Día 21: Mascotas.

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Planeaban mudarse juntos pronto, ya incluso habían encontrado un apartamento lo suficientemente amplio para ambos. Sin embargo, su mayor problema ahora mismo era la convivencia de sus mascotas.

Mika creció acostumbrada a estar sola, no había crecido junto con otros gatos ni junto con otros animales. Además, había adoptado un poco de la personalidad arisca y ermitaña de su dueño.

Perla tampoco había convivido mucho con otros animales, únicamente con Pablito y algunas pocas personas con las que se encontraba cuando Horacio la sacaba a pasear. Sin embargo, era bastante amigable y nunca había atacado a ningún otro animal.

Su mayor preocupación era que, al ser un perro y un gato, pudieran llevarse mal. Eso complicaría el hecho de mudarse juntos y tendrían que encontrar alguna solución, aunque tampoco tenían demasiadas opciones.

Primero, comenzaron intercambiándolas. Los fines de semana, Mika era llevada al apartamento de Horacio y Perla era llevada al apartamento de Volkov. Pasaban el fin de semana ahí; esto con el objetivo de que se acostumbren al olor de la otra y su reacción sea más pacífica al encontrarse.

Perla había estado tranquila. Llegó, olfateó un poco y acto seguido se fue a dormir a la cama de la minina. El resto del fin de semana la pasó jugando con Volkov, quien estaba ahora tranquilo al ver la reacción tan pacífica de la canina.

Por el contrario, Mika se había mantenido alerta. Al llegar, había corrido a esconderse debajo de uno de los sillones y únicamente salía para beber agua y para comer.

Se mantenía alejada de cualquier objeto que pudiera pertenecer a Perla e incluso llegó a arañar a Horacio un par de veces cuando éste trataba de acercarle cosas que olieran a su pequeña mascota. Poco a poco comenzó a acostumbrarse y a permitirse moverse más dentro de aquél territorio desconocido, olfateando algunas cosas y acurrucándose con Horacio de vez en cuando.

Con el paso de las semanas, ambas mascotas se adaptaron al olor de la contraria, por lo que ahora quedaba el paso que más miedo les daba: presentarlas frente a frente.

Habían acordado llevar a Perla a casa de Volkov. A pesar de haber leido que era mejor hacerlo en un territorio neutro, sabían que llevarlas a algún parque o sitio abierto sólo asustaría a Mika y sería contraproducente, por lo que preferían hacerlo en un lugar donde ella se sintiera cómoda, sabiendo ya que a la perrita no le molestaba en absoluto.

Apenas la puerta se abrió, Perla corrió hacia Víktor, comenzando a brincar a su alrededor pidiendo atención. Mika corrió a esconderse debajo del sofá, con el lomo erizado y la cola esponjada, alerta a cualquier movimiento.

Cuando Perla trataba de acercarse, ésta amenazaba con arañar y le gruñía cuando la veía lo suficientemente cerca. La pequeña perrita intentaba acercarse en cada oportunidad, alejándose rápidamente ante los ataques y luego tratando de acercarse de nuevo.

Con el paso de los días, si bien no eran las mejores amigas, comenzaron a coexistir en paz. Mika evitaba la cercanía de Perla, pero ya no intentaba atacarla cuando ésta estaba cerca.

De vez en cuando, incluso le buscaba cuando pasaba un rato sin verla, sólo para salir huyendo rápidamente cuando la encontraba, pues ésta intentaba acercarse a lenguarla.

Ambos dueños ahora estaban tranquilos, pues sus mascotas por fin habían aprendido a llevarse tranquilamente. Les había tomado un par de meses, pero valía la pena si era necesario para la felicidad de los 4.

Estaban recostados en el sillón, mirando una película en la gran pantalla, acurrucados y con un bol de palomitas de maíz en la pequeña mesa ratona de la sala. Perla se encontraba en su regazo, pues era bastante cariñosa y había aprendido a subirse al sillón.

Si bien Horacio la regañaba siempre, Víktor la mimaba demasiado y siempre le permitía subirse, por lo que ésta se acostumbró a hacerlo.

Ambos la acariciaban de vez en cuando, mientras ella dormía plácidamente con ellos. Estaban ya quedándose dormidos en esa posición cuando sintieron un peso más sumarse a ellos.

Se sorprendieron al ver a la pequeña gatita acurrucarse ahí, ignorando completamente el hecho de que Perla se encontrara dormida a escasos centímetros de ella.

Una enorme sonrisa de satisfacción y ternura se dibujó en el rostro de ambos, pues finalmente habían logrado que se llevaran bien, además de que el mismo pensamiento invadió la cabeza de ambos:

Definitivamente se parecían a sus dueños.

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Bastante cortito, la verdad. Espero que lo hayan disfrutado y les haya gustado.

Intenté encontrar alguna imagen que se pareciera lo más posible a Perla y Mika pero no encontré jsjs :(

Gracias por leer. 💖

ValentineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora