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16 de enero, comisaría
20:03
Zoe

Tomó un suspiro antes de abrir la puerta. Entró sin abrir los ojos, no quería ver esa sala de nuevo, pero tenía que hacerlo.

Lo primero que vio cuando se decidió a abrir los ojos fue la silla donde tenía que sentarse, seguida por la mesa y una chica que jugaba entretenida con sus manos debajo de la mesa, con las esposas puestas.

Le llamó la atención su aspecto, dudaba que fuera mayor de edad pero si estaba aquí era por dos razones, tendría los dieciocho o no lo sabrían. Lo siguiente que se fijó fue en su rostro golpeado. Todavía quedaban rastros de sangre en su nariz y barbilla. ¿Que le habría pasado? ¿Tan salvajes habían sido los policías en el arresto? Su pelo rubio oscuro estaba desecho. La vista de la policía se deslizó a sus ojos, continuaban fijos en sus manos y parecía que no iban a levantarse de allí.

- Buenas noches- dijo consiguiendo sonar calmada- Agente Zoe Brown- se presentó mientras me sentaba en la silla y extendía la mano, pero la muchacha simplemente le ignoró.

Zoe la observó esperando que le dijera su nombre o una mínima señal de que iba a colaborar, pero nada, parecía encontrar más útil continuar jugando con las esposas.

Soltó un breve suspiro. Quería terminar con esto cuando antes. No quería pasar mas tiempo allí del necesario.

- ¿Por que está aquí?- volvió a preguntar obteniendo un silencio como respuesta- ¿Va a colaborar?- otro silencio reino la sala- Joder...

En ese momento escuchó que reía. No era lo que buscaba pero al menos era una señal de que le estaba escuchando, o eso creía.

-No sabía que los policías también podíais decir malas palabras- dijo con cierta ironía o diversión, no lo pudo distingir con claridad, mientras levantaba la vista del suelo.

Sus ojos miraron fijamente los de la policía unos segundos. Eran de un color verde, profundos, hermosos, misteriosos. Pero lo que más destacaba era el dolor que tenían dentro.

Sus hermosos ojos verdes estaban llenos de dolor y se veían tan vacíos.

Cuando por fin volvió a la realidad, la chica continuaba jugando con sus esposas tranquilamente, como si no le hubiera dirigido la palabra en ningún momento.

¿Cómo podía estar tan tranquila? ¿No le incomodaba estar aquí dentro?

- Ya veo que puedes hablar- dijo Zoe mientras sacaba un bolígrafo del estuche para empezar a hacer dibujitos en una hoja en blanco.

La sala estaba en un completo silencio, sólo se podía escuchar el boli rayando la hoja.

Zoe sintió su mirada interrogante, seguramente se pensaba que estaba apuntando algo, y ese era el plan. Así que limitó a ignorarla.

- Ahora sólo te voy a decir una cosa. Tienes dos opciones colaborar, o quedarte en silencio. Podemos estar aquí horas- mintió. Técnicamente podían estar allí 72 horas, pero su mente dudaba poder durar más de unos minutos.

La respuesta de la rubia fue un largo silencio.

*****

16 de enero, comisaría
20:15

Su respiración era entrecortada, errática. Tenía las manos sudorosas y en lo único que pensaba era en no apartar la vista del papel en blanco.

Llevaban en la sala 10 minutos. Tan solo 10 minutos era lo que aguantaba sin que las memorias pudieran con ella.

Si levantaba la vista se encontraba con recuerdos. Recuerdos que quería eliminar para siempre. No recordar más, simplemente olvidar.

- No te gusta estar aquí dentro, verdad? A nadie le gusta- levantó la vista lentamente hacía la rubia quien dio un pequeño suspiro antes de acomodarse bien en la silla.

Efectos secundariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora