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Un año atrás...

- Zoe, Zoe, mira. Tenemos un nuevo caso- se escuchó su voz alegre entrando a la oficina.

- ¿Que? ¿Vas de broma?- nada más escuchó aquellas palabras la morena dejo de hacer lo que sea que estuviera haciendo para prestarle atención a su compañero y al montón de folios que llevaba entre sus brazos.

- No bromearia con esto nunca.

- ¿Te han dicho de que trata? ¿Alguna pista?

- Un robo de droga. Pinta interesante ¿Verdad?- Zoe frunció el ceño y abrió los documentos que le había traído su amigo. Estaba claro que no todo iba a ser tan bonito- ¿Y esa cara?

- Nos la han jugado nos han puesto un caso imposible de resolver- susurró Zoe dejando el montón de folios a un lado para después volver a la silla- No vamos a resolver eso nunca.

Actualidad...

2 de marzo, comisaría
8:57

- ¿Por que no descansas un poco, Zoe? Llevas un día entero sin dormir- Carla había llegado al trabajo a las ocho de la mañana, dándose cuenta que la policía no se había marchado de la oficina en ningún momento de la noche.

- No tenemos nada. Solo cinco balazos y dos cadáveres, no puedo descansar así.

- Que duermas unas horas no va hacer que las cosas empeoren. Así que vete a casa y descansa unas horas- la morena miró a la recepcionista unos segundos- Por favor.

Zoe suspiró finalmente, estaba cansada y sabía que tenía que poner su cabeza en orden.

- Volveré en unas horas- fue todo lo que dijo levantándose del asiento del vestíbulo. Así era, Zoe había pasado toda la noche en el vestíbulo, pues seguía sin poder estar demasiado tipo en su oficina.

Caminó hasta su coche y con lentitud condujo hasta su casa. Era grande, se podía decir que algo lujosa, pero no era porque le pagarán bien, ya le gustaría a ella que fuera por eso.

Se la compró apenas tenía los dieciocho años cumplidos. Había conseguido el dinero suficiente debido a que su padre, antiguo policía, murió en servicio por culpa de un tiroteo. Con el dinero del seguro y de la herencia tuvo bastante para poder comprarse el piso. Era lo mejor que podía haber hecho con el, si se paraba a pensar. La casa donde había vivido toda la vida era vieja, y sabía que empezaría a darle problemas en no mucho tiempo, así que la vendió y con ese dinero consiguió sobrevivir y pagarse la carrera antes de empezar a trabajar.

Se tumbó en la cama nada más llegó a ella, estaba desecha por completo. La noche anterior no había aparecido por casa, así que estaba todo tal cual la dejo la pequeña. Desde la ropa que utilizo de su armario, doblada en el escritorio, hasta las zapatillas de ir por casa que le prestó junto a la cama.

Un bajo suspiró se escapó de sus labios justo antes de acomodarse dentro del edredón de invierno para dormir un rato. Tal vez lograra descansar un poco antes de volver a trabajar.

*****

2 de marzo, instituto de Keyla
7:55

La rubia caminaba con algo de felicidad hacia el instituto. No le dolía nada, no había recibido ningún golpe por parte de aquella mujer desde que Zoe la dejó en casa. Sabía que era por miedo a que la policía viera sus moratones, pero ella ya estaba segura de que Zoe los había visto, pero eso le mujer no tenía porque saberlo.

Si no lo sabía podía salvarse de unas cuantas palizas por un tiempo.

Tenía que admitirlo, le sorprendió bastante cuando después de que Zoe la dejara la mujer no le golpeara, solo la empujó para que se fuera a su habitación. Se quedó aún más perpleja cuando su hermanastro fue a darle una colleja, como hacía habitualmente, pero no pudo ya que la mujer le gritó que no la tocara. Por lo visto se había asustado de verdad cuando vio a la policía en frente de la puerta.

Efectos secundariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora