Día 15: Primer beso.

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Veía a la gente pasar alrededor. Parejas tomadas de la manos, miradas cómplices, caricias discretas, besos tímidos.

¿Eso era el amor? Siempre había escuchado a todos hablar sobre él, pero nunca había logrado sentirlo. Lo había intentado, pero a pesar de imitar las cariñosas acciones que aquellas parejas de la calle realizaban, no lograba sentirlo.

No sentía nada especial en aquellos besos, aquellas miradas o en esas caricias. ¿Acaso estaba roto? ¿No podía amar?

Le habían descrito el amor de muchas maneras, y no había logrado sentirlo en ninguna de ellas.

¿Había amado en alguna de sus vidas pasadas? ¿Acaso amó tanto que se le agotó aquella capacidad? ¿Su alma acaso habría recibido algún castigo eterno por algún motivo?

Múltiples hechizos y múltiples pócimas había intentado, pero ninguno parecía funcionar en él. ¿Era inmune al amor?

Apenas notó cuando se había adentrado ya en aquél bosque, rodeado de altos árboles, cuyas copas parecían tener algún inevitable magnetismo que les impedía tocarse. Le recordaron a él. Tal vez era como esos árboles. Tal vez simplemente su corazón era incapaz de unirse con el de alguien más.

Su magia podía lograr cualquier cosa, pero no había logrado hacerlo amar.

Se dejó caer de espaldas, apoyado en uno de los gruesos troncos, sintiendo un río crearse en el borde de sus ojos, que pronto se desbordaría por sus pensamientos.

Miraba la luna, tan blanca, brillante y hermosa. Solitaria, lejana en algún lugar de la galaxia. Tal vez eso le brindaba un poco de consuelo.

"La luna está sola, y nunca deja de brillar", se decía a sí mismo.

Eso le consolaba unos momentos, pero no era suficiente. Se recordaba que la Luna tampoco estaba sola. La Luna reflejaba la luz del sol, ese brillo peculiar era lo que la hacía tan hermosa.

¿Podría él encontrar su sol?

Un pesado suspiro liberó un poco de la carga que su corazón tenía que soportar.

Si no puede sentir amor, ¿por qué podía sentir dolor? ¿era eso una cruel broma del destino? ¿una mala jugada de la vida?

Tal vez lo que le decían era cierto, y él se negaba a creer que era así. Siempre quiso pensar que el amor era voluntario, que uno es capaz de elegir cómo y a quién amar. Su mala experiencia le llevaba la contraria.

Tal vez la gente no estaba tan equivocada después de todo. Tal vez eran cosas del destino. Tal vez en su solitario existir, sólo debía esperar, quizá podría reconocer a la persona que curaría su mal al mirarle.

Divagaba por sus pensamientos y al mismo tiempo por el bosque, miraba a su alrededor, resignado a dejarse caer en manos del destino. Quizá el amor se esconde de aquellos que lo buscan.

Quizá el amor es como un pequeño y tímido felino, que te acecha cuando no te das cuenta, pero si te apresuras puedes ahuyentarlo. Hay que ganarse su confianza, dejarle venir a ti, entonces podrás sentirlo.

Sintió los rayos de sol acariciarle el rostro, levantando la mirada, que hasta el momento se había mantenido fija en el suelo, para observar de donde provenían. Hasta el momento los grandes árboles le habían cubierto del sol.

Un pequeño claro a mitad del bosque se abría paso ante sus ojos, los rayos de sol colándose por las espaciadas grietas que había entre los árboles en ese sitio. El pasto verde, vivo, y justo enmedio, un hombre.

Se encontraba sentado con las piernas dobladas hacia un costado, reposando sobre su brazo izquierdo mientras con los dedos de su mano derecha sostenía una frágil mariposa, blanca como la luna, con manchas amarillas, como el sol.

Su piel canela, su cabello peinado delicadamente hacia arriba en una cresta plateada que reflejaba divinamente los rayos solares. Unos tatuajes decoraban su piel y un fino delineado decoraba sus párpados.

El desconocido levantó la mirada, mirándolo a él.

Su corazón latió.

Esos orbes bicolores que le observaban con curiosidad y brillaban con emoción. Sus manos comenzaron a sudar y finalmente lo experimentó.

Pudo sentir el pequeño revoloteo en el estómago que tanto le describían, y su corazón parecía querer salirse de su pecho, para entregarse al de alguien más.

¿Todo aquello lo ocasionó una sola persona?

Le correspondió a la mirada, impactando el profundo gris contra aquellos bicolores del que parecía ser la más hermosa creación de la naturaleza.

—Horacio — se presentó el causante de aquellas emociones.

—Volkov — se presentó de regreso, en un susurro, incrédulo ante la divina imagen que se presentaba ante sus ojos.

Un magnetismo inevitable lo llevaba hacia él, sus almas parecían conocerse, esa dulce mirada bicolor lo había encantado.

No conocía hechizo tan poderoso como el que los orbes le lanzaron, atrayente, tentador, inevitable. Los rosados y carnosos labios le llamaban con fervor, era inevitable.

Tal vez su alma no estaba condenada, tal vez su alma simplemente esperaba aquél momento. Tal vez nació para amarle únicamente a él.

¿Podía enamorarse de alguien a quien acababa de conocer? No era necesario escuchar la respuesta, porque ya lo había hecho.

Obedeció al destino, siguiendo su instinto, aproximándose con cautela, mientras el moreno se levantaba del suave césped que adornaba la tierra.

Quedaron frente a frente, observándose con intensidad. Parecía que sus almas se conocían, se sincronizaban. La compañía de aquél divino ser hacía que su alma se apaciguara, sintiéndose finalmente como en casa.

Tomó su rostro, con delicadeza, casi asegurándose que era real, observando cada fino detalle de su ser. Su cuerpo se movía por sí solo, aproximándose lentamente, sin intentar evitarlo, el contrario tampoco intentaba alejarse.

Finalmente ocurrió, sintió el delicado roce de sus belfos, un suave vaivén, como la espuma del mar, que creaba todo un maremoto de sensaciones dentro de sí.

No era primera vez que besaba a alguien, pero sí la primera vez que aquél íntimo contacto ocasionaba algo en él.

Envueltos en aquel suave beso lo entendieron, se habían estado buscando, sin saberlo. Sus almas se pertenecían, se amaban, se correspondían.

Se entregaron al conjuro eterno, dejándose llevar, entregando sus almas mutuamente, sincronizándose en uno mismo, como lo había hecho ya en miles de vidas y como lo haría en mil vidas más.

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Espero que les haya gustado. Personalmente, es mi favorito. 💖

Tiene un ambiente más mágico y no está en el universo del canon, espero aún así les agrade 💖

Está inspirada en la canción de Rata Blanca (La leyenda del Hada y el Mago) 💖

Gracias por leer.

ValentineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora