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23 de febrero, fábrica
00:45

Nada más el vehículo se detuvo Keyla bajo de el corriendo. No podía ser cierto lo que le habían dicho a Zoe por la radio, era imposible.

Entró deprisa a la fábrica, un par de policías intentaron detenerle el paso, pero al darse cuenta que era la chica de antes la dejaron pasar, por eso y porque detrás de ella venía su superior, que les hacía señas para que la dejaran.

- Que nadie más entre, me da igual quien sea- les dijo Zoe cuando paso por enfrente de los dos, estos asintieron de inmediato. No habían escuchado nunca a su superior sonar así.

Soltó un suspiro pesado cuando vio a la rubia al lado del cuerpo de su amigo. Se sintió mal, terriblemente mal.

- Lo siento.

- Te lo dije, te dije que Joshua no era el asesino- la mayor suspiró y se acercó un poco más a la rubia, poniendo las manos en sus hombros.

- Vamos a otro sitio- la pequeña no dijo nada, solo se levantó y se marchó con la policía a otra habitación. Por esta razón Keyla evitaba encariñarse mucho con las otras personas, porque cuando menos te lo esperabas desaparecían.

Entraron a un despacho, era casi la una de la noche y como era lógico la fábrica estaba vacía, la única persona que sabía que iban a estar hoy allí dentro era el dueño de esta, que les había dado el permiso.

La de ojos verdes estaba en silencio y eso preocupaba a Zoe, sabía que ahora mismo tenía que estar sintiéndose horrible.

- Si te encuentras mal me lo dices, si? No me moveré de aquí.

- Estoy bien, Zoe. El solo... Era un conocido- la morena suspiró, sabía lo que pretendía hacer la pequeña con aquellas palabras.

- Agente Brown, la necesitamos- Zoe fue a decir que se ocuparán ellos por el momento, no quería moverse del lado de la pequeña. Sabía que a pesar de lo que acababa de decir si le tenía bastante cariño a su difunto amigo.

- Ves, puedo estar sola- la mayor asintió, y se fue de allí no sin antes darle una vista rápida, comprobando efectivamente que estaba bien.

Keyla suspiró y se acomodó mejor en la silla, era algo cómoda. Pensó en sus conocidos, en la pobre cenicienta cuando se enterara de que Joshua había muerto, Samuel cuando se diera cuenta de que había perdido a su compañero de porros y Maya al perder a su saco de boxeo personal, que solo ella  podía golpear. Ella después de todo si que era solo una conocida.

Si, así dolía menos, no era lo mismo perder a un conocido que a un amigo.

Necesitaba fumar. Se levantó de la silla y salió de allí, en busca de un espacio al aire libre donde poder consumir un cigarrillo.

- Si la agente Brown hubiera enviado a Pratt y a Hampton detrás de aquel hombre ahora mismo tendríamos al asesino- escuchó que comentaban unos oficiales. Reconoció los nombres de los que hablaban, era los que Zoe había dejado cuidándola.

Se sintió peor al saber que no habían cogido al asesino por dejar a los mejores agentes protegiéndola. Caminó un poco más, paso cerca del cuerpo de su amigo y pudo ver como Zoe lo miraba de cerca.

Sin pensárselo más continuó caminando hasta la puerta principal, habían algunos agentes también fuera, pero no le tomó mucha importancia, se recostó sobre la pared y sacó un cigarro de su bolsillo.

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23 de febrero, fábrica
01:26

- ¿De que ha muerto?- cuestionaba Zoe volviendo a la sala donde estaba el cuerpo de Joshua. Lo habían sacado de un bidón de agua que había en la fabrica, al parecer estaba escondido y bien tapado, por lo que hasta ahora nadie había mirado en su interior.

Efectos secundariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora