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27 de enero, casa de Keyla
23:09

Keyla llegó en silencio a su casa, habían pasado ya tres horas de la hora en la que tenía que haber vuelto. Pero no se arrepentía, había conseguido comer una deliciosa comida por primera vez en mucho tiempo.

Miró al sofá y suspiró tranquila al verlo vacío. La mujer se había ido a dormir. Caminó evitando hacer mucho ruido hasta su habitación que en verdad era el desvan. Cundo abrió la puerta sintió su corazón salirse del pecho. Por lo visto no tenía tanta suerte como pensaba.

- Pero si la niñita ha llegado a casa. ¿Te lo has pasado bien dando vueltas en las rotondas? Dime que al menos has ganado dinero con algún rico- la mujer se acercó hasta ella. Keyla se quedó paralizada, esperando el primer golpe- Eres inútil- el primer golpe no se hizo de esperar, un puñetazo directo a su nariz seguido de otro en la barbilla que la hizo caerse al suelo- Recibir palizas, es lo único que sabes hacer- una patada en el abdomen, otra en la espalda y otra en el pecho, esas fueron las necesarias para hacer que Keyla empezara a llorar.

- Lo siento, lo siento, por favor perdóname- dijo cubriendo su cabeza con sus brazos. Otra patada en el estomago la hizo sentir el borde del primer escalón. Estaba junto a las escaleras. Una patada más fue lo necesario para que cayera escaleras a bajo.

La mujer se quedó de piedra cuando vio el cuerpo de la rubia en el suelo. Por un momento pudo ver la cárcel pero se relajó cuando escuchó el gritó de dolor de la chica. Seguía viva. Suspiró relajada antes de caminar hasta su habitación e irse a dormir.

*****

28 de enero, casa de Keyla
07:55

Keyla abrió los ojos con algo de dificultad. Le dolía todo. Seguía en el suelo, había pasado toda la noche acostada en el suelo después de caer por las escaleras y quedarse inconsciente. Intentó levantarse pero lo unico que consiguió fue volver a caer al suelo. Lo volvió a intentar pero no consiguió nada.

- Apartate- escuchó la voz de su "hermano"- ¿Estás sorda? Te he dicho que te apartes- la rubia intentó levantarse otra vez en un intento desesperado pero lo único que consiguió fue caerse al suelo- ¿Eres inútil hasta para levantarte del suelo?- el chico bajo el último escalón y se agachó a la altura de la rubia, la tomó de la cintura y la aparto, dejándola sentada apoyada en la pared- A ver si aprendemos a apartarnos, eh, hermanita- susurró dejando pequeños golpes en las mejillas de Keyla, que tenía la mirada fija en el suelo, para después marcharse.

Se quedó mirando su mano, morada, hinchada y seguramente rota. Después observó sus piernas, las tenía también hechas polvo. Agradeció no poder ver su torso, así no tendría que ver todo los moratones que tendría repartidos en todo el cuerpo.

El suelo estaba frío, congelado. Estaban en pleno invierno. Intentó levantarse otra vez pero no lo consiguió así que se quedó sentada. Estuvo todo el día sentada en el pasillo, observando como aquella mujer y aquel chico pasaban de un lado a otro, ignorandola por completo, como si no hubiera nada en medio del pasillo. Durmió allí también esa noche, sin poder moverse, no era porque no quisiera levantarse, simplemente porque no tenía fuerzas para hacerlo, porque siempre que lo intentaba terminaba llorando del dolor que le producían cada uno de los golpes recibidos.

Cuando se despertó el cuerpo aún le dolía, pero podía moverse un poco sin sentir que la estaban apuñalando.

Tardó media hora en levantarse y dos horas en poder subir las escaleras para tumbarse en la cama y dormir con tranquilidad durante todo el día. Se despertó pasadas las doce horas por el hambre. Hacía casi dos días que no comía nada, pero agradecía haberse dado un festín antes de volver a casa.

Efectos secundariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora