Capítulo 19: Ríos australianos.

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**Una semana después**

―Sí, papá, estoy bien ―le dije a Mew una vez más a través del teléfono. Un timbrazo en mi oído hizo que me lo apartara para ver la llamada. Prefijo 44―. Dame un segundo, tengo otra llamada... ¿Hola?

El corazón me bombeaba a mil por hora.

―¡Solecito!

―Oh. Hola, Allie.

Ella se echó a reír.

―Acabo de hablar con Jesse. ¿Sabes que te está monitoreando las llamadas?

Miré por encima del sofá. Jesse alzó una ceja desde el comedor. Tenía una laptop enfrente y un auricular. Según él, tras la amenaza de Leigh, yo corría aún más peligro que cuando estaba enjuiciada.

―Sí. Es por seguridad.

―Hassan quiere hablar contigo.

Me puse de pie de un salto.

―¿Está ahí?

―¿Blake? ―Era él.

En dos zancadas ya estaba al lado de Jesse. Miré la pantalla de su laptop. Estaba jugando al Candy Crush.

―Pensaba que estabas rastreando los movimientos de Leigh.

―¿Yo? ―Se rio―. ¿Quién me crees? ¿Tu mucama? Tengo a medio país haciéndolo.

―¿Y por qué estás escuchando mis conversaciones, entonces?

Una sonrisa malvada se dibujó en su rostro.

―Me entretiene ―dijo, encogiéndose de hombros.

Le arranqué el auricular del oído, y de paso tiré de su oreja lo más fuerte que pude. Cuando soltó un quejido le di un empujón que lo dejó en el suelo.

―Mira que eres puta. ¡Amelie! ¡Amelie! Necesito una descarga ―chilló Jesse mientras yo me abría paso hasta el baño.

Antes de cerrar la puerta con llave, vi que Jade aparecía totalmente desnuda, como si hubiera estado esperando la orden de Jesse desde hacía horas. Y yo que creía que tenía una relación extraña.

Me recosté en la bañera y retomé la conversación.

―Te extraño tanto, joder. Hace semanas que no echo un polvo. Me voy a morir. ¡Hassan!

―Eh... Blake.

―¡Papá! ―La sangre me abandonó el rostro. Era fácil bromear con el faje frente a Mew, pero esta vez de broma no tenía nada―. ¡Tellamoluegoadiós!

Cerré los ojos y solté todo el aire de mis pulmones. Regresé el aparato a mi oreja.

―¿Hassan?

―Blake, ¿eres tú?

―No estoy muy segura.

Su risa hizo que los pezones se me endurecieran en forma de corazón.

―¿Cómo estás? ―Hablaba en susurros. Miré la hora de mi reloj. Las once de la mañana. Serían las dos de la madrugada en Londres.

―Te extraño ―admití, sosteniéndome la cabeza. Quería estar con él, celebrando mi libertad. En cambio, estaba atrapada en un apartamento con Jade y su relación o matrimonio, nunca lo supe, con un pansexual adicto al regaliz negro. «Me trae recuerdos», me había explicado él, metiéndose un trozo grueso y largo en la garganta―. ¿Qué ha pasado con Shane?

―Según la policía, lo están procesando. Vi a su padre cuando fui a verlo. No parecía muy contento ―me explicó―. Shane me explicó la situación. Van a liberarlo... Y también a Leigh.

2. NIÑA MAL: Despertando en Las Vegas [Abi Lí]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora