El día de su plan había llegado. Decidió llevarlo a cabo el día 14, tal vez el ambiente del día le ayudaría a encontrarse al ruso menos irritable.
Además, ese día probablemente muchos agentes no trabajarían, por lo que evitaría así hacer un show a mitad de comisaría y llamar la atención.
Había escrito en una pequeña hoja lo que tenía pensado decirle. Primero se disculparía y luego se limitaría a escuchar lo que el ruso tenga que decirle. No se quejaría si le golpeaba. Se lo merecía.
Aceptaría cualquier cosa para llevar un buen ambiente laboral, era necesario para desarrollar bien su trabajo y cumplir su labor.
Llegó temprano a comisaría, sabía que el comisario comenzaba a trabajar aproximadamente a las 9 am, por lo que había procurado llegar a las 7:30 para esperarle en su despacho.
Tenía a Willy de cómplice, éste se colocaría en la puerta de comisaría y le avisaría por radio cuando el comisario llegara a trabajar. Serafine estaba de viaje, así que él no había tenido problema alguno en asistir al trabajo y le gustaba poder ayudar a H con sus problemas. Además de que el cotilleo podía con él.
Se encontraba de pie frente al escritorio del ruso, con una pequeña caja de chocolates Alenka. En una rápida búsqueda en google había encontrado que era de las marcas más populares en su país natal, así que había decidido conseguirle unos cuantos.
Movía nervioso la pierna derecha, mientras con la mano con la que no sostenía la caja jugueteaba con el papel donde tenía escrito su discurso. Intentó suspirar, como si con eso lograra expulsar de su cuerpo todo el nerviosismo que le había llenado de un momento a otro.
—Acaba de bajar del auto — se escuchó por la radio la voz de Willy.
Un escalofrío le recorrió el cuerpo.
No.
No podía.
No podía enfrentarlo.
Dejó la pequeña caja de chocolates encima del escritorio y salió rápidamente del lugar. Estaba comenzando a hiperventilar y necesitaba tomar un poco de aire.
Comenzó a ir rápidamente hacia el ascensor, presionando desesperado el botón que lo llevaría a la planta baja. Cuando el ascensor se detuvo, las puertas se abrieron y ahí se encontraba el ruso.
Sintió su corazón querer salirse de su pecho en ese momento, las piernas querían fallarle. Las manos le sudaban y sentía su piel arder por dentro.
No podía tratar con el ruso ahora, sólo haría todo peor.
Así que decidió empujarle a un costado, corriendo hacia la salida pasando junto de Willy, quien comenzó a ir tras de él extrañado hasta que sintió una mano en su hombro.
El ruso le hizo una señal de que se detuviera, siendo él quien ahora caminaba hacia la dirección en la que salió Horacio.
Lo observó a lo lejos, de pie en el estacionamiento recargado en uno de los autos, respirando pesadamente.
Se acercó despacio, deteniéndose justo enfrente de él, posando una mano en cada uno de sus hombros, haciendo que éste levantara la mirada, dirigiéndola justo hacia sus ojos.
—Respire tranquilo — habló en una voz suave — inhale — inhaló, asintiendo con la cabeza para que Horacio le imite — uno, dos, tres, exhale — comenzó a sacar el aire lentamente. Horacio le imitaba, comenzando a sentir su respiración regularse y sus párpados comenzar a pesar tras bajar la adrenalina liberada en el momento.
Volkov le tomó de los hombros, caminando junto con él de regreso a su despacho. Horacio se encontraba más tranquilo al darse cuenta de la delicadeza que había tenido el ruso con él.
Entraron al ascensor, envueltos en un silencio cómodo para ambos. Horacio miraba hacia el suelo y Volkov le observaba por el rabillo del ojo.
Llegando al despacho, Horacio recordó enseguida los chocolates, sintiendo el nerviosismo recorrer su cuerpo nuevamente. Por suerte, esta vez era un nerviosismo normal, así que pudo continuar, entrando ambos a la oficina.
El ruso observó la pequeña caja encima del escritorio, tomándola con cuidado, dándose cuenta del pequeño papel que reposaba encima de ella. Reconoció la letra enseguida, sintiendo una sonrisa dibujarse en su rostro.
Se dió la vuelta, encarando a Horacio, quien tenía las mejillas enrojecidas y la cabeza baja, con timidez. Miró nuevamente la caja, notando la marca de los chocolates, logrando únicamente hacer más amplia su sonrisa.
Se acercó con cuidado, envolviéndolo nervioso entre sus brazos en forma de agradecimiento. No estaba acostumbrado a esos gestos tan cercanos, pero no podía evitar tenerlos con él.
—Yo... lo siento, Volkov — habló el más bajo en un susurro.
—Lo sé, pero no es su culpa. — respondió en el mismo tono de voz.
—Yo... yo sólo quería protegerte e hice todo lo contrario. — comenzó a separarse del abrazo.
—Eso es pasado ya. Ahora somos diferentes. — intentó sonreír un poco, de esas sonrisas tímidas que le regalaba solo a él.
Horacio le correspondió, sonriendo mientras secaba las lágrimas que sin darse cuenta habían comenzado a deslizarse por sus mejillas.
No pudo resistir la calidez que comenzaba a crecer en su pecho, lanzándose nuevamente a abrazarlo, ahora con mucha más emoción, apretando un poco más de lo normal.
Volkov reposó su cabeza encima de su cabello. Era consciente del daño que se hicieron en un pasado. Pero aprenderían de sus errores, después de todo, sólo quedaban ellos dos.
Avanzarían y saldrían adelante. Ya no valía la pena reprocharse errores del pasado.
Cumplirían aquella promesa hecha en esa isla años atrás.
Saldrían de ésta juntos.
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Bueno, esta es la parte (2/2)💖
Espero que les guste, feliz San Valentín a todos.
Gracias por leer, votar y comentar, me animan muchísimo.💖
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Valentine
RomanceEste libro está hecho por el #VolkacioValentine. Habrá pequeños one-shots y algunos mini-au de algunos pocos capítulos. Espero que les guste.