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13 de abril, casa de Zoe

- ¿Te vas?- preguntó algo asombrada la policía cuando la puerta de la habitación se abrió, revelando a Keyla con ropa de su armario puesta- Hace algo de calor hoy.

- Volveré tarde, no quiero luego quedarme helada- respondió buscando con la mirada su teléfono. Aún no se acostumbraba a llevarlo encima a todos los lados.

- En la cocina- le ayudó Zoe, recordando que la rubia lo estaba utilizando antes de la comida.

- Gracias- rápidamente fue a buscarlo- Volveré a cenar, pero si tardo cena sin mi.

- Puedo esperarte, me gusta cenar contigo- Keyla sonrió por un segundo ante las palabras de Zoe. Le encantaba que fuera tan tierna con ella.

- Tienes que levantarte temprano mañana, no hace falta que me esperes- volvió a insistir. Si Zoe era cabezota Keyla podía serlo mucho más.

- Hoy tenía pensado hacer ternera, la ternera helada no vale nada. A parte quería comentarte una cosa- Keyla de inmediato activó todas sus alarmas. ¿Había pasado algo malo? ¿Tenían nueva información?

- Entonces intentaré venir lo antes posible- Keyla se acercó un poco a Zoe, que continuaba sentada en el sofá, solo que en vez de ver la televisión ahora la miraba a ella- Nos vemos en una horas- con cierto nerviosismo juntó sus labios con los de Zoe. No estaba acostumbrada a despedirse así de la gente, pero a la policía parecía realmente gustarle aquello.

- Nos vemos, ve con cuidado, por favor- fue lo último que dijo Zoe antes de volver su atención al televisor.

Keyla salió con una sonrisita en su boca, dispuesta a volver temprano. Quería pasar por varios lugares, pero si quería cenar con Zoe tendría que quitar algunos de la lista.

Así que sin más rodeos empezó a caminar lo más rápido que le daban sus piernas hacia el cementerio, esa era su única parada prioritaria.

Parecía mentira que en unos meses se haría un año de su muerte. El tiempo había pasado como una lenta tortura, cada día que no tenía a Julia a su lado era doloroso. Pero por otro lado también había pasado en un abrir y cerrar de ojos, aquel año había sido tan diferente que no tenía tiempo de asimilar bien las cosas.

Cuando se percató ya estaba cerca del cementerio. Aquel día no traía dinero, así que no podía cambiarle las rosas tanto a Julia como a su hermano. Pero estaba tranquila, sabía que Zoe había venido no hace mucho a hacerlo. Se alegraba de saber que la misteriosa persona que cambiaba las flores semanalmente era la policía.

- Hey- saludó cuando vio la foto de su mejor amiga- Empieza a hacer ya algo de calor- dijo separando un poco la bufanda de su cuello, permitiendo que el aire entrara.

Con cuidado se sentó en el suelo y permaneció en silencio durante un buen rato con los ojos cerrados.

*****

13 de abril, casa de Zoe

- Ya he llegado- nada más Zoe oyó aquella voz seguida de la puerta cerrándose salió de la cocina- Huele bien- alago Keyla, aún no acostumbrada al dulce aroma de algo cocinándose al regresar.

- Esta en cinco minutos ¿Puedes ir poniendo la mesa?

- Claro- se acercó un poco a Zoe, dejándole un beso casto que la sorprendió y le alegró por partes iguales. La pequeña no solía ser muy cariñosa y la policía en su mayoría era la que tenía que iniciar algun beso o pedirlo- ¿Llevo sal, no?

- Si, si. La sal para la ternera está en el armario de las especias- le contestó cuando se recuperó un poco del shock. Keyla le regaló una sonrisa antes de ponerse manos a la obra- ¿Donde has estado? Si puedo preguntar, claro.

Efectos secundariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora