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Rubén fue a cambiarse, Samuel por su parte está muy feliz cuidando al pequeño, le platicaba mientras le hacía caras graciosas, que por momentos le daba miedo al pequeño haciendo gestos de querer llorar, pero al segundo volvía a sonreír, esa sonrisa fue la que cautivó al moreno, en ese primer momento que lo hizo decidir que quería formar parte de su vida, le platicaba al pequeño sobre varias cosas mientras que buscaba en su móvil cómo cuidar a un recién nacido, en ese momento algo se prendió en su cerebro –Ostras, necesitas ir a un chequeo– dijo recordando los hospitales por la zona, también recordó que era mala idea ya que Brayan no tenía registros y ellos no podrían adoptarlo formalmente, eso significaba que si lo llevaban a un chequeo en un hospital o clínica, optó por buscar en Google algo que le indicara que podría hacer, fue raro pero encontró una solución a su problema muy rápido "Vaya, al parecer no soy el único con ese problema" pensó tomando apuntes de la página –Entonces te llevaremos a una clínica gratuita para tu chequeo, si lo haremos, si lo haremos– repitió cambiando su tono de voz a uno más infantil.

¿Haremos que?– preguntó el castaño desde atrás secando su cabello –Necesitamos llevar a Brayan a un chequeo, no sabemos ni cuánto tiempo tiene, y hay una clínica gratuita cerca que no te piden documentos– anunció apagando su celular para luego guardarlo en su bolsillo –Tienes razón, no quiero que le pase nada– el pelinegro se giró a ver reloj en la pared –Ya es medio día, ¿Vamos a la clínica y después a almorzar?– preguntó acariciando al bebé –Necesitamos un cochecito para llevar a Brayan– comentó el menor desviando su mirada hacía el pequeño de ojos avellanas –Vamos primero a la clínica, toma la pañalera– le ordenó cargando al bebé –¿Dónde queda?– preguntó tomando las llaves de la mesa –Es cerca del centro– buscaron tener todo lo que necesitaban para salir –Espera, llévale una de sus cosas para morder– le dijo Samuel señalando el sofá donde se encontraba el objeto –Anotado– tomó el objeto y salieron en camino al local.

Está chupando mi dedo– dijo embobado el pelinegro observando al pequeño con mucha ternura –¿Tendrá hambre?– preguntó el castaño sacando un biberón previamente calentado y guardado en una zona específica para conservar el calor –Habrá que intentarlo– la respondió el moreno.

Pensó bien joven– respondió el doctor después de que los chicos les contarán lo que pasó de camino a la consulta –¿Usted es el padre?– volvió a dirigirse al castaño, quién afirmó por miedo –Creo que sus instintos paternos se podrían estar activando– terminó por decirle ganándose una mala mirada por parte del mayor –Se ve muy sano, está en su segunda semana de vida, durante esta semana da su primer estirón, empieza a reconocer voces y rostros, también da señales de estar hambriento, como la que vio antes de llegar, podría levantarse en medio de una siesta larga y moverse mucho o succionar de algunas superficies, también dormía un aproximado de 18 horas y necesitará de cuidados las 24 horas al día– mientras uno apuntaba, el otro escuchaba atentamente las indicaciones del médico –Recuerde que es peligroso que duerma en una cama junto a usted y su pareja, por cierto, ¿Quiere que le hable sobre los cambios de la madre en la segunda semana?– le preguntó sin segundas intenciones, el solo agachó la mirada y dejó que el moreno hables por él –Disculpe, es que la madre abandonó al pequeño, y trataré de ayudarlo a criarlo–.

La respuesta era sincera, no del todo, pero bastaba para que el doctor no preguntara más –Bueno, no tengo nada más que decir, cuiden bastante a este pequeñín y les voy a dar un poco de vitaminas en polvo, es para que la mezclen con la leche y ayude con su crecimiento– les dijo entregándoles una pequeña caja blanca que en su interior tenis una tira con esas vitaminas –Muchas gracias doctor– agradeció antes de despedirse para que luego fueran a comprar el coche.

Yo creo que comprar un coche ahora no es tan necesario– acotó el moreno revisando los precios de este –Eso creo– tanteó el menor observando por otro lado –Podemos ahorrar para que en el futuro no nos preocupe eso, en un futuro en el que lo saquemos de paseo y miré la ciudad, por ahora son salidas de urgencia– le dijo Samuel subiendo la mirada para ver como el castaño mimaba a Brayan –Bueno, vayamos a casita entonces– le sugirió pasándole la pañalera para que él lo llevara, salieron de la tienda con dirección al apartamento, casi no hablaron en el camino, al llegar Brayan ya se había quedado dormido, así que tenían que evitar hacer ruido.

Oye, ¿No debiste hablar con Silvia antes de que adoptes a Brayan?– preguntó el castaño en un susurro buscando que preparar de almuerzo –Mmm... No creo, solo estoy saliendo con ella, aún no formalizamos nada y dudo bastante que a ella le interese– le respondió tanteando la situación –¿Bobo o que? Ella está muriéndose por ti, que tú le hayas dicho que sí para salir fue lo mejor que le pasó, o por lo menos eso me contó Iri el otro día– le comentó de más –Pero sabes que solo acepté por gentileza, a decir verdad ella nunca me llamó la atención, no pienso romperle el corazón ni nada de eso, pero no durará mucho– Rubén hizo puchero con sus labios –Será tu culpa cuando Irina me llame regañándome por el corazoncito roto de Silvia– se quejó –A todo esto, ella solo llama a Irina para quejarse, ¿Para eso no está mejor Cristina?– le preguntó el pelinegro sin entender mucho el drama de sus compañeras –No, ellas discutieron por qué empezó a salir con Willy, y a Silvia también le gustaba, no se hablan de hace meses, de mediadora está Irina y se queja conmigo de los problemas de ellas–.




Que me perdona la Diosa Silvia por ponerla en esa situación, claramente todo es ficción, pero tenía ganas de incluir a las chicas.

Ojos Avellana - RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora