4

616 94 6
                                    

Durmieron plácidamente en la cama de Samuel, quién no se había levantado en toda la noche.

Ya era de día, el pelinegro acostumbraba levantarse más temprano que el menor, fue una sorpresa cuando al despertar no estaba el bebé en sus brazos, brinco de la cama para ver qué no se haya caído, al no encontrarlo corrió a su propio cuarto, desde la entrada vio a Rubén de espaldas, creyó que se había aburrido de estar en el puf –¡Rubén, el bebé no está!– gritó, luego un sonoro llanto se oyó provenir de su propia cama, al ver que el castaño no se levantaba tomó al pequeño para cargarlo y tranquilizarlo lejos de donde el otro se encontraba durmiendo plácidamente, a pesar de que el apartamento no era muy grande, fue a la cocina para calmar el llanto, vio que el bebé tenía aferrada a su mano, el pequeño oso de peluche que había sido motivo de burla hacia su compañero, le dio ternura saber que lo había sacado exclusivamente para el pequeño, sonriendo mientras lo mecía entre sus brazos, al cabo de un rato logró calmar el llanto, decidió que debería hacerle el desayuno, probablemente Brayan tenía hambre.

Rubén se levantó al sonido de una canción, la cual había configurado para que suene cuando lo llamaban, entrecerrando los ojos por la luz del día, contestó la llamada –Diga– se oyó su voz somnolienta –Coño, hasta que por fin coges el móvil– regaño desde la otra línea su amigo –¿Alex?– preguntó bostezando –Que sí, te he mandado mensajes toda la madrugada ¿Se puede saber? ¡¿Por qué coño no atendiste el móvil ni una puta vez?!– con el griterío al oído, logró levantarse –Ayer...– tanteó la respuesta mientras recordaba que había pasado el día anterior, ya que el nunca le rechazaba una salida a su amigo, especialmente siendo fin de semana y ¿Qué coño hacía en la pieza de Samuel? –Mierda...– susurró al recordar lo pasado la noche anterior –¿Cómo que mierda? Rubius, explícame ahora mis- colgó la llamada inmediatamente buscando por todos lados al bebé, como si de su móvil tratará; al no verlo se levantó de golpe yendo a su habitación buscando con la mirada rastros de él –Rubén, estamos aquí– habló el pelinegro –Coño, que me han dado un susto que te cagas– confesó acercándose al pequeño con intensiones de cargarlo –Eh, primero hazme un favor y dúchate–.

Tras salir entre los vapores de la ducha, se cambió para salir nuevamente a la cocina/comedor/sala que tenían, visualizó como Samuel le daba de lactar al pequeño embobado con los gestos que el último hacía –De Luque ¿Por qué no me avisaste que te lo ibas a llevar?– se quejó tomando pan de la bolsa que estaba en la mesa –Eso debería preguntarte yo a ti, que creí que le había pasado algo a Brayan– ambos se habían encariñado con el pequeño –No homo por favor– pidió el castaño burlándose de su compañero –Joder Rubén, toma– le extendió al bebé que seguía tomando del biberón –Debemos hablar sobre lo que haremos con él– mencionó seriamente llevándose una rebanada de pan con Nutella a la boca –Creo que deberíamos llevarlo a una estación de- dejo de hablar al sentir como era interrumpido por el castaño –¡No!– gritó alterado –No por favor– suplicó –Rub, ¿Qué vamos a hacer con un bebé? Trabajamos en nuestras horas libres para mantenernos a nosotros mismos, y estudiamos durante el día, un recién nacido necesita atenciones y cuidados que no le podemos dar– los ojos verdosos del castaño se desviaron para ver al pequeño en brazos.

Entiendo que tengas una conexión con él, pero no podemos hacernos cargo sobre él, no sabemos que es cuidar un bebé, no sabemos ni cuidarnos a nosotros mismos, es mejor dejar que las autoridades se hagan cargo– Rubén abrazo al pequeño y beso su pequeña frente –No tenemos dinero suficiente para poder mantenerlo– agregó decepcionado el pelinegro –¿Y si lo tuviéramos lo conservaríamos?– preguntó el menor alzando su rostro –Doblas, no es una mascota que le dejas comida y lo sacas a pasear, no es un simple conservémoslo, a un niño hay que educarlo y estar con él– explicó tratando de disuadir esa idea de conservar al pequeño –Y ¿Si le pagáramos a alguien que lo cuide? Sólo falta mes y medio para acabar el año escolar, de ahí me dedicaría a trabajar y mantenerlo– suplicó –Pero cabezón, ¿De donde sacarías pasta para comprarle todo lo que necesita? y sobre todo ¿Y la niñera? Rubén, ni tú ni yo tenemos dinero– respondió Samuel –T-tengo ahorrado algo– murmuró bajando la mirada –¿Pero que dices chaval?– exclamó sorprendido por lo que le acababan de confesar –Lo tenía guardado por si algún día lo llegará a necesitar– eso probablemente cambiaría su vida.



Buenan tardes, acá en LATAM hace mucho calor ¿No?

Espero les guste

Ojos Avellana - RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora