Día 18: Bailando juntos.

360 47 6
                                    

Finalmente habían encontrado el apartamento perfecto. Estaba situado en un punto medio entre comisaría y la sede del FBI, por lo que era conveniente para ambos.

Habían elegido uno con dos habitaciones, pues a ambos les gustaba tener su propio espacio. A Volkov le agradaba tener un sitio sobrio, tranquilo, y a Horacio le encantaba decorar con pósters, además de poder así tener un clóset propio dónde guardar toda la ropa que planeaba comprarse.

Sabían que terminarían durmiendo juntos en alguna de las dos camas, pero la idea de poder tener un sitio propio para ellos hacía que el vivir juntos sea más llevadero, sobretodo con sus personalidades tan contrarias.

La mudanza había comenzado ya, las cajas llenaban el lugar y no había muebles por ningún lado. Pasaron los primeros días durmiendo en un edredón en el piso de la sala, sacando su ropa de las cajas cuando la necesitaban y pidiendo comida a domicilio, pues tampoco habían hecho aún las compras.

Habían estado bastante ocupados en el trabajo, por lo que constantemente posponían la idea de comenzar a ordenar la casa para que parezca finalmente un hogar.

Llegó el fin de semana, se fueron a dormir con diferentes ideas en mente. Volkov pensaba que por fin tendrían tiempo de descansar, después de las ocupadas horas laborales que habían llevado.

Por el contrario, Horacio estaba ya cansado de dormir rodeado de cajas en un edredón del piso y esto comenzaba a pasarle factura con dolores de espalda y cuello.

Despertó gracias al ruido que no dejaba de perturbar su sueño, abriendo los ojos con molestia para buscar al causante, creía que sería algún vecino que estaría de fiesta, por lo que se puso los zapatos, preparado para ir a reclamar.

Cuando se disponía a seguir la fuente del ruido, se dió cuenta que éste provenía desde dentro de su piso. Comenzó a caminar por el apartamento, hasta llegar al que sería el cuarto de Horacio, encontrando finalmente el núcleo de la fuerte música.

Ahí pudo ver al moreno, bailando al ritmo de las diferentes canciones que sonaban en la emisora brasileña que había encontrado de casualidad hace algunos días.

Éste meneaba la cadera mientras armaba un pequeño mueble que le serviría como tocador, donde pondría su maquillaje y sus artículos para el cabello.

Comenzó a pasar su vista por el cuarto, dándose cuenta que ya habían algunos pósters en la pared, además de que una parte de la ropa de su pareja ya se encontraba en el clóset.

Miró la hora: 8:00 a.m. "¿A qué hora se habrá levantado para comenzar a ordenar?", pensó.

Seguía mirando curioso las cosas que se encontraban ya en su lugar y algunas otras que se encontraban tiradas aún por el suelo, cuando sintió unos brazos rodearle por el pecho.

Suspiró, dejando un suave beso en la cabeza de su pareja, mientras correspondía al abrazo como podía, pues sus brazos habían quedado atrapados por el moreno.

—Buenos días — habló primero el de cresta, con una amplia sonrisa.

—Buenos días — respondió con la voz algo adormilada aún.

—¿Aún sigues dormido? ¡Pero si es fin de semana, hay que aprovecharlo! — habló emocionado — Ven, baila para que despiertes. — separó el abrazo, comenzando a jalar de los brazos al peligris.

—Sabes que yo no bailo — contrario a sus palabras, no ponía fuerza para resistirse.

Horacio comenzó a jalar un brazo y luego el otro, causando así un forzado movimiento de hombros en el más alto, mientras él movía todo su cuerpo emocionado.

—¡Pero suéltate un poco! — no pudo negarse al verlo tan emocionado con la idea, así que suspiró, rodando los ojos con una ligera sonrisa. Lo intentaría por él.

Comenzó a intentar moverse, estando aún algo rígido y tímido, movía suavemente los hombros intentando seguirle el ritmo al moreno, quien había ya soltado sus brazos y cerrado los ojos, sintiendo la música.

Horacio abrió sus ojos un poco, viendo cómo el más alto se movía torpemente, mostrando una sonrisa de labios abiertos, emocionado al verle intentando bailar por sí mismo.

—Cierra los ojos y siéntelo — le dijo suavemente, tomando su cintura con sus brazos mientras el peligris posaba sus manos en sus hombros, quedando en una postura extraña debido a la ligera diferencia de tamaños.

Comenzó a moverse suave, intentando guiar al ruso, quien obedeció, cerrando los ojos y suspirando para liberar un poco la rigidez de su cuerpo.

El de cresta pudo sentir el cuerpo de Viktor relajarse, haciendo más fácil guiarle a través del agarre de la cintura.

Se movían lentamente de un lado a otro, como si de un vals se tratase, ignorando por completo las movidas canciones que sonaban a través de la radio.

Danzaban a su propio ritmo y estilo, perdidos en su propia burbuja, la radio se había vuelto un ruido de fondo, y ahora creaban su propia melodía a través de la sincronía que llevaban sus cuerpos.

Volkov abrió los ojos lentamente, bajando un poco la vista y encontrándose con los dulces orbes bicolores que le dirigían una mirada tierna, conmovida.

—Gracias — el ruso lo miro confundido — por bailar conmigo. — terminó la frase, sonriendo con ternura.

—Gracias por enseñarme a bailar — respondió el ruso, riendo ligeramente ante su propio comentario.

—Bueno, como pago por las clases ahora tienes que ayudarme a ordenar — sus rostros se encontraban cada vez más cerca, en un juego de ver quién rompía la distancia primero.

Ambos rieron, siendo el ruso quien perdió ante aquella sonrisa, cortando la distancia y dejando un suave beso en sus labios.

Tal vez sería un reto acostumbrarse a vivir juntos, pero cualquier reto valía la pena sólo por él.



****************

Espero que les haya gustado. 💖

Gracias por leer, comentar y votar, me animan muchísimo. <3

ValentineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora