Capítulo 16: Mi cuñado se enterará de esto.

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Hassan me miró raro cuando me senté junto a él. Abrió la boca para hablar, pero se detuvo cuando vio que alzaba el papel frente a sus ojos. Me giré y le sonreí. Su cara se había quedado congelada en una expresión de espanto.

—Ya no sientes nada de esto —le dije, con una sonrisa débil en los labios. Apenas podía creerme todo lo que estaba sucediendo.

—¿De dónde sacaste esto? —Cogió la carta y leyó la parte que había escrito él. Me miró a través de la humedad de sus ojos—. Blake, esto lo escribí cuando...

—Antes de saber que era inocente —adiviné. Le arrebaté la hoja y la rompí en trocitos—. Dijiste que no venías a buscarme porque no podías solo, porque eras nada. ¿Qué fue lo que cambió?

Los labios de Hassan temblaron mientras su cerebro trabajaba a toda máquina. Estaba exaltado. Yo estaba más o menos igual. Pero Hassan siempre ha sido el más débil de nosotros dos.

—Shane —fue lo que respondió—. Es mejor que no sepas nada hasta...

—El juicio —entendí—. Confío en ti, Hassan. No entiendo nada, pero confío en ti. Solo quiero saber una cosa. ¿Shane está con nosotros o en contra?

—Él... —Dudó—. Ahora está de nuestro lado.

—¿Estás seguro?

Él asintió.

—Y yo también —añadió en un susurro lastimero.

Sonreí. Entonces supe que el problema era yo. Hacía una hora todo apestaba; el mundo estaba en mi contra, estaba casi condenada y me odiaba. Ahora todo se veía desde una perspectiva diferente. Y era el mismo mundo. Pero era una diferente yo. Y por ello me refiero a que era la misma. Blake Caldwell, la que cometía más errores para conseguir lo que quería. Iba a hacerlo todo mal, a llegar al final, a luchar. Lo único que me destruyó había sido darme por vencida. ¿Cuántas veces había logrado salir del internado? Todas las que quise. Podía pagar por mis errores. Pero no iba a pagar por el asesinato de Leigh. Y no me importaba lo que tuviera que hacer para lograrlo.

—Llegó la hora, Hazz. Ponte el protector bucal y cúbrete la ingle, porque vamos a conseguir nuestro puto final feliz.

Shane estaba cabreado.

―¿Quieres que te maten? Te irás con nosotros, porque no vine hasta aquí para verte morir al final.

Estábamos en el Heathrow, discutiendo en la calle a las seis de la mañana. Hassan no paraba de ver en todas direcciones. Debía de estar imaginándose a Leigh con un cuchillo ensangrentado en bata blanca. Estaban exagerando. La tipa no iba a aparecerse ahí en público. Como no me querían decir cuáles habían sido las manos que habían asfixiado a Bethany, no podía ponerle cara a mi persecutor. No creía que hubiese sido Shane, pero si lo había hecho tampoco iba a admitirlo delante de Hassan. No porque temiera de él, sino porque estaba segura de que una de las razones por las que Hassan había confiado en él era porque Shane no le había quitado la vida a su madre. Pero bastaba con saber que había sido consciente y me daban ganas de decapitarlo. Pero como había decidido que lo amaba, no tenía alternativa más que dejarle la cabeza puesta.

De hecho, nadie quería explicarme nada. «Es mejor que no sepas nada antes del juicio.» Estaba caminando a ciegas. No confiaba ciegamente en Shane, y Levi era demasiado tonta para comprender nada. Pero el chico de cabello largo ―le obligaría a cortárselo o me vería tentada a hacerlo dos trencitas estilo Dorothy― era mi anclaje a aquel plan desconocido. Por otro lado, aunque confiara con todo mi ser en Hassan, seamos realistas, el tío era un incompetente. Shane era la mente maestra, pero eso tenía más contras que pros. En fin, lo peor que podía pasarme era que me condenaran y eso ya lo tenía asumido hacía mucho tiempo.

2. NIÑA MAL: Despertando en Las Vegas [Abi Lí]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora