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Debemos saber si alcanzará con lo que tienes– comentó Samuel tomando al bebé en brazos, para que su amigo pueda sacar lo ahorrado –Primero creo que deberíamos ir a la tienda, ya se acabó su segunda botella– agregó el castaño buscando el abrigo tanto como el de él, como el de su compañero, tomando también una pequeña manta para envolver al bebé; una vez afuera se dirigieron a un supermercado para comprar lo que necesitaban, desde algunas cosas para cocinar en casa, hasta unas cuantas latas de fórmula más, en lo que decidían que hacer con el pequeño –Rub, ¿Te parece si comemos afuera por hoy?– preguntó el pelinegro, sería lo más obvio considerando que habían salido a un supermercado que se encontraba lejos de donde vivían –Claro, vamos a un Mc Donald's– propuso el castaño –Vale, solo por hoy, por lo menos comerás lechuga– se alentó por el hecho de que comería algo "sano" –Ew, no que asco, simplemente se la quito y ya– mencionó con una expresión de desagrado total –Trae, que le vas a contagiar esos hábitos al niño– dijo el pelinegro tratando de cargar al pequeño, que parecía divertido con esa situación –¡Quita coño!– exclamó Rubén haciéndose a un lado.

Habían llegado al local de comida rápida, el castaño se pidió una hamburguesa de doble carne, mientras que el otro había pedido una de esas ensaladas del menú, que tenían de todo tipo de aderezos que para Samuel solo la hacían más "incomible", habían logrado conseguir un lugar donde le podían calentar la leche al bebé, llevando todas las compras, y una pequeña mochila con algunas de las cosas que pensaron que Brayan podría necesitar, la gente los miraba con extrañez, era poco si común ver un padre soltero, aún lo era más ver a dos adolescentes cuidando a un bebé, sobretodo si el pobre lloraba ya que los mayores no sabían que era su momento de dormir; trataron de darle del biberón, pero este se negó aumentando la intensidad de su llanto, una señora al ver como Samuel trataba de tranquilizarlo sin saber cómo, se acercó a ellos brindándoles información que los ayudo mucho –Y chicos, ¿Quién es el padre?– preguntó la amable señora mientras que veía como el pelinegro había logrado arrullarlo –Eh... Es Rubén– señaló a su amigo, ya que era el que más parecido tenía con el pequeño –Oh, y ¿Ustedes son...?– preguntó insinuante.

¡No!– exclamaron ambos alterados pero sin hacer tanta bulla –No, no, solo somos amigos, me está ayudando a cuidarlo– se excusó el menor –Vaya, debe ser duro ser padre adolescente– comentó con cierto cuidado la señora –Y que lo diga– expresó Samuel mirando a su compañero –¿Cuánto tiempo tiene? No creo que tenga más de un mes– preguntó nuevamente a los muchachos –Tiene una semana– tanteó el castaño, apenas lo habían encontrado ayer, pero no se veía de más tiempo –Oh, chicos os dejo, ha sido un placer conocerlos, adiós Brayan– se despidió del pequeño a pesar de que esté ya estaba un rato dormido –Bueno Sam, creo que deberíamos volver, hay comida que debemos refrigerar– aportó el menor, y el pelinegro le consecuentó cargando al pequeño con cuidado para poder irse a descansar a su apartamento; buscaron un taxi, pero ninguno contestaba, estuvieron buscando por varios minutos hasta que encontraron uno, que por un precio algo elevado quiso llevarlos, sin saber que hacer Rubén acepto, no podían permitirse estar mucho tiempo fuera con ese clima, en especial si llevaban al bebé con ellos –Cierto Sam– llamó su atención en el carro –Llegando a la casa nos ponemos a hacer las cuentas–.

Pues, ya estaban en la casa, Samuel mecía al pequeño de un lado a otro mientras que ordenaba lo que habían comprado para abastecer su despensa, Rubén guardaba algunos de los productos en la nevera, para cuándo habían terminado el pequeño Brayan ya estaba completamente dormido, aprovecharon ese momento para sacar las cuentas del costó que sería mantener al pequeño, por lo menos los dos primeros meses, buscaron en Internet los costos, investigaron varias páginas web para informarse que marcas de que cosas eran mejores, su tarde se fue en eso, al llegar a tener un número aproximado de lo que sería se recostaron en el único mueble del apartamento, observando como el bebé dormía en la cuna improvisada –Rub ¿Cuánto tienes ahorrado?– rompió con el silencio –Tengo 500€– confesó el castaño sacando la pasta de una billetera que se encontraba escondida bajo un tablón suelto del piso –Sam ¿Cuánto es el total?– preguntó nervioso el menor –Son 455€ de alimentos y vestimentas– un suspiro de alivio salió de sus labios –Pero pagarle a la niñera para que lo cuide serían 300€ por dos meses– concluyó el moreno, que inmediatamente abrazo a su amigo quién estaba en un mar de lágrimas.



D:


AAAAAAAAAAAA

Yo lo escribí, pero cada vez que lo leo me da penita :(

Espero que les haya gustado.

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Ojos Avellana - RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora