tu talento artístico -me dijo Shane desde el sofá.

Hacía tres semanas que permanecíamos encerrados en aquella cabaña, sin tener contacto con el exterior. La comida parecía no acabarse, y teníamos todo lo que pudiéramos necesitar a montones, así que no había razón para salir. Había tele,
Netflix y una nevera. La única vía de escape que se me ocurría era las tuberías de las aguas residuales, pero estábamos en los Estados Unidos de América, y yo era del 99% de seres humanos de ese país que no entraba en la categoría de cuerpos de serpiente. Mi culo ni siquiera hubiera entrado en la taza.
Entonces Shane y yo debíamos hallar una manera de entretenernos, ya que no contábamos con ningún método de comunicación. Nada de internet, ni teléfonos, ni ríos para lanzar botellas.

-También lo creo -le respondí mientras le daba sombras a mi dibujo. Dejé el lápiz a un lado y miré el papel. Mi obra de arte mostraba a Shane con la boca abierta, desnudo y de rodillas, esperando que un purro gigante e hinchado le diera una dosis de su bebida favorita; batido de vainilla.

-¿Y por qué no sale nada? -me preguntó él, señalando a su alter ego de carboncillo-. Anda, pon algo de crema hidratante.

-Es batido de vainilla -lo corregí, y me puse a dibujar el chorro que salía directamente de la manguera y se estrellaba dramáticamente contra la boca abierta de Shane. También dibujé algunas gotas, causa del impacto, y una le caía directamente en el ojo-. Espero que no tengas retinas sensibles. -Alcé el dibujo y se lo pasé. Lo analizó a fondo mientras se rascaba la barbilla, pensativo. Yo me quedé ahí, al pie de la mesita baja del salón, esperando a que le diera el visto bueno a mi obra.

-Vale -dijo al fin-, pero quiero un poco más definidos los abdominales.

Le arrebaté el dibujo y miré el abdomen del Shane de caricatura. Estaba perfecto. Era justo igual al real.

-No lo haré.

-Entonces lo descarto.

-Vale, vale -accedí, y me puse a borrar los abdominales de Shane para crearle unos tan solidificados como ficticios.

Shane tenía buenos músculos, pero lo que me pedía era una tableta de chocolate de ensueño que solo conseguiría tras quince años de entrenamiento en una prisión del bajo mundo.
Cuando hube acabado su paquete de seis, le extendí el dibujo de regreso.

-Sí, me veo -asintió-. Y me gusta el sombreado de los cojones, aunque uno está ligeramente más pequeño que el otro.

Me asomé sobre el papel, y solté un suspiro.

-Es que Cristiano padeció de un problema escrotal -le expliqué-. Pero, como ya ves, sus municiones no se vieron afectadas por ello.

-¿«Escrotal» es una palabra? -se extrañó.

Me encogí de hombros.

-Espero que sí. -Solté un bostezo, y me recosté en la rodilla de Shane con los ojos cerrados. Sentí cómo sus dedos se enterraron en mi cabello y me masajearon el cuero cabelludo.

-¿Vamos a dormir? -me preguntó con una voz suave y delicada.

Abrí los ojos y vi que dejaba el dibujo junto con los trece otros que me había pasado haciendo todo el día; cada uno mostraba a Shane en diferentes posiciones sexuales con otros tíos. Los había empezado a hacer en un intento de cabrearlo, pero lo que había hecho había sido sentarse a mi lado en el sofá y ponerse a criticar mi manera de plasmar la forma de su purro o la expresión de su rostro cuando dos tíos le partían por detrás todo el... Vale, ya lo pillas.

Shane intentó cogerme para llevarme a la habitación, pero me desperecé a toda velocidad y lo aparté de un empujón.

-¡Déjame! No me toques, hijo de puta -gruñí, trastabillando de camino a la cama-. Qué fastidioso este cabrón. Solo esto me faltaba. Maldito infeliz. -Empecé a soltar un taco tras otro mientras sentía que Morfeo me seducía en un traje de marinero porno, atrayéndome a su mundo de inconsciencia. En el momento no pensé en que el zumo de uva que me había dado Shane en la cena traía un ingrediente especial, pero era obvio que lo había agregado para deshacerse de mí durante la noche; así él podría relajarse un poco sin preocuparse de si estaba saltando por la ventana o no, o quizá para violarme drogada (una vez más).

2. NIÑA MAL: Despertando en Las Vegas [Abi Lí]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora