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29 de marzo, casa de Zoe

- Voy a cambiarme, en cinco minutos nos vamos- dijo la policía señalando su habitación. Keyla asintió desde la cocina, terminando de recoger lo del desayuno, después de insistir Zoe le había dejado hacer algo.

A los pocos minutos la morena volvió a aparecer con su uniforme haciendo que la rubia la mirara algo absorta, no podía negarlo, Zoe con su uniforme le alegraba la vista.

- Te he dejado ropa de abrigo encima de la cama, pero si no te gusta puedes coger lo que quieras de mi armario- Keyla le sonrió agradecida para después ir a ponerse lo que Zoe le había dejado preparado, junto con su ha clásico gorro rojo y bufanda del mismo color.

Cuando volvió al salón la policía tuvo que retener una risita al ver lo bien que le quedaba su ropa. Podría regalarle todo su armario.

Pero su sonrisita se esfumó cuando vio el nuevo moratón que le estaba saliendo en el brazo, tal fuera de ayer. Apretó la mandíbula al recordar aquello, ayer la pequeña no quiso hablar del tema pero hoy te Ian que hacerlo. Miles de preguntas le venían a la cabeza y Keyla era la única que podía resolverlas.

- ¿El era el que te golpeaba?- probó suerte, pero Keyla solo la miró en silencio, como si estuviera buscando algún motivo para no tener que responder, pero no lo encontró. En Zoe solo había preocupación genuina.

- No, el no era...

- ¡¿No?! Pero el...- antes de que pudiera continuar hablando Keyla la interrumpió.

- Mi madre, o al menos la persona que se hace llamar así- la policía la vio algo sorprendida por un segundo, luego recobró la compostura. Si antes tenía claro que no iba a dejar que Keyla volviera allí ahora lo tenía mucho más.

- ¿Vas a denunciarlos?

- No, paso. Solo quiero tranquilidad.

- ¡Pero ellos deben pagar por lo que te han hecho! Que se salgan de rositas después de el infierno en el que debes de haber vivido no me parece justo, no sé cómo has podido soportar todo tu sola.

- ¿No te parece justo? ¿Como lo he podido soportar? Sabes, cuando las cosas malas le pasan a otra persona solo tenemos palabras de lastima y pensamos en su mala suerte. ¿Pero qué ocurre cuando te ocurre a ti misma? Tienes de normalizar, piensas que son cosas que le pueden pasar a todos, aunque en el fondo sepas que no. No es normal que tú padrastro abuse de ti, que tu madre te odie tanto que te tenga que recordar todos los días la desgracia que eres, que la única persona que realmente te quería haya muerto por tu culpa, si tengo que pensar que todo eso son desgracias que solo me ocurren a mi, me ahogaría.

- Keyla...

- Déjame terminar. Por favor, Zoe, déjame olvidar aquel hogar, no quiero tener que recordar todo lo que ha pasado. Solo... quiero seguir adelante.

Zoe no supo que hacer, solo se quedó en silencio al terminar de escuchar aquellas palabras.

- Lo siento- fue todo lo que dijo sin atreverse a mirarle directamente a lo ojos. No sabía que hacer en aquella situación, no sabía cómo esperaba Keyla que se comportara- No insistiré más con el tema.

- Gracias- se escuchó un suspiro de la rubia- Bueno, vamos a tu trabajo, quiero verte trabajar en serio.

Zoe la vio sorprendida ¿Como podia hablar de la nada con aquel tono tan alegre? Keyla se había acostumbrado a fingir felicidad durante mucho tiempo, pero esperaba que a partir de ahora dejará de fingir y fuera realmente feliz.

- Vamos al coche- y sin más espera amabas mujeres fueron al sótano para empezar a ir a la comisaría.

- Por cierto he estado buscando sobre eso cuando me diste la lista de ellas preguntas, pero no hubo ningún homicidio hace ocho meses que tenga algo relacionando a la organización ¿Fue en otra ciudad?

Efectos secundariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora