Esperaba impaciente la llegada de su ahora esposo, mientras sostenía entre sus manos la carta que recién sacaba del buzón. Los nervios le consumían y no podía dejar de mirar el reloj como si eso hiciera que el tiempo avanzara aún más rápido.
Escuchó la puerta abrirse, levantándose de la mesa de un brinco y corriendo hacia él, abrazándolo por el cuello y comenzando a derramar en su hombro las lágrimas que había contenido hasta el momento.
- ¿Estás bien? – preguntó preocupado el ruso, pues no esperaba aquel recibimiento.
- Nos autorizaron – dijo entre sollozos – nos dijeron que sí – se separó un poco, entregándole la hoja que sostenía.
Viktor la tomó con curiosidad, aún sin creerse la noticia que su pareja acababa de darle. Leyó cada palabra con cuidado, sintiendo sus ojos comenzar a cristalizarse y sus piernas amenazando con comenzar a fallar.
Hacía varios meses, tras celebrar la boda con una ceremonia pequeña (a petición de Volkov), habían comenzado a plantearse seriamente el tema de ampliar la familia. Tenían a Mika y a Webonauta, pero había una habitación vacía en la casa que comenzaba a pedir a gritos ser ocupada.
Es entonces que comenzaron a revisar el proceso de adopción.
Al principio les fue complicado reunir los papeles, costándoles múltiples visitas al orfanato y bastante dinero en trámites. Entre sus visitas, comenzaban a conocer a algunos de los niños del lugar, sintiendo su corazón derretirse con cada uno de ellos, sin embargo, había uno en específico que les llamó la atención.
En cada una de sus visitas, mientras todos los niños se acercaban a jugar con ellos y a hacerles preguntas sobre su relación, invadidos por la curiosidad, un pequeño niño los observaba de pie bajo la sombra de un árbol, esperando a que el resto se aleje para finalmente acercarse él.
Horacio no pudo evitar recordar sus días en aquel lugar, antes de conocer a Gustabo, cuando solían burlarse de él. Solía esconderse alejado de los demás, saliendo a explorar los alrededores y a jugar a solas en el jardín a escondidas, cuando los demás estaban durmiendo.
Él fue el primero en acercarse voluntariamente hacia el niño, mientras Volkov seguía conversando y jugando con el resto.
- Hola – se acercó con cuidado, para no asustarle. El pequeño niño retrocedió un poco, mirando tímidamente al de cresta y susurrando un apenas perceptible "hola" - ¿Cómo te llamas? – preguntó en el mismo tono sutil que había usado para saludarlo.
-Dylan – susurró.
- Yo me llamo Horacio – sonrió - ¿Cuántos años tienes, Dylan? – se puso de cuclillas, para poder escucharle mejor.
- Seis – respondió por lo bajo.
Volkov observaba la escena desde lejos, sonriendo con ternura. Sabía que Horacio quizás ya había tomado una decisión, y él estaba completamente de acuerdo.
Con el paso de los días, comenzaron a visitar exclusivamente a Dylan, dándose cuenta de cómo se iba abriendo hacia ellos poco a poco, comenzando a contarles algunas anécdotas que había vivido en el sitio, así como regalándoles varias sonrisas sinceras y emocionándose cada vez que los veía llegar desde la ventana.
Decidieron averiguar un poco más sobre su historia, preguntando a la encargada del lugar acerca de la llegada. Lograron enterarse de que había llegado siendo apenas un bebé, estando desnutrido y con las defensas bastante bajas, por lo que, conforme iba creciendo, era muy fácil que se enfermase, cosa que hacía a la mayoría de las familias retroceder al momento de la adopción. Al parecer, pese a que la mayoría iba buscando a un bebé, ninguna quería a un niño que pudiera significar grandes gastos médicos y cuidados adicionales.
La idea no pudo parecerle de lo más cruel, aquel niño era tierno y dulce, sonreía tímidamente, y su inocencia resaltaba por encima de todo. No se imaginaban las decepciones que tuvo que haber pasado al ilusionarle con ser adoptado y al final cambiar de opinión. El mismo Horacio había vivido aquellas decepciones más de una vez.
Tras calmarse un poco con una sesión de besos y mimos, sin lograr contener las enormes sonrisas que la noticia les causaba, decidieron que irían al día siguiente para finalmente darle la noticia a Dylan de que, si él estaba dispuesto, ellos serían su nueva familia.
Apenas el sol comenzó a colarse por las cortinas, abrieron los ojos emocionados, casi al mismo tiempo, para comenzar a preparar todo antes de dirigirse al orfanato apenas éste abriera sus puertas.
La emoción podía con ellos, por lo que no habían logrado dormir más que unas cuantas horas, pues pasaron la noche entera discutiendo la manera en la que le darían la noticia, así como comenzando a pensar en cómo decorarían su habitación y las primeras cosas que les gustaría hacer como familia.
Todavía faltaba ver si el niño decidía irse con ellos, pero tanto las cuidadoras como ellos mismos estaban más que convencidos de que el pequeño había encontrado con ellos una familia, un sitio seguro en el que podría finalmente ser feliz.
Una vez tuvieron todo listo, decidieron dirigirse finalmente hacia el lugar. Subieron juntos al auto, dirigiéndose una mirada cómplice y emocionada antes de que el ruso encendiera el motor y finalmente pusieran rumbo hacia el lugar.
Probablemente hoy sería el día en el que completarían su familia, al menos legalmente, pues para ellos el niño era parte de aquella familia desde el instante en el que le conocieron.
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Cortito pero espero que les guste. <3
Gracias por leer.
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Valentine
RomanceEste libro está hecho por el #VolkacioValentine. Habrá pequeños one-shots y algunos mini-au de algunos pocos capítulos. Espero que les guste.