Día 13: Coqueteos (1/2)

427 45 2
                                    

Finalmente de regreso en comisaría. Había pasado los últimos días encerrado en su oficina, no se había comunicado aún con nadie además de Kovacs. Necesitaba prepararse bien antes de retomar el mando de la malla.

Tras tomarse aquellos días de papeleo y preparación, decidió finalmente convocar una reunión de todos los agentes para presentarse ante los nuevos, darles una pequeña charla y de paso conocer a sus subordinados.

Habían invitado a los sheriff, pues creían necesario que ellos también conozcan al alto cargo de la LSPD, en caso de necesitar algo.

El día de la reunión llegó, Collins había informado a Horacio sobre aquello y éste decidió asistir; quería comenzar a involucrarse un poco más con la policía, puesto que la relación que llevaba al principio con ellos era un poco tensa.

Además, quería aprovechar para saludar a Willy y vacilar un poco a Kovacs para ver si lograba sacarle alguno que otro chisme sobre los agentes.

La reunión se llevaría a cabo en la sala de reuniones de la LSPD, por lo que la gente ya comenzaba a llegar a la comisaría, dirigiéndose a dicha sala.

Horacio llegaba junto con Collins, sabía que por su cuenta se perdería dentro del gran edificio, así que prefirió ir acompañado de alguna otra persona, así al menos no se perdería solo.

Entraron por las grandes puertas de cristal, dirigiéndose directamente al elevador. Horacio dejó a Collins presionar el botón hacia el piso al que se dirigían.

Cuando el ascensor se detuvo y las puertas se abrieron, comenzaron a caminar hacia las puertas de madera que daban acceso al sitio donde la reunión se llevaría a cabo.

Ingresaron con calma, Collins poniéndose de pie junto con los demás y Horacio parándose junto con Miller y Kovacs, los altos cargos. Le parecía extraño que la reunión no comenzara aún, se suponía que todos estaban ya presentes.

O eso creía.

Las puertas se abrieron nuevamente, dando paso a un alto hombre de cabellos plateados y piel blanca. Llevaba una camisa beige, de las últimas que compró en Los Santos antes de irse de vacaciones. Sus clásicas pistoleras y su pantalón negro de pinza, acompañado de sus elegantes zapatos del mismo color.

Horacio no sabía qué hacer, no podía salir corriendo, sería demasiado evidente que algo ocurría y tampoco quería perder la imagen que tanto trabajo le costó formar para con ambas mallas.

Recordó que llevaba puesto el pasamontañas negro, cosa que logró tranquilizarlo un poco. Aún así, cuando el ruso se puso de pie justo a su derecha, su corazón comenzó a latir con fuerza y sentía que las piernas le fallarían en cualquier momento.

La reunión transcurría con normalidad, después de un rato de notar que el ruso no se había percatado de su identidad, logró tranquilizarse.

Su corazón aún latía con fuerza, pero al menos los nervios lograron reducir y pudo mantenerse firme el resto de la reunión.

Al terminar, se dispersaron en pequeños grupos alrededor de la sala, platicando sobre las investigaciones, los patrullajes e incluso de anécdotas de sus días.

Horacio se encontraba con Collins, bromeando como era usual. Observaba al comisario a la distancia, conversando con Kovacs y Miller, aprovechando cuando éste le miraba curioso para guiñarle un ojo, se sentía seguro bajo la máscara.

De vez en cuando lo repasaba con la mirada, ganándose así miradas cada vez más confusas de parte del ruso, quien no entendía el comportamiento tan poco emblemático del federal.

Poco a poco aquellas miradas confusas comenzaron a convertirse en miradas de fastidio. Sólo le había permitido aquellas miradas a una persona y sentía que le traicionaba cuando el de chaqueta azul le miraba de esa forma.

Decidió entonces pedirle a Kovacs que los presentara y así aprovecharía para decirle que deje de mirarle de esa manera. Era su superior, pero no por eso le permitiría esa actitud.

Reía junto con Collins, quien le vacilaba con el ruso al haber notado los coqueteos de Horacio, cuando Kovacs lo llamó para presentarle al comisario. Toda la confianza que había tenido se desvaneció, no quería ser reconocido y temía que la cercanía lo delatara.

Se acercó, intentando lucir lo más normal posible, manteniendo en su mente que el ruso no le había reconocido aún.

Se presentaría como el director del FBI y se retiraría, no planeaba decir su nombre, ni siquiera aquél sobrenombre que solían decirle en la LSPD, sabía que el ruso reconocería aquello al instante.

No contaba con que Kovacs se le adelantara.

—Comisario, le presento al director del FBI. Ha estado trabajando con nosotros en conjunto, con la nueva sección de investigaciones que tenemos en la LSPD. — Horacio estiró el brazo para darle un cordial apretón de manos.

Volkov le correspondió el gesto, dedicándole una mirada fría y seria, permitiendo a Kovacs continuar con la presentación.

—Comisario, le presento al agente H, director del FBI. — el rostro del ruso pasó enseguida de aquella frialdad a una mirada sorprendida.

Sus ojos se abrieron como platos, sintiendo su corazón comenzar a galopar con fuerza. ¿Horacio? observaba al federal, no podía creer que el nuevo director fuera él.

Miles de preguntas le llenaron la mente, ¿dónde estaba Conway? ¿y Gustabo? ¿por qué Horacio seguiría ahí si ellos ya no estaban?

Cuando salió del shock, sólo pudo visualizar a Horacio salir a pasos veloces de aquella sala. Intentó ir tras de él, pero cuando salió, él ya no estaba.

Ocultaba sus mejillas enrojecidas debajo del pasamontañas, pero no podría ocultar las lágrimas que comenzaban a asomarse en sus ojos.

Subió a su auto lo más rápido que pudo, dirigiéndose enseguida hacia la sede. Sabía que debían hablar, ya sea por trabajo o temas personales, no podía pasar toda la vida huyendo de él.

Una vez en el solitario edificio del FBI, se sentó en el sofá de su despacho, el cual utilizaba como cama. Había sacado algunas cosas de la máquina expendedora para cenar, no era lo más saludable, pero era lo que había.

Comenzó a contemplar sus opciones, quería encontrar una manera de hablar con él sin que las cosas se salgan de control.

Le bastaba con mantener una relación de trabajo con el ruso, le hubiera gustado llevarse bien con él, recuperar la confianza que en algún momento del pasado llegaron a tener, pero sabía que eso era imposible.

Se conformaría con que no interfiriera en sus investigaciones y pudieran trabajar en conjunto.

Recostado mirando el techo, analizaba el recuerdo de la mirada del ruso al escuchar su sobrenombre. La comida que había comprado se había quedado en su escritorio; el hambre se le quitaba cuando pensaba en el ruso.

La imagen de él desangrándose entre sus manos le atormentaba y le revolvía el estómago. Tal vez aquella imagen dejaría de aparecer constantemente en su cabeza si obtenía su perdón.

Analizándolo, no había podido notar rencor en la mirada del más alto al reconocerlo. Sus ojos denotaban confusión y sorpresa, pero en ellos no había odio ni rencor. Tal vez aquello le daba una pequeña esperanza.

Sabía que sus planes no eran los mejores, pero esperaba que el que estaba armando en su cabeza funcionara. Era un plan simple, pero sólo podía salir muy bien o muy mal.
Decidió arriesgarse, si el ruso ya le odiaba, no le podía odiar más, y si salía bien, su mente podría quedarse tranquila.

Comenzó entonces a pensar cada paso de su plan, a pesar de ser sencillo, quería que salga a la perfección.

***********

Esta es la parte 1/2, la parte 2 será la de mañana. 💖

Espero que les guste 👉🏻👈🏻

ValentineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora