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- La dormilona ha decidido despertarse- comentó con cierto toque de humor Zoe cuando vio a Keyla sentada en la cama mirando a la pared, con la espalda algo encorvada y las mantas sobre sus piernas.

- Buenos días- fue todo lo que dijo la rubia dejando caer nuevamente su espalda sobre el colchón con los brazos medio estirados- ¿Que hora es?

- Las once de la mañana- Zoe dejó la escoba y el recogedor a un lado, para después sentarse en una esquina de la enorme cama- ¿Has dormido bien?

- Eso debería preguntarlo yo ¿Que se siente haber vuelto a tu cama después de dos semanas?- la rubia rodó sobre la cama de ciento ochenta centímetros para mirar a Zoe, y para qué negarlo, estar más cerca de ella.

- He tocado el cielo. Creo que todo el dolor de espalda que tenía se ha ido de golpe, un milagro- bromeó antes de ponerse nuevamente de pie- Deberías levantarte ya y desayunar algo- tras decir esto tomó nuevamente la escoba y barrió la habitación.

Keyla se levantó finalmente de la cama una vez Zoe se fue del dormitorio. Caminó hasta la cocina y sacó el bote de batido de chocolate que la mayor había comprado a su petición.

Una vez desayunada, con los dientes limpios y con ropa de calle buscó a Zoe por el apartamento. La mayor se encontraba en aquel momento en el pasillo, limpiando el polvo de una estantería al ritmo de la música que ponían en la radio.

- ¿Necesitas que te ayude?- le preguntó sonriendo amablemente.

- No hace falta, como esta tarde tengo turno hoy me he levantado temprano y solo queda poner un par de lavadoras- Zoe no era una apasionada por la limpieza de casa, le gustaba tenerlo todo limpio, pero no era de las que limpiaba el polvo veinte veces al día o fregando el piso a cada segundo. Pero aquel día se había despertado a las cinco de la madrugada sin poder pegar ojo, y a pesar de que se estaba cómoda sintiendo como Keyla le abrazaba un brazo, decidió que era mejor levantarse y hacer algo productivo.

- Entonces voy a ir separando la ropa por colores- fue a ir directa a la cocina, donde la mayor tenía la lavadora, pero un pequeño contacto con su mano la detuvo.

- No hace falta que lo hagas, solo queda ropa blanca- Keyla solo asintió, separándose un poco de Zoe, quería colaborar un poco en las tareas de casa para no sentir que estaba viviendo así de bien solo por su cara bonita- Aunque aún queda algo de basura para tirar ¿Puedes hacerlo tú?

- Si, ahora mismo la bajo.

- Genial- Zoe se quedó en silencio mirando a la pequeña, que hacía lo mismo pero alternando sus ojos entre la pared y la mujer que tenía en frente- No te queda el ser tímida ¿Sabes?

- No estoy siendo tímida- se quejó apartando del todo la vista- Voy a tirar la basura, en nada vuelvo.

- Asegúrate de coger todas las bolsas, chica-no-tímida- Keyla solo le levantó el dedo de en medio antes de desaparecer del pasillo, dejando a Zoe riéndose sola. No tardó mucho en volver a escuchar la puerta abrirse así que trato con todas sus fuerzas ya no reírse mas y estar seria.

La policía se sorprendió cuando vio a la pequeña rubia ir a paso convencido hacia ella, y mas aún cuando nada mas se puso enfrente la tomo de la cara y la acercó para besarla con cierto atrevimiento. Empujando su lengua entre los dientes de la policía, que asombrada solo dejaba que Keyla siguiera su camino.

- ¿Sigo siendo una chica tímida?

- Wuau. ¿Sacar la basura te ha convertido en una chica rebelde otra vez?- felizmente las manos de Zoe se pusieron en la cintura de su acompañante.

- Nunca he dejado de ser una chica rebelde. Porque un león se deje domesticar no deja de ser un león- Zoe de inmediato junto su cabeza con el hombros de la pequeña, ocultando un poco la risa.

Efectos secundariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora