―¿Y si la matamos? ―fue la idea de Levi cuando le contamos el incidente de la noche anterior, como Hassan lo llamaba. A mí me parecía más un posible cargo por acoso.
Hassan sacudió la cabeza. Estábamos sentados en nuestra cama. Oh, sí, perra, nuestra cama. Nuestro nuevo domicilio era aquella casita de campo a unos kilómetros del internado. En medio de la nada, donde Berton no podía escuchar nuestros gemidos.
Hassan se dedicaba a pintarme las uñas de los pies de un tono carmín. Me miré el meñique; el chico hacía mejor manicura que aquella valorada en doscientos y su madre que me hacía en Las Vegas.
―Lo mejor es no meterse con ella. Sabe que Reegaan no la apoya. Lo único que puede hacer por sí misma es infundir miedo, mas no debemos permitir que llegue a nosotros.
Me dejé caer de espaldas sobre las sábanas, a estas alturas Hassan seguía hablando como si declamara un poema francés del siglo XVII.
―Podríamos intoxicarla. ¿Tiene alguna alergia alimenticia? ―inquirió Levi, seguramente hacia Shane. Su voz salía altoparlante por el teléfono de Hassan.
―¿Qué edad tienen, por favor? ―insistió Hassan, agitando el botecito de pintura.
―Yo más que tú, no me hagas recordártelo ―dijo Shane desde el otro lado de la llamada―. De todo. Años, pasta, purro...
Me eché a reír. Yo conocía la verdad.
―Sustituyamos lo de 'purro' por 'ego'. Ahora dinos, ¿cómo hacemos que la psicótica de tu hermana nos deje en paz?
―Hummm ―pensó Shane, simplemente por el placer de hacerse esperar―. Soy el único que la puede detener en una crisis emocional.
Hassan enroscó el tapón de la laca de uñas y se puso de pie.
―De ninguna manera permitiré que vuelva a vivir con nosotros ―se negó, andando hacia la ventana sin mirarme―. Ese tipo me pone de los nervios. De verdad le agradezco que haya aclarado el caso de mi madre, pero ni se me olvida que él fue partícipe en el crimen de algún modo ni que se tiró a mi novia.
―No olvides que me casé con ella y en su brazo está tatuado mi nombre ―agregó Shane.
Hassan se giró y me miró el brazo. Hice lo mismo. Las letras abarcaban casi todo mi antebrazo. Era casi imposible que pudiera borrármelo o modificarlo sin que dejara toda mi piel cubierta.
Hassan negó con la cabeza, pero solo porque sabía lo que yo opinaba al respecto. Vivir con Shane significaba vivir con Levi; y el cielo sabe que yo sin ella no era nadie.
―Al carajo todo ―accedió, cuando estiré un puchero.
La casa de los prados tenía tres habitaciones, así que Levi y Shane no tuvieron problema en acomodarse. Llegaron una noche bajo el frío en el coche con Von. Hassan y Shane subieron todas las maletas a la recámara. Tardé tres meses redecorándola completamente. Me había traído un trozo de Las Vegas a aquella cabaña. Quítame cualquier órgano, pero jamás las alfombras diseño persa en la cocina.
―Es hora de las reglas ―proclamó Hassan, después de despedir a Von en la puerta.
Levi y yo estábamos recostadas en el sofá de seda con un par de copas de champán. Shane estaba acomodado en una silla antigua que me había robado del internado.
―¿Las qué? ―dije, incrédula―. ¿En qué momento regresé al internado?
―Justo ahora ―respondió Hassan, posándose frente a Levi y a mí―. Número uno: cero alcohol. ―Estiró una mano hacia mi copa; yo la aparté por instinto.
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2. NIÑA MAL: Despertando en Las Vegas [Abi Lí]
Teen Fiction[SEGUNDA PARTE DE LA VERSIÓN CORREGIDA DE NIÑA MAL, DE HARRY STYLES, (POR LA AUTORA ORIGINAL)] Blake ha logrado lo que se había propuesto: regresar a Las Vegas. Lo que no había planeado era ser acusada por el asesinato de la madre del amor de su vid...