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9 de marzo, máquinas expendedoras
8:08

Un coche policial se detuvo delante suya, haciendo que lo mirara con el ceño fruncido y una mueca de fastidio. No fue hasta que la ventanilla se bajó que no se dio cuenta de quién era, estaba claro que tenía que ser ella.

Aunque le sorprendió bastante verla, durante las semanas anteriores Zoe había dejado las guardias a un lado y se estaba centrando totalmente en el caso, así que supuso que verla allí tendría que ser algo bueno.

- Hey- la saludó bastante alegre, ya no quedaba rastro de aquella mueca de fastidio que había formado segundos atrás.

- ¿Tan tarde sola?

- Oh venga, solo son las ocho.

- Este barrio es peligroso a todas horas, Keyla- no dijo nada, porque sabía que tenía razón- Sube, vamos a dar una vuelta.

Keyla tardó un poco en reaccionar ante aquella propuesta, primero pensó en la hora que era, si llegaba demasiado tarde era posible que la mujer se enfadara, pero luego recordó que ahora ya no le golpeaba, así que no le pareció mala idea irse con la policía.

- ¿Otra vez a comer?- bromeó Keyla, no le molestaba para nada comer siempre con ella.

- No, tenía pensado algo diferente- los ojos verdes analizaron por unos segundos a la morena antes de aceptar la propuesta. Caminó hasta la puerta del copiloto y se subió al coche.

Zoe se percató de que la pequeña iba sin su gorro rojo tan característico, solo llevaba la bufanda que le regaló y aquella chaqueta desgastada. A diferencia de la otra vez que lo vio sin este, en su casa, llevaba el pelo perfectamente peinado, cada mechón en su sitio.

- Que raro, no traes tú insignia.

- ¿Insignia? - preguntó algo confusa, pero vio como la policía se llevaba una mano al pelo y lo entendió- Está lavándose, de llevarlo siempre se termina ensuciando.

- Una pregunta ¿Tu duermes con el?- nada mas la rubia escuchó esto empezó a reír, pensando que la pregunta era una broma, pero cuando vio el rostro serio de Zoe supo que la pregunta iba completamente en serio.

- No, no duermo con el, aunque alguna vez si me he olvidado de quitarlo, lo admito... ¿Y tú duermes con tu uniforme de policía? Ya sabes, siempre vas con el.

- Si, es cómodo- bromeó también. Estuvieron unos segundos en silencio antes de que Keyla volviera a hablar.

- ¿Y eso que estás haciendo guardia? Pensaba que no podias- pudo ver cómo Zoe apretaba ligeramente sus manos sobre el volante y luego miraba a un lado incómoda.

- Me han quitado el caso- se mantuvo en silencio unos segundos sin saber si debería contarle a Keyla el porque le habían apartado del caso. Pero decidió que era mejor no hacerlo y agradeció que la rubia no preguntara.

Condujo en silencio por la ciudad, como era relativamente pronto para ser un viernes la ciudad estaba repleta de gente.

En poco más de veinte minutos Zoe aparcó el coche en un parking, busco en los asientos traseros un par de chaquetas, le dio una a Keyla, la más calentita, mientras que ella se quedó con la otra. Una vez listas invitó a la rubia a bajar. Una oleada de aire fresco con olor a sal le golpeó a la pequeña nada más bajo del vehículo, percatándose de donde estaban.

- ¿Al puerto? ¿Con el frío que hace?- y era verdad, aquella noche no era tan helada como las anteriores, no había nieve y las temperaturas superaban los cinco grados. Pero le sorprendió que el lugar estuviera lleno de gente.

- ¿Quieres ir a otro sitio?- su voz sonó preocupada de que a Keyla no le gustará aquel sitio.

- No, aquí está bien.

Efectos secundariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora