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Terminé de desayunar y traté de ayudar a limpiar, Brayan estaba tranquilo, admirando el móvil sobre la mecedora, al dejar todo limpio, bajamos de la alacena la fórmula y algunos biberones, dejando todo a la mano para cuando llegara la niñera, le dejé el chupón puesto y me mande a bañar, mientras que mi compañero lo vigilaba haciendo su mochila que había olvidado el día anterior, fue una ducha rápida, al salir me cambié rápido para pasar un rato junto a Brayan, solo habían pasado dos días, pero le había agarrado cariño, sobre todo por la paz que me producía cargarlo y que trate de tomar mi dedo chupando lo en el proceso, le repartí muchos besitos al ver que la hora de irnos se aproximaba, ya estaba por llegar Sofía, yo solo mecía al pequeño mientras veía al castaño corriendo por todo el apartamento, tocaron la puerta a pesar de estar el timbre al lado, agradecí internamente por qué el detestable sonido que emitía fastidiaba tanto a Brayan como a mi, Rubén fue quien se acercó a recibir a la chica –Hola– saludó apenas abrió la puerta, dejando apenas ver la castaña cabellera larga.

Hola– contestó pasando su cabello por detrás de las orejas, era bonita, muy bonita; Rub nos presentó ella solo tenía un lustro más que nosotros, le enseñamos donde estaba cada cosa y dejamos nuestros números telefónicos en un papel que fue directo a la nevera, tras darle un besito en la mejilla salimos encaminados al instituto. Llegamos, Alex empezó a actuar como si se aproximará el fin del mundo, ya que Rubén había llegado junto a mi —TEMPRANO— algunas risas se hicieron presentes entre nuestros amigos, era extremadamente raro verlo tan temprano en clases, pronto como llegó Mangel empezaron a interrogar al menor sobre donde estuvo el fin de semana, y porque no les contestó el teléfono, llamé a mis amigos más cercanos, y el llamó a los suyos, estábamos en un círculo en el fondo del salón, Luzu, Guille, Lana y David por mi parte, y Mangel, Alex, Irina, Raúl, Bea, Sara y Lolito por su parte, era casi la mitad del salón y todos ellos estaban expectantes a lo que les contaríamos –Por fin dirán que están juntos– exclamó Auron ganándose una mala mirada de mi parte y risas por los demás –Chicos, esto es serio– habló Rubén, era muy extraño verlo tan serio.

Hubo un silencio algo incómodo, ordenar nuestras palabras se me hizo complicado –Tenemos un hijo– soltó como bomba, los chicos nos miraron extrañados murmurando alguna que otra cosa, creo que debía aclararlo –Explicales bien animal– le golpeé leve –El viernes cuando regresamos del trabajo tuvimos que ir por otra ruta por el paro, y encontramos a un bebé recién nacido en una caja junto a una manta con su nombre, lo acogimos y queremos adoptarlo– traté de explicarme, sus miradas atónitas estaban sobre nosotros –Pero si aún son niños– exclamó Luzu, tenía razón –Él nos necesita– afirmó en posición de defensa mi compañero de vivienda –Aprenderemos y nos haremos cargo de él, no lo dejaré solo– apretó su puño arrugando el pedazo de sudadera que tenía en su mano –¿Con que dinero lo mantendrán?– preguntó Mangel, veía como Alex reía bajo –Con nuestros sueldos y ahorros– hablé alzando mi pecho, si me sentía más seguro.

Es que sois idiotas– siguió riendo un poco más fuerte el de menor estatura –¿Saben que no tendrán tiempo para nada más? ¿No?– su sonrisa me producía cualquier cosa menos tranquilidad –¿Quién está con el ahorita? ¿Cómo estudiarán y lo cuidarán a la vez? ¿Qué harán cuando les falte el dinero?– fueron una de las preguntas que hizo, sabía que Sofía estaba con él.

Contesté paciente cada una de las preguntas que nos hicieron, querían que les mostramos una foto de él y lo iba a hacer pero entró el profesor de turno obligando a que regresáramos a nuestros sitios.

Rubén:
Estaba algo molesto por el actuar de Alex, pero parecía tener razón, éramos muy jóvenes para mantener a un crío, tomé asiento junto a Mangel en las carpetas duales en lo que llegaban algunos compañeros que faltaban en el aula, vi como llegaba una de las últimas conquistas de Sam, Silvia; no me parecía mucho que esté con ella si no sentía nada, aburrido empecé a contar con cuantas de las chicas había salido, y a cuántas había invitado porqué le naciera, el número no existía; me pareció muy extraño, él no había invitado a nadie para salir, solo aceptaba, era por eso que nunca le veíamos con alguna novia –Rub– habló mi compañero de carpeta, me saco de mis pensamientos –Oye, te habías dado cuenta que Sam nunca invita a las chicas, que ellas son las que lo persiguen– Mangel me quedó mirando un rato con una expresión de extrañeza.





Hola.

Ojos Avellana - RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora