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Tomó las temperatura antes de llevarla a la sala, el pequeño se movía sobre su lugar; Rubén logró cargarlo despacio sin despertarlo, una vez en los brazos del menor, el bebé se tranquilizó atrapando entre sus manitas uno de los dedos de su mano, no sabía cómo tomar el biberón que había dejado sobre la mesa, liberó su mano y tomó rápidamente el biberón y lo puso en su boca, ingiriendo inmediatamente el líquido dentro de él –Hostia que apetito tienes– murmuró al ver como bajaba el contendido del recipiente, el olor del ambiente cambio, y no para bien –Sam ¿Ya sales?– preguntó caminando fuera del baño –Si, en menos de un minuto– respondió desde el otro lado de la puerta –Te recomiendo que no salgas– se abrió la puerta dando a conocer el torso desnudo y el cabello mojado de su compañero –¿Por qué lo dices chaval?– preguntó antes de darse cuento –Pff, como apesta– cubrió su nariz con la toalla que tenía en mano –Brayan hizo popo– alzó al bebé a la altura de la cabeza del mayor –Pero mírale como sonríe– dijo al verle la mueca que asemejaba a una sonrisa –Tienes que aprender a cambiar pañales tío–.

El mayor miró con pesar antes de colgar en un gancho su toalla –Vamos– musitó desganado tomando un pañal y pomada para cambiarlo –Te falta el cambiador y las toallitas húmedas– agregó pasándole lo nombrado, él solo sonrió sarcásticamente y echó al bebé sobre el plástico –Aguanta la respiración, quítale el pañal presionando hacia abajo y envuélvelo como doblando, ajá, así está bien– sonrió al ver que ya iba por las mías del proceso –Ahora toma las toallitas y límpiale desde atrás hacia adelante– vio que iba bien y le pasó el pañal limpió –Ahora ponlo por debajo de su trasero y ponle la pomada– al terminar Samuel alzó al bebé como en el Rey León –¿Ahí está bien?– preguntó confundido esperando una respuesta afirmativa –Si, excelente– alzó su pulgar, el moreno tomó en brazos al pequeño y empezó a caminar con él –¿Ahora que hacemos?– preguntó con el bebé –Hora de estimulación– sonrió nuevamente sacando una pequeña brocha –¿Leíste la página que te mandé?– preguntó tomando al bebé para recostarse en el mueble echando al bebé sobre sus piernas –¿No?– respondió, el castaño giró sus ojos –Solo era un artículo macho– se quejó terminándose de acomodar.

¿Estimulación temprana? ¿Para que nos va a servir eso?– Preguntó leyendo el título del artículo que el castaño le había mandado –Para que cuando sea más grandecito pueda caminar más rápido– respondió sin mirarlo –Como que falta bastante para eso, ¿No crees que sería mejor hacerlo cuando este más mayorcito?– le preguntó viendo como el bebé se trataba de mover sobre su sitio –Bueno, puede que tengas razón– tomó al bebé sin saber que hacer con él –¿Quieres ver una película?– preguntó el moreno tomando el control remoto colocándolo en el HDMI –Pon una animada, para que Brayan no se asuste– pidió acariciando al pequeño –Sabes, ponla tu– le entregó el control tomando al bebé, quería mimarlo un rato –Vale, veremos un corto de terror para niños, para que Brayan crezca valiente como su padre– dijo sacando pecho, a lo cual Samuel no aguanto las risas tratando de normalizar su respiración –Pero si tú le temes hasta a tu propia sombra– siguió riendo –Fue solo una vez...– murmuró cruzándose de brazos –Voy a poner Toy Story de terror– habló bajito abultado sus labios, conecto el Chromecast al televisor y se echó sobre el mueble a abrazando un cojín fuertemente en lo que empezaba el corto.–¡Coño!– gritó cuando asustaron a uno de los muñecos –La boca– reclamó el moreno con el bebé en brazos acariciando sus escasos cabellos castaños –Pero es que asusta– se excusó cruzándose de brazos –Cuando accedí a criar al pequeño, no dije que a ti también– río por su broma –Ni diji qii i ti timbiin– imitó dándole la espalda, un sonido eléctrico de hizo presente, erizando la piel del menor –S-Sam– dijo apegándose a él y al bebé, quién lloro por el cambio repentino –Rub, solo se cortó la luz– balanceó para tener a Brayan en un brazo, y con el otro tomar la mano de Rubén –Ya volverá– calmó acariciando con su pulgar el lomo de su mano –Pero así paso también en el corto– se quejó –Pero esos son dibujos, aparte termina en que todos están bien y las huellas eran del reptil mascota que tenían– eso no tranquilizó mucho al castaño, de pequeño había tenido malas experiencias con una iguala, la cual hizo que en adelante detestara los reptiles, tembló un poco y Samuel sonrió, era como un niñito con miedo, le dio más ternura que molestia cuando se aferró a su brazo –Hasta Brayan se calmó antes que tú– le refregó.


AAAAA

Ya empezaron mis clases, F.

Espero que les guste el capítulo.

Ojos Avellana - RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora