Nos despedimos amigablemente de Sofía, quién tomó uno de los bracitos de Brayan y lo agitó simulando un adiós.
En el camino Rubén empezó a bromear con lo sucedido por la mañana, noté que su playera estaba al revés, no sabía si decirle o dejar que los demás se rieran de él como venganza, después de plantearmelo en silencio por varios minutos decidí que no era tan cruel como para dejar que haga eso, se cambió en plena calle dejando tirada su mochila en el suelo –Oye ¿Eres tonto o que? ¿Cómo vas a dejar tu mochila en la pista? Piensa un poco Rubén– tomé su mochila, al parecer se había atorado con su playera –Es que eres tontísimo macho– solo atiné a llevarme una mano en el arco de mi nariz y reír por lo bajo –Pero cabezón no te quedes ahí, ayudame– me colgué ambas mochilas y le ayude a bajarse la camiseta –Eres un niño– refregué lanzándole su mochila y apresurando el paso –Vamos rápido– avisé para cruzar la pista.
Una vez llegamos, tomamos nuestros asientos, cada uno con su respectivo grupo, al ser yo un sobrante del mío me senté con Alex, después de todo hubo una media fusión de grupos y todos nos sentíamos uno solo, Alex era majo, y cualquiera pensaría que sería hablador, pero la verdad era serio a la hora de estudiar, por eso me era agradable sentarme con él, alguna que otra vez soltaba una broma y hacia ameno el ambiente.
N.O.:
Las clases pasaron en risas, algunos profesores no habían ido a trabajar y como no dieron aviso no hubo sustitutos.
–Samu, ven con nosotros– llamó Irina abrazada al castaño, el moreno miró a sus amigos, pero estaban en otra –Miro hacia la esquina donde estaban todos juntos y vio como Silvia lo miraba mal, a él y a Irina –Gracias Iri, estoy bien acá– desvío su mirada y regresó a su asiento –Anda Sam, no seas así y la dejes colgada, ven con nosotros– llamó Rubén, por un momento dudó, ahí fue donde Willy que andaba de meloso con Cristina le dijo –Anda ve, acá la haces de violinista– por el hecho de que su amigo se lo diga se retiró para acompañar al otro grupo.
Las clases transcurrieron hasta la tarde, donde como cada día laboral fueron corriendo a dejar sus objetos en el departamento que compartían juntos, llegaron a la hora de comer de Brayan así que simplemente lo saludaron e hicieron muecas por un rato, antes de que se les pasara la hora corrieron a su trabajo donde una vez que terminaron volvieron exhaustos a su hogar donde los recibiría una ferviente bienvenida de parte de aquel pequeño que sonreía al verlos.
Compartiendo un momento de paz en el mueble uno estaba recostado sobre el otro, apenas habían comido algo, tenían hambre, pero no ganas de preparar nada, Brayan ya se había quedado dormido y veían la televisión sin mirar nada concreto –Pfff, ¿Por qué me independicé?– habló Samuel lanzando el control remoto a la alfombra que estaba en frente del televisor al no encontrar algo "decente" para ver –Tu no sé macho, con semejante herencia y ¿No quieres nada de tus padres?– lo miró Rubén –No es eso, quería saber qué podía vivir y no de ellos, pero jamás pensé que sería tan difícil– se escuchó de fondo su risa por lo que acababa de decir –Pero me tienes a mí, saldremos adelante juntos– le respondió Rub sonriéndole –Ya llevamos casi dos años en esto, pronto saldremos de la escuela y conseguiremos un mejor trabajo para mantener a Brayan– el moreno asintió recostándose sobre el sillón para relajarse más, en el silencio y las voces del televisor se escuchó el rugir de uno de los estómagos, ambos se miraron y empezaron a reír –Perdón– exclamó Rub –No fue mi culpa, solo tengo hambre– explicó –¿Quieres comprar una pizza?– le pregunto Samuel sacando su móvil para llamar una, el castaño asintió –Gracias Sam–.
Así llevaron su vida por semanas, cada día haciendo el seguimiento de Brayan que comprar, que no hacer, con cada día que pasaba se volvía más próximo el cumpleaños de Samuel, era él quien pensaba en adoptarlo legalmente y ponerle ambos apellidos, en sus ratos libres se ponían a investigar cómo tenían que hacer, qué trámites realizar, que papeles tenían que tener a la mano, lo querían todo listo para que cuando pudieran pudieran darle una verdadera familia a ese pequeño que alegraba sus días.
Estaban a dos semanas del cumpleaños del mayor, Rubén había comprado un calendario especialmente para señalar cuanto tiempo faltaba para ese día, trabajaban turnos extra para tener más dinero y demostrar su estabilidad económica, mostrar que han vivido solos por mucho tiempo y que podían cuidar de un pequeño, cada vez se unían más como familia y Brayan los hacía sentirse una, Rubén adoraba regresar a casa y encontrarse con la hermosa imagen mental de Sam y Brayan durmiendo juntos, una vez pasó, les sacó una foto y la guardó en su galería, así que cuando un turno extra le era muy pesado solo abría su celular para ver lo que le esperaría al llegar a casa, ciertamente hacer tanto a la vez los tenía atareados, por suerte Sofía, la niñera de Brayan, los entendía y se ofrecía a veces a hacer un trabajo no remunerado, al fin y al cabo, pasar tiempo con ese pequeño era pan comido.
Un fin de semana que se tomaron absolutamente libres estaban en el cuarto de Rubén sobre el colchón, con la mecedora de Brayan cerca, ambos miraban al techo, sombras que se hacían con la irregularidad de la forma, cuando vibró un móvil, Samuel lo tomó –Es el mío– dijo para contestar; sus padres hacían una cena con el cada dos o tres meses, a pesar de que él se e quisiera independizar ellos aún querían mantener contacto con su hijo único, a veces asistía Rubén haciendo compañía e intentando dar un "buen ejemplo", sus padres estaban maravillados con su compañero, por su forma "desenvuelta" de ser, aunque solo era el Rubén de siempre, diciendo lo primero que pensaba; el punto era que esa llamada era de sus padres, querían agendar fecha para la siguiente cena, el día de su cumpleaños, Samuel respondió normal, como si nada, apenas colgó su tono paso de un melón claro a un blanco perla en un segundo, Rub lo vio e inmediatamente se echó a reír –Mis padres quieren otra cena– Rubén lo sabía, y sabía que tarde o temprano él tendría que decirles que estaba adoptando a un bebé.
Hola, disculpa la demora, re tarde llegó, pero estos meses como es mi último año tengo que elegir universidades y toda esa vaina, peor aún que tengo mucho que tramitar, pero aún así prometo estar más activa.
Siguiente capítulo: Cena con los padres de Samuel
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Ojos Avellana - Rubegetta
RomanceRubén estudiaba y trabajaba para vivir el día; cierto día regresaba del café donde trabajaba con su amigo y escuchó un llanto que provenía de un callejón, notaron que habían abandonado en una caja a un recién nacido. Lo protegería con su vida. #Ru...