Habían pasado ya unos días desde que despertó del coma. Al principio, se desanimó a verse solo en aquella sala de hospital, brillando por la ausencia de aquellos que prometieron estar hasta el final.
Por suerte, a los pocos días recibió la visita de Greco, a quien Michelle había informado de lo sucedido, entregándole las pertenencias del ruso antes de marcharse ella también.
Greco le contó sobre la explosión en la iglesia, lo gravemente herido que resultó Conway y cómo logró sobrevivir al igual que Gustabo y Horacio. Le contó que Gustabo fue internado en un psiquiátrico para ser tratado, mientras que Conway simplemente había desaparecido.
No mencionó nada sobre Horacio, cosa que extrañó al ruso, sin embargo, decidió no hacer preguntas al respecto. Si él no se había preocupado, Volkov tampoco se preocuparía por él.
Recibió la ropa que llevaba ese día, junto con su cartera, la cual contenía únicamente sus identificaciones y sus tarjetas, que probablemente ya se encontraban vencidas, y su móvil, el cual tenía la batería afuera para evitar que se sulfatara.
Dejó todo en el buró a un lado de la cama, agradeciendo a su amigo por su compañía y por sus pertenencias, viéndolo despedirse con la promesa de regresar a visitarle al día siguiente.
Su corazón dolió ante aquella promesa, pues le recordaba lo fáciles de romper que eran y lo mucho que dolía cuando una se fracturaba.
En estos días, se había dado cuenta que se había vuelto más sensible después del coma, quizá aquella experiencia tan cercana a la muerte habría tocado alguna fibra dentro de sí, ese recordatorio de que no se es inmortal, que en cualquier momento la hora puede llegar.
Ante la falta de sueño, decidió tomar el móvil y colocarle la batería, rogando porque éste tuviera carga o de lo contrario tendría que esperar la prometida visita de su amigo para pedirle un cargador.
Para su suerte, el móvil encendió, iluminando la habitación con la tenue luz que desprendía la pantalla.
Ni bien el móvil se encontraba encendido, comenzó a vibrar sin control alguno, recibiendo mensaje tras mensaje, mientras observaba como el número en la notificación no hacía más que incrementar.
Apenas se detuvo, decidió entrar a revisar un poco el por qué de tantos mensajes; sabía que tendría unos cuantos, pero no esperaba que fueran tantos.
Abrió la aplicación de mensajería, comenzando a deslizar revisando el remitente y el número de mensajes, sorprendiéndose.
H - 200 mensajes.
Greco - 10 mensajes.
Conway - 7 mensajes.
Michelle - 3 mensajes.Abrió primero la conversación con Michelle. Eran mensajes sobre aquél trágico día. En ellos le preguntaba si estaba bien y le pedía su ubicación.
Seguido, abrió la conversación con Conway. En éstos le comentaba que había sobrevivido a la explosión y que tuvo que alejarse de la ciudad por motivos que esperaba poder contarle en un futuro.
Decidió pasar a la de Greco, quien únicamente le agradecía la labor que realizó a su lado, despidiéndose y diciéndole que se iría de la ciudad. Después de éstos, había unos mensajes informándole que regresaría y que esperaba poder verlo.
Finalmente, abrió la conversación con Horacio.
Fue deslizando hacia abajo, leyendo cada uno de los mensajes, mientras sentía sus ojos cristalizarse y observaba la pantalla humedecerse por alguna lágrima traviesa.
Al inicio de la conversación, había cientos de mensajes disculpándose.
Después, algunos mensajes casuales.→Pwrsoname vokjvoe sw quw ne dijistw q ni debiam ponwerm borracio pero todo mw ewcuwrda a ti
→kowmo pwuwze ser qhe ge exgrañe tanto
→oyw wnronces kuwanod kibramis ese bofksn qu mw promwtizte
→Hola... quería contarte que llevo una semana sobrio... para mí es un gran logro, aunque sé que tal vez no merezco ningún logro.
→Llevo 2 semanas. Hoy fui a verte al hospital. Te llevé unas flores, espero que el olor te guste...
→1 mes sobrio... sigo contando los días que pasan para que despiertes...
→ola vomkov hoy mw acordw de tu mirntras trwbajabav de verda r eztraño y te pido discupqs d nuevo x todo lo wuw twvhixe
→Creo que tendré que reiniciar la cuenta, perdón.
→Esta vez lo lograré por ti.
→Hola... hoy hablé con los médicos... me recomendaron desconectarte. Les dije que lo pensaría, pero creo que tengo la respuesta clara.
→Llevo unos días pensándolo... tal vez lo mejor sea dejarte descansar de una vez en lugar de seguir con mi egoísmo y mis ilusiones de que algún día volverás.
→¿Algún día podrás perdonarme?
→Hoy fui a firmar los papeles para desconectarte... no pude, lo siento.
→Tal vez me odies por no dejarte descansar, pero no fui fuerte.→ws quw sismolemebt no puwdo kon la idwa s que te muewras z mi kulpa
→Hace ya algunos meses no te envío ningún mensaje... te cuento que me iré de la ciudad... le dejé la responsabilidad legal a Greco, regresó a la ciudad hace unos días y me acompañó a verte.
→Me dijo que estaba seguro de que me perdonarías. Yo no estoy tan seguro.→Mi nueva vida en Francia está yendo bien, aunque no paso un día sin pensar en ti.
→Hola! Hoy vi a un gato gris, me recordó a ti... siempre pensé que eras como uno, serio, pero lindo.
→Comencé a tomar terapia... me dijo que lo primero que debo hacer es borrar este número.
→Sé que realmente no conversamos pero te extrañaré.
→Hasta nunca, Volkov...Las lágrimas se habían derramado sin control alguno, su corazón dolía y sentía su pecho arder mientras la cabeza le comenzaba a palpitar de tanto llorar.
Él también lo extrañaba.
Mentiría si dijera que no había pasado por su mente cada maldito segundo desde que abrió los ojos en aquella camilla.
Al otro lado del mundo, el moreno de cresta se encontraba despertando, dispuesto a comenzar un nuevo día. Había conseguido un trabajo en una tienda de ropa, donde ganaba lo suficiente para mantenerse bien él y Perla, quien seguía a su lado después de tantos años.
Tomó su móvil, dándose cuenta de que tenía un mensaje recibido. Era un contacto sin guardar, pero él conocía ese número a la perfección, lo sabía de memoria y había costado trabajo resistir las ganas de reagendarlo aquellas noches difíciles donde necesitaba desahogarse con alguien.
Tembloroso, desbloqueó la pantalla, dando click en la conversación sin leer.
Era un mensaje, de una sola palabra. Simple, pero fue suficiente para que, segundos después, se encontrara haciendo sus maletas, tomando rápidamente todo lo necesario.
Había cambiado con los años, pero sus sentimientos seguían siendo los mismos. A pesar de que había salido con varias personas, sus relaciones habían sido cortas y siempre terminaban debido a la indiferencia que el moreno presentaba hacia ellxs.
Sería mentira decir que las rupturas le dolían, pues su corazón tenía nombre y apellido y se encontraba descansando en una camilla de un hospital de Los Santos.
Esta vez no lo perdería.
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Sinceramente no tuve demasiadas ideas para el día de hoy.
Agradezco a Mhy por darme la idea, aunque tampoco estoy segura de cómo quedó este AU. :(
Aún así, espero sea de su agrado, y si no lo es, mañana intentaré traer uno muchísimo mejor <3 gracias por leer
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Valentine
RomanceEste libro está hecho por el #VolkacioValentine. Habrá pequeños one-shots y algunos mini-au de algunos pocos capítulos. Espero que les guste.