Día 23: Primera vez. (+18)

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—Leer bajo tu responsabilidad.

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Su relación transcurría con calma, paso a paso y con cuidado. Desde su reencuentro, cada pequeño avance era un logro, cuando se reconciliaron, la primera vez que entrelazaron sus dedos, su primer beso, la celebración de su primer mes, su primera cita.

No tenían prisa alguna, querían disfrutar los días que pasaban juntos, pues por su trabajo, sabía que aquellos días podían terminar abruptamente en cualquier momento.

Volkov no tenía problema con ir lento, había sido propuesta del federal hacerlo y agradecía no haber tenido que decirlo él.

Horacio comenzó a arrepentirse de su propuesta pocas semanas después de comenzar, pues él siempre había sido una persona muy física, por lo que el tener que resistirse a besarlo los primeros días era algo complicado.

Sin embargo, entendía que el ruso era una persona que necesitaba su propio espacio y por eso había propuesto aquello, sabía que Volkov no lo diría, pero lo pensaba.

En algunas ocasiones, los tiernos besos inocentes subían de tono, dejándolos sin aliento, pero no llegaban a más. Siempre eran interrumpidos por algún mensaje, alguna llamada o alguna persona que rompía completamente el ambiente, haciendo los colores subir a sus rostros y ocasionando que Horacio tuviera que ir al baño a resolver su problema.

Volkov no prestaba demasiada atención a esas ocasiones, a pesar de que tenía intenciones de llegar a más, la vergüenza le ganaba cuando los interrumpían, haciéndolo retroceder en su decisión.

Hasta que uno de esos días escuchó un contenido gemido de Horacio en el baño del apartamento, después de haber sido interrumpidos por una llamada de Kovacs, quien sólo avisaba que tenía listos unos informes que el ruso había solicitado con anterioridad.

Escuchar aquél gemido hizo a su cuerpo reaccionar más de lo que esperaba, teniendo que ir a otro de los baños de la casa a lavarse la cara con agua fría para relajarse.

Pero la idea se había quedado clavada en su mente, ambos comenzaban a tener prisa por dar ese paso, el deseo comenzaba a incrementar y sus cuerpos no podían contenerlo.

Decidido, decidió invitar a su pareja a una cena romántica, quería que aquella noche todo fuera perfecto. Para él, era un avance especial y quería hacer de la velada algo inolvidable.

Sabía que quizá muchas personas se burlarían y le dirían anticuado, pero él mejor que nadie era consciente de que esos detalles hacían a Horacio derretirse, así que no dudaba ni un segundo en tenerlos con él.

Compró algunas velas y decidió pedir comida italiana; no quería arriesgarse intentando cocinar algo y que saliera mal.
También compró una botella de vino, a pesar de que era su bebida alcohólica menos preferida, sabía que al moreno le gustaba bastante y que le daba al ambiente un toque especial.

Invitó a Horacio a su casa, el plan era cenar y después ver si ocurría algo, aunque estaba seguro de que ocurriría, pues los últimos días no podían evitar que el ambiente se calentara cuando se encontraban a solas.

Finalmente llegó la hora de cenar, escuchando el timbre de su casa indicar la llegada de su novio y corriendo a abrirle al instante. Lo invitó a pasar haciéndose a un lado y estirando su mano en dirección al interior.

ValentineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora