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Eh, ¿Así es como sabes todo eso?– le preguntó e inmediatamente el otro asintió sonriendo –Y ahora tu te quejas conmigo– insinuó haciendo ademanes con sus manos –Exactamente es eso– afirmó –¿Pero porque conmigo? ¿Yo que te hice?– se trató de excusar –Más bien lo que vas a hacer– sonrió llevando dos platos con tortillas de patatas y croquetas de pollo –Voila, admira mi obra maestra– dijo enseñándole el platillo, había puesto la tortilla como un rostro y las croquetas como una cara sonriente, el mayor bufo riendo bajo –Como un niño pequeño– tomó el plato para llevarse el primer bocado a la boca –Nada mal chaval, está pasable– se burló para seguir comiendo, el castaño abultó sus labios poniendo su plato de lado, como negándose a comer –¿Qué pasa Rub?– fue ignorado y el menor le dio la espalda –¿En serio te vas a poner a hacer eso?– no recibió respuesta –Si no comes es tu problema– trató de ignorarlo un rato –Vamos Rubén, estás criando a un bebé, ya estás grandecito– y el silencio seguía –Vale, vale, perdóname, no quise molestarte– se disculpó con pesar, y el castaño esbozó una sonrisa victoriosa y tomó el cubierto para seguir comiendo.

¿Hiciste los ejercicios que dejaron en estadística?– preguntó con mucha tranquilidad, el castaño se puso pálido con una expresión de sorpresa –¿Habían dejado algo?– preguntó con la boca llena –Tío que asco– le acusó por hacerlo –¿Qué dejaron?– volvió a preguntar esperando una respuesta rápida –Hacer de la página 58 a la 61– dejó su plato a medio comer y en silencio fue por su libro y cuaderno a su habitación –Hemos tenido una semana para hacerlo y ¿Recién te enteras?– regaño entre burlas –Perdón, pero estaba haciendo el trabajo de 50 páginas sobre el reproductor masculino que entregamos mañana– agregó ocultando una sonrisa –¿Que? ¿Cuándo dejaron el trabajo?– después de ver la cara de miedo de sus compañero, permitió reírse por la broma que le había gastado –Que es broma chaval, no tenemos ningún trabajo– Samuel pudo sentir como si corazón volvía a latir –Es que eres tonto– murmuró cruzándose de brazos mientras el otro reía cubriendo su boca –Sabes, toma mi libro, copia los ejercicios pero cambiales algunas cosas– le dijo al menor, quién se le iluminaron los ojos al escuchar aquel acto de bondad –Gracias Samu– abrazó para luego volver a hablar –No homo– ambos soltaron una pequeña risa.

En ese momento Brayan empezó a llorar levantándose de su siesta reclamando la atención de ambos chicos –Mira, parece que salió celoso– acotó el pelinegro cargándolo para pegarlo a su pecho, el menor lo quedó mirando con una expresión algo triste por lo que tenía que hacer si tarea –Ve, acaba rápido para poder estar los tres juntitos– alentó tranquilizando al bebé –¿No puedo hacerlo después?– pidió poniendo su cabeza de lado –Rubén...– llamó en forma de llamada de atención –Ya, ya, ahorita lo hago– respondió buscando el libro del moreno –Vamos al mueble Samuelito– le dijo hablándole al pequeño –No le digas Samuel– gritó el castaño desde el cuarto del moreno buscando su libro –Esta en la repisa alta– contestó mientras hablaba con Brayan que ya estaba tranquilito tratando de tocar la barba del mayor con sus manitas –Que hermoso eres Chiqui– halagó al pequeño entre sus brazos –Lo sé– respondió Rubén apareciéndose en la sala acomodándose el cabello, su compañero río bajo para volver a prestarle su completa atención a Brayan –Rub ¿Qué les diremos a los chicos?– preguntó meciendo el bebé mientras caminaba por el apartamento –Solo les diremos la verdad, igual lo descubrirán–.

Tras terminar los ejercicios guardó todo rápidamente para poder estar con el pequeño, pero estaba ya durmiendo –Lo siento Rub– posó una de sus manos por sobre el hombro del castaño –Sé que querías estar con él un rato, me voy a bañar, ¿Crees que puedas mirarlo en ese tiempo?– preguntó medio sonriendo –Si, claro– contesto pausadamente tomando el móvil para sentarse a su lado –Vengo al rato– lo dejo solo, Rubén apagó el celular para dejarlo de lado y prestar atención al pequeño, vio como dormido parecía estar tomando leche por la forma en la que se movían sus labios, le dio ternura, pero recordó que el doctor le había dicho que una forma de que el bebé comunique que tenía hambre era culpar superficies o hacer que chupaba algo, y sin quitarle la vista de encima de acercó a tomar una de esas fórmulas para tenerla lista cuando se levantará, puso un poco de música en volumen bajo y saco la lata de la alacena para después tenerlo todo listo. Sonaba suave Vino Tinto de Estopa en el altavoz, se podía ver al castaño cantando bajito mientras bailaba por la pequeña cocina, ya estaba listo el biberón.




Perdón que no estoy entrando mucho a Wattpad, o a mi celular en realidad.

Espero que tengan un muy buen día, o lo que queda de él.

Y espero que hayan disfrutado del capítulo.

Ojos Avellana - RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora