Día 27: Familia (3/4)

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Pasaron a comprar algunos dulces de camino al orfanato, llegando así con algunas bolsas en las manos.

Entraron a la pequeña oficina, sonriéndole a la directora, quien se encontraba ya esperando con los documentos de la adopción preparados para firmarse.

Saludaron cordialmente, mientras les notificaban que el niño llegaría a la oficina en breves.

Probablemente fueron los minutos más largos de sus vidas, hasta que finalmente escucharon la puerta abrirse para dar paso a una de las cuidadoras, la cual traía de la mano al pequeño.

Apenas entró les regaló una sonrisa a ambos hombres, dirigiendo su vista enseguida hacia las bolsas que tenían en las manos, recibiendo un asentimiento de cabeza por parte de ambos, quien sacaron algunos de los dulces y se los entregaron.

- Gracias – dijo, recibiendo los dulces con una sonrisa. Ambos hombres se agacharon para quedar a su altura, antes de comenzar a explicarle la situación.

- Dylan – pronunció el ruso – hoy es un día especial – sonrió.

- ¿Es tu cumpleaños? – preguntó inocente - ¡Feliz cumpleaños! – gritó con emoción, abrazándole por el cuello.

- No, no es mi cumpleaños – respondió, correspondiéndole al abrazo, mientras reía levemente.

- ¿Entonces? ¿Es cumpleaños de Horacio? – habló confundido, separándose un poco.

- No, tampoco es mi cumpleaños – respondió el moreno, mirándolo con ternura.

- No entiendo.

- Hoy te podremos llevar con nosotros a casa – comenzó Horacio – claro, si tú quieres – le tomó de las manitas, sonriéndole.

- ¿De visita? ¡Quiero conocer a Mika! – comenzó a dar pequeños saltos, emocionado.

- Bueno, no realmente – habló el ruso, recibiendo una mirada confundida – nos referimos a que, si tú quieres, a partir de hoy podemos ser tus padres – su corazón se aceleraba ante la expectativa de la respuesta.

- ¿Mis papis? ¿o sea que me puedo ir a vivir con ustedes si yo quiero? – recibió un asentimiento de cabeza por parte de ambos.

- ¡Sí quiero!, ¡Sí quiero! – comenzó a dar pequeños saltos nuevamente - ¿viviré con Mika y con Webo? – se detuvo un momento.

- Claro, con Mika, Webo, y nosotros dos – explicó el de cresta.

- ¡Sí! ¿Cuándo nos vamos? ¿Puedo comenzar a empacar? ¡Ya quiero jugar con Mika! – ambos le miraban con ternura, asintiendo nuevamente con la cabeza.

- Sólo déjanos firmar unas cuantas cosas y ya podrás irte con nosotros – habló el ruso – podemos ir hoy mismo a comprar tu cama y cosas para tu habitación.

- ¿Una habitación? ¿Para mí solo? – sus ojos se abrieron en sorpresa.

- Sí, para ti solo, y podrás decorarla como quieras – respondió Horacio mientras el ruso comenzaba a revisar los papeles. El niño abrió los ojos aún más, con un brillo indescriptible en la mirada.

-Ven, Dylan, vamos a empacar – habló la cuidadora que lo había traído – dejemos a los señores terminar el papeleo – le tomó la mano, saliendo de la oficina.

La pareja terminó de firmar y entregar la documentación necesaria, finalmente saliendo de la pequeña oficina en dirección al sitio donde se encontraba Dylan, terminando de meter sus cosas en una pequeña maleta.

Al llegar, lo encontraron sentado en su pequeña cama, con su peluche abrazado y la mirada perdida, sonriendo enseguida al verlos entrar, corriendo hacia ellos para abrazarlos desesperadamente.

ValentineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora