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27 de marzo, comisaría

Zoe llegó cabreada a la comisaría, todavía tenía tiempo antes del interrogatorio, a causa de que su cita con la más pequeña había terminado bastante antes de lo previsto.

Carla la miró curiosa cuando vio que la morena cruzaba la puerta con una horrible expresión y se iba directa a su despacho. Pero a los pocos segundos salió de la habitación para irse ¿Donde iría ahora? Se preguntó viendo como Zoe salía del edificio.

La respuesta le llegó cuando vio que entraba por segunda vez a comisaría, esta vez con un papel de una libreta entre sus manos. ¿La lista de la compra? Pensó la recepcionista.

Zoe por su lado se encerró en el despacho con el papel que le había dado la pequeña entre sus manos, dispuesta a saber qué demonios le sucedía a Keyla que no quería contarle.

Leyó la primera pregunta y suspiró con algo de pesadez sentándose en la silla.

-¿En qué estás metida, Keyla?- murmuró para ella misma empezando a buscar los informes de hacía ocho meses. La primera frase que había escrita en aquel papel era: Todo sobre el asesinato de hace ocho meses.

Zoe revisó uno a uno todos los asesinatos que sucedieron hacia ocho meses, buscando alguno que tuviera cinco balazos o algo que le pudiera indicar que era el que buscaba, pero nada. No había nada. Leyó todo lo demás que había escrito en aquel papel, pero le resultaban todas preguntas sin sentido. Estaba claro que la pequeña había evitado dar muchas pistas para que solo ella y el acusado supieran de que estaban hablando.

- Mierda...- susurró revolviéndose el pelo con desesperación. Buscó su telefonó en su bolsillo y trato de enviarle un mensaje a Keyla, tratando que le aclarara todo, pero no tenía WhatsApp, o al menos eso era lo que decía su aplicación. ¿Quién demonios no tenía WhatsApp hoy en día?

La llamó, pero el teléfono parecía estar apagado o fuera de cobertura, irritada apoyó su cabeza en la mesa, buscando otras soluciones.

Rendida se levantó de la silla y salió de su despacho, para ir directa a Carla.

- Necesito tu ayuda.

- ¿Pasa algo malo?

- Necesito que me averigües si hace ocho meses se encontró un cadáver con cinco balazos, o un tatuaje de un cinco ¿Puedes hacerlo por mi?

- Si, claro- se mantuvo en silencio unos segundos antes de preguntar- ¿En qué estás metida, Zoe?

- Si te soy sincera no tengo ni idea. Voy a ver a Pratt para ver si sabe algo- se alejó un poco de recepción para llamar por teléfono pero una silueta conocida la hizo cambiar de idea- Señor Davis- exclamó un tanto sorprendida. Aquel hombre era el único superior bueno que había tenido, pero para su desgracia se jubiló hacia medio año. Ya estaba mayor, tenía sesenta y siete años, y si era sincera no sabía porque no se había jubilado antes.

- Oh, Brown, aún no te han dado el traslado?- la policía se quedó en silencio de golpe, recordando que hacía un par de meses había pedido el traslado por no poder soportar estar en aquel despacho. Al no tener noticias se le había ido de la mente por completo.

- No señor, dudo mucho que me lo den, pero está bien. Estoy ya mejor aquí- respondió con sinceridad. Ahora ya podía estar en aquella habitación- ¿Que le trae a usted aquí?

- Viejos trabajos, nada más.

- Ya veo, oye señor, usted sabe algo sobre...- pero antes de que pudiera llegar a preguntar Pratt apareció de la nada, llamándola.

- Zoe Brown, sala de interrogatorios cinco- la morena miró al hora algo sorprendida, su tiempo libre se le había ido volando.

- No se preocupe, señorita Brown, pasaré luego por su oficina y me dice sus dudas- Zoe le miró agradecida. Y después de una breve despedida se fue corriendo a donde le había dicho su compañero. Iba a llegar al fondo de estos aquello.

Efectos secundariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora