Día 1: Reencuentro. (1/4)

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Llevaba días sin entrar de servicio, las constantes quejas de los cadetes de la LSPD, los reclamos de los comisarios y la indiferencia por parte de los Sheriff comenzaban a incomodarle en su trabajo.

Se tomó unos días los cuales dedicó a trabajar con Dante, Adam, Dominik y Kate, intentando hacer crecer su pequeña organización para conseguir contactos más poderosos y así finalmente obtener información de las mafias más fuertes de la ciudad.

No habían hecho nada interesante, se habían dedicado a liarla por la ciudad, aprovechando así para fastidiar a la policía por quejarse de él.

Se encontraba riendo junto con Dante, mientras escapaban de la policía en una moto robada. Conducía a toda velocidad y metiéndose entre callejones y túneles que en sus tiempos libres se dedicaba a encontrar por la ciudad.

Reían, burlándose de la incompetencia de la malla y de lo desocupados que tendrían que estar para ir todos a por un robo de motos.
Aún no lograban perderlos, pero estaban seguros de que lo lograrían, siempre lograban escapar cuando el mago iba de conductor, su habilidad con la moto no era algo para poner en duda.

-Caballero, detenga el vehículo, repito, detenga el vehículo. - se escuchó a través de un megáfono.

Aquella voz gruesa, con ese acento marcado y su típico tono serio, era inconfundible.
Eso bastó para petrificarlo, dejando de reir de inmediato y perdiendo el equilibrio, consiguiendo estrellarse en una de las farolas que iluminaban la calle.

Se levantó como pudo, adolorido por el choque. Intentó levantarse para escapar a pie, pero un dolor punzante lo hizo caer nuevamente al piso, la descarga eléctrica recorrió todo su cuerpo, obligándolo a quedarse en su posición.

Su corazón comenzaba a acelerarse y, desafiando a la ciencia, se detenía a la vez. Sentía el ardor en su pecho incrementar conforme se acercaba el pesado sonido de los pasos a sus espaldas. No podía ser él, él se había ido, lo había abandonado, como todos los demás. ¿O no?

Finalmente los pasos se detuvieron, sintiendo cómo su cuerpo era levantado bruscamente del piso y apoyado en una de las paredes, soltando un gruñido del dolor al ser obligado a ponerse de pie. Las esposas rodearon sus muñecas y fue llevado prácticamente arrastrado a uno de los patrullas que se encontraban en la zona.

En todo el trayecto se había negado a levantar la mirada, sumado al dolor de los golpes que le obligaba a cerrar fuertemente los ojos para evitar quejarse.
Una vez en el patrulla, finalmente soltó un suspiro, intentando calmar la molesta sensación que le recorría todo el cuerpo después de ser taseado, decidiendo levantar la mirada para observar por el retrovisor, únicamente para confirmar que todo fuera real.

Lo era. Su cabello platinado peinado perfectamente hacia atrás, su barba de pocos días delineada cuidadosamente, esa camiseta roja que emanaba el característico olor de su perfume combinado con el vodka, y lo peor: esos ojos grises que lo observaban a través del espejo.

-¿Por qué lo hizo, Horacio?- se sorprendió al escuchar su nombre, llevaba una mascarilla puesta y no pensó ser reconocido. - sus ojos - como si pudiera leerle la mente, respondió a su pregunta.

-¿Mis ojos qué? - simuló indiferencia, como si aún pretendiera no haber sido reconocido.

-Es usted la única persona que conozco que tiene los ojos de diferente color. - respondió, arrepintiéndose enseguida de su respuesta. - ¿es acaso usted del lado de los malos ahora? - atacó con una nueva pregunta, intentando cambiar el tema.

-Yo ya no sé cuál es el lado de los malos, Volkov. - respondió sin más.

-Usted sabe a lo que me refiero. - habló firme.

-Oh, ¿te refieres a si abandoné el FBI? No, comisario, qué más quisiera. - hablaba con cinismo, pero se notaba un deje de tristeza en su voz.

-Me alegro. - no sabía qué responder, al final, él también había sido forzado a volver de sus vacaciones.

-¿De qué se alegra exactamente, Volkov? ¿De que no abandoné la policía? ¿De que todos estos meses, mientras usted estaba de vacaciones disfrutando la vida en algún lugar perdido del mundo, yo me encontraba haciendo de niñera con su malla? ¿se alegra de que ya no soy un "retrasado"?, ¿de qué se alegra, Volkov? - escupía las palabras con rabia, ¿cómo se atrevía a hablarle como si nada después de ausentarse por meses?

- ¿Y usted de qué se queja? ¿Con qué derecho me reprocha después de haber sido usted quien me dejó en coma por años? ¿Usted se alegra de eso? Yo también estuve solo, por años encargándome de la malla porque todos ustedes desaparecieron, dejándome a mí a cargo de la ciudad. - ambos sabían que el contrario tenía razón, pero no lo admitirían.

-¿Quiere que le pida disculpas? Oh, lo siento Volkov, lo siento por haber sido manipulado y presionado cuando aún era un chico al que nadie tomaba en cuenta para nada. Pero claro, es que todo es mi culpa, ¿no? - sentía su cuerpo arder en la ira y al mismo tiempo hundirse en tristeza, toda la culpa que sintió por años la canalizaba ahora en escupitajos de sarcasmo y furia.

-Yo no necesito sus disculpas, para alguien a quien le importe. - respondió, sintiéndo su pecho doler por sus propias palabras. No era eso lo que había pensado decir en su reencuentro con el de cresta, pero él tampoco había reaccionado de la mejor manera.

Horacio se limitó a guardar silencio antes de añadir aún más tensión al ambiente, si es que eso era posible. No admitiría en voz alta que esas últimas palabras le habían dolido más de lo que esperaba.

Volkov colocó finalmente las llaves del patrulla, arrancando y poniendo dirección a la comisaría, ignorando la presión en su pecho y el nudo en su garganta después de aquella discusión.

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Espero que les guste este día 1.

Los capítulos en este AU no tengo demasiado tiempo para escribirlos, revisarlos y editarlos, tomando en cuenta que es algo de todos los días (y me disculpo desde ya si algún día llego a faltar).

Aún así, espero que lo disfruten. 💖

ValentineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora