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Zoe llamó al timbre un par de veces, confusa de que Jackson no saliera a recibirla como solía hacerlo todos los días. Ese día no trabajaba así que si no estaba en casa no sabía dónde podía estar. Desde que su hermana se quitó la vida su amigo había estado bastante deprimido, había dejado de comer y unas ojeras adornaban su rostro siempre.

- ¿Jackson? ¿Estas ahí?- trató de abrir la puerta, pensando que estaba cerrada, pero no. Entró algo preocupada y con sigilo- ¿Jackson?- la única respuesta que obtuvo fue un suave jadeo.

Caminó con cuidado hasta el comedor, allí se encontró a su mejor amigo tumbado con los ojos medio abiertos.

- ¿Que demo- sus palabras murieron en su boca cundo se percató de la jeringuilla que había a su lado.

26 de marzo, comisaría

- Zoe- cuando escuchó que alguien la llamaba sus pensamientos se dispersaron con rapidez. Levantó la cabeza para ver de quién se trataba, Pratt estaba de pie apoyado en el marco de ella puerta de su despacho- Lo acaban de traer.

Con un pequeño suspiro se levantó de la silla. Como le había prometido a la pequeña había movido unos cables para que detuvieran al sospechoso.

- Está bien... Ahora voy- salió de la oficina dando un último vistazo al escritorio vacío de su lado. Tal vez por primera vez en meses obtuviera algo de información.

Se paró en frente de la sala de interrogatorios, desde que había estado allí dentro con Keyla había evitado volver a entrar, pero esta vez iba a hacerlo.

Abrió la puerta con una seguridad que no sabía de donde le salía y entró dentro. Sus ojos se encontraron cara a cara con aquel hombre, esposado a la silla. A su lado habían otros dos oficiales, completamente firmes y atentos a cualquier movimiento del preso.

- Quitarle la camiseta- ordenó desde la puerta sin acercase más. Los dos subordinados se miraron confundidos entre ellos, pensando que habían escuchado mal. Pero la voz autoritaria de Zoe repitiendo la demanda les dejo en claro que sí habían escuchado bien.

Con velocidad trataron de quitarle la camiseta, o al menos subirla hasta el pectoral, porque con aquellas esposas les era imposible quitársela. Pero con aquello fue suficiente para que Zoe confirmara sus sospechas. Tenía el mismo tatuaje que la víctima, solo que en vez de tenerlo en el estómago lo tenía en las costillas.

Keyla tenía razón, y si todo lo que le había dicho era verdad aquel hombre que tenía en frente posiblemente sabría sobre su compañero. Pero ella no podía preguntar nada al respecto, sabía que si nombraba a Jackson en aquellas cuatro paredes posiblemente la suspenderían, así que solo se mordió la mejilla para guardar silencio y enviar una mirada llena de odio hacia aquel hombre.

- Eso es todo. Enviarle a la celda y no quiero que salga ¿Entendido?

- Si- contestaron ambos oficiales aún con la espalda rígida. Zoe salió rápidamente de aquella sala tomando aire, había entrado con fuerzas, pero en menos de cinco minutos se había quedado sin ella.

- ¿Ya has terminado? Eso ha sido rápido- escuchó que decía Carla a su lado mirándola curiosa. Esperaba un interrogatorio de más de una hora, pero supuso fue algo ingenua al pensar que Zoe iba a pasar tanto tiempo allí dentro.

- Tenía lo que buscaba, no necesito preguntar nada mas por el momento- miró la hora en su teléfono, eran las dos de la tarde- Tengo que irme a un sitio, si tienen algún documento en...

- Si, si. En tu oficina. Lo se- Zoe le sonrió de modo de agradecimiento antes de salir de ella comisaría a zancadas. Era la hora de salir de los institutos y con un poco de suerte podía encontrarse con la pequeña e informarle sobre el descubrimiento. Estaba segura de que tenía más información que eso. Así que con ese pensamiento empezó a conducir hacia el instituto donde iba la de ojos verdes.

Efectos secundariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora