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27 de enero, almacén abandonado
18:23

- Entonces ¿Te vienes, Keyla?- preguntó el chico sentandose en una caja que había en aquel antiguo almacén que había sido abandonado hace años- Será divertido.

- No, pasaré esta vez. Tengo que hacer cosas y no estoy para ir medio muerta por la vida- declinó la oferta sentandose enfrente de su amigo. Aunque en verdad no lo era, Keyla no tenía a personas que en verdad considerara sus amigos, una vez tuvo una y la perdió. Así que procuraba no encariñarse mucho con la gente, intentaba que su relación con el resto de las personas no pasara de conocido.

- Como tú digas, pero si necesitas algo, me lo dices- dijo el pelirrojo sonriendo a la rubia.

- Solo no os metáis en problemas- pidió al mismo tiempo que se levantaba de aquel trozo de plástico. Keyla les llamaba conocidos, pero tal vez para Keyla, secretamente, conocidos era sinónimo de amigos.

- Está bien, todo está controlado. No nos meteremos en problemas. Palabra del Samu- extendió su mano haciendo que Keyla lo mirara unos segundos.

- No rompas tu palabra, Samuel- dijo chocando su mano contra la del pelirrojo- Me voy, tengo que estudiar. Recordar, no la jodais demasiado. No quiero volver a pisar una puta comisaría este mes.

El grupo de personas que habían por el almacén afirmaron para que la ojiverde se fuera tranquila. Ellos sabían por toda mierda que había pasado este último año, sabían todo lo que aguantaba en su casa y a pesar de querer ayudarla, ninguno podía asegurarle comida ni un techo fijo. Solo podían apoyarla para que estudiara y se salvara.

Keyla salió de aquel lugar abandonado y empezó a andar hacía la cafeteria. Tal vez con suerte podía llegar a comprarse un café.

*****

27 de enero, comisaría
16:37

- Buenas tardes, Zoe- saludó la recepcionista observando como la policía cruzaba la puerta.

- Buenas tardes ¿Alguna novedad?

- Nada nuevo. Exactamente lo mismo de siempre ¿Y a ti? Estas sonriendo, nadie sonríe cuando le toca hacer guardia de doce horas.

- Tal vez sea yo la excepción- se encogió de hombros provocando la risa de la más baja- Voy a poder estar fuera durante unas horas, eso es mejor que estar encerrada aquí durante toda la tarde.

- Entonces deberías ir saliendo ya, están los mandones por aquí y dudo mucho que les haga gracia verte- Zoe rodó los ojos, sabía de sobra que no le caía bien a sus superiores, no era ninguna novedad.

- Entonces, Zoe se despide. Nos vemos mas tarde.

La policía salió rápidamente de la comisaría aspirando el frío aire del exterior. Había sido tan solo un minuto lo que había estado ahí dentro y ya estaba mareandose.

Una vez ya estuvo mejor fue al coche patrulla y se subió en el, era hora de dar vueltas.

¿Se encontraría otra vez con aquella chica? Fue la pregunta que inundó su mente. No le importaría volver a hacerlo, más bien le gustaría la idea de volver a verla. No sabía porque, pero tenía curiosidad por averiguar sobre aquellos ojos verdes. Saber cual es la causa por la que se veían apagados.

Con la escusa de que tenía que hacer patrulla, pasó varias veces por los lugares donde vio a la rubia, pero no había rastro de ella.

Después de dos horas conduciendo el aburrimiento se había hecho presente. Había dado vueltas y más vueltas por toda la ciudad, de arriba a bajo, pero no pasaba nada más que un par de coches mal aparcados.

Efectos secundariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora