7

535 77 2
                                    

Veía desde lejos como la chica hablaba con su compañero acariciando al bebé, pasando sus manos por los brazos del mayor, eso lo incómodo un poco, no sabía dónde habían estado las manos de esa chica, sobre todo si se estaba "ofreciendo" a su amigo, no se le ocurrió mejor idea que hacerse pasar por su novio, tomó lo que había encontrado para comprar y se armó de valor para acercarse y confrontarlos, dio largas zancadas hasta el lugar, ya ahí ninguno se había dado cuenta de su presencia, así que lo aprovechó para abrazarlo por detrás –Mi amor ¿Ya encontraste lo de la lista para Brayan?– preguntó animosamente ignorando la presencia de la rubia –¿Ustedes son pareja?– exclamó señalando a ambos para luego irse indignada –Eh, ¿Doblas?– preguntó confundido –¿Qué fue todo eso?– Rubén solo tomó al bebé en brazos dejando algunas de las cosas que había encontrado en el cochecito –No sabes dónde estaban esas manos– dijo algo molesto caminando hacia el final del pasillo –Per- no termino de hablar y el castaño lo interrumpió –Nada de peros triple 7, ella estaba de ofrecida y Brayan aún tiene sus defensas bajas– le llamó la atención por algo que no sabía.

Perdón, no sabía– se disculpó empujando el carrito –Vamos a pagar ¿Quieres?– terminó por decir mimando al pequeño en sus brazos –Vale– murmuró siguiéndolo por el local.

Una vez en casa de dispusieron a ordenar todo lo del bebé –Vaya tarde ¿Eh?– trató de sacar conversación, pero el castaño solo lo ignoró –Vamos Rubén, no estarás molesto todo el día ¿No?– silencio total –Rubén– posó su cabeza en el hombro de él –Anda Chiqui– volvió a decir abrazándolo, tal y como lo hizo el opuesto en la tienda, haciéndolo reír un poco –Te reíste– acusó divertido –Vale, te perdono si prometes cuidar más a Brayan– el moreno sonrió –Prometo aprender cómo cuidarlo– sonrió, faltaba instalar la nueva cuna, el pequeño no podía seguir quedándose en la cuna improvisada –Me ayudas a armarla– señaló el mayor la caja con la cuna –Trataré de no estropear nada– dijo para empezar a desempacarla, tenían que aprovechar que Brayan estaba dormido para avanzar lo más que podían, después de todo al día siguiente tendrían que llamar a la compañía de niñeras para acordar un horario mientras estudiaban y trabajaban Rubén había insistido en quedarse los primeros días para acompañar al pequeño.

Lo cual no sería posible dado que sus exámenes finales estabas próximos, y los últimos temas solían venir en más preguntas.

Al día siguiente se levantaron con mucha flojera, habían pasado el día anterior en la calle, y por otro lado se habían demorado mucho ambientando el lugar para que se convierta en un hogar para los tres; decidieron que lo mejor era poner la cuna en la habitación de Rubén, ya que era el que más sabía sobre su cuidado, en la noche trató de enseñarle a Samuel cómo era el cambio de un pañal, el resultado fue Samuel con arcadas sentado en el baño esperando a que Rubén se encargará del "problemita"; Brayan había sonreído después que le pusieron su pijama nuevo, fue ahí cuando empezó llamar al pelinegro para que lo observe lo mono que se veía, que inmediatamente lo pusieron como fondo de pantalla; durante la madrugada Brayan había levantado a los dos chicos varias veces en la madrugada, habían intentado dormirlo en la cuna, pero no había funcionado, al parecer le gustaba dormir con el calor del cuerpo humano, ambos durmieron en la cama de Rubén para que Samuel pueda estar también al tanto del pequeño.

Buenos días Sam– saludó el castaño pasando su mano por sus cabellos despeinándolos, Brayan había dormido entre los dos mayores muy cómodamente –¿Qué hora es?– preguntó tapando sus ojos por la repentina aparición de la luz al abrir –Son las... !11!– exclamó levantándose de un brinco –Cuidado despiertas al niño– comentó arropándose más –Sigo sin entender cómo es que duermes sin playera– dijo frotando sus ojos tratando de incorporarse –Se siente más fresco macho– río levantándose –¿Por qué compramos una mecedora?– preguntó Samuel mirándola desde la cama –Para poder hacer esto– anunció antes de cargar a Brayan sin despertarlo, luego lo puso sobre la mecedora y la llevó a la sala –Ahora desde la cocina podremos ver cómo duerme– le comentó feliz por la buena compra –Vale ¿Quién hace el desayuno, y quién las llamadas?– preguntó el moreno –Yo, llamadas– dijo tomando la laptop del pelinegro para abrir la página de la última vez, y revisar los perfiles de las niñeras –Va, comeremos algo sencillo– dijo metiéndose a la cocina –A mi hazme un emparedado de crema de cacahuate– pidió desde la sala/comedor que tenían –A la orden– fue lo último que dijo para después llevarle su desayuno –¿Encontraste algo?–.



Sólo pasaba para decir que hay 17 partes de esta historia escrita, así que no se preocupen si me desaparezco alguna vez, ahí están, sólo que me habré olvidado de publicar.

Gracias por leer, espero que les guste.

Ojos Avellana - RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora