Era la primera vez en la vida que a Bridgette la besaba un hombre sin pedirle permiso... No dejó de forcejear hasta que lord Westcliff la apretó con más firmeza contra su cuerpo. El conde olía a tierra y a luz de sol. Y a algo más... a una esencia dulce y seca que a Brid le recordaba al heno recién cortado. La presión que ejercía su boca se incrementó en un ardiente intento de que la joven separa los labios.
Bridgette nunca había imaginado un beso semejante, una caricia profunda, tierna e impaciente que pareció dejarla sin fuerzas hasta el punto de que se vio obligada a cerrar los ojos y buscar el firme apoyo del torso del hombre. Félix aprovechó al instante su debilidad, la apretó contra su cuerpo hasta que no quedó un milímetro de separación entre ellos y le introdujo uno de sus fuertes muslos entre las piernas para separarlas.
La punta de la lengua de Félix comenzó a juguetear en el interior de su boca con cálidas caricias que recorrían el borde de sus dientes y la sedosa humedad que se extendía tras ellos. Sobresaltada por semejante intimidad, Bridgette retrocedió, pero él acompasó su movimiento y le colocó las manos a ambos lados de la cabeza. La joven no sabía qué hacer con la lengua, de modo que la echó hacia atrás con torpeza mientras él seguía jugueteando con ella; no dejó de estimularla, incitarla y darle placer hasta que de la garganta de la muchacha escapó un gemido tembloroso y comenzó a empujar a lord Westcliff de modo exaltado.
La boca del conde se apartó de ella. Consciente de la presencia de su padre y de los compañeros de éste, que aún seguían al otro lado del enebro, Brid se esforzó por recobrar el aliento mientras observaba las sombras oscuras de los hombres a través de la espesa protección de las ramas del árbol. El grupo prosiguió su camino, ajeno a la pareja que se abrazaba oculta, a la entrada del jardín. Aliviada al ver que se marchaban, Bridgette dejó escapar un nervioso suspiro.
Pero el corazón comenzó a desbocarse de nuevo en su pecho cuando sintió que la boca de Félix se deslizaba por la suave curva de su garganta y dejaba tras de sí un rastro de fuego. Ella volvió a removerse para librarse del abrazo, pero aún tenía la pierna del conde entre los muslos y una fulgurante oleada de calor comenzó a extenderse por todo su cuerpo.
—Milord— dijo en un susurro —¿se ha vuelto loco?
—Sí... Sí— Dijo entrecortadamente y sus labios regresaron de nuevo a la boca de Bridgette... para robarle otro beso tan profundo como los anteriores —Dame tus labios... tu lengua... Eres tan dulce... tan dulce.
Los labios del conde eran cálidos e implacables, y se movían sobre la boca de Bridgette con una sensual firmeza mientras su aliento le rozaba la mejilla. La joven sentía un cosquilleo en los labios y en la barbilla, provocado por el roce áspero de la piel sin afeitar de lord Westcliff
—Milord— volvió a susurrar tras separarse de su boca con un gesto brusco —¡Por el amor de Dios! ¡Suélteme!
—Sí... Lo siento... Sólo uno más...— y buscó una vez más sus labios al tiempo que ella lo empujaba con todas sus fuerzas. No obstante, el pecho del hombre resultó ser tan duro como la piedra.
—¡Suélteme, bruto!— Tras retorcerse de modo furioso, Bridgette consiguió librarse de Westcliff. La exquisita fricción de sus cuerpos provocó un hormigueo que la recorrió de la cabeza a los pies, aun cuando ya estaban separados.
Mientras se miraban el uno al otro, Brid percibió cómo la lujuria que había dominado al conde, abandonaba su rostro un instante antes de que esos ojos claros se abrieran de par en par al comprender lo que acababa de ocurrir.
—¡Por los clavos de Cristo!— exclamó él en voz baja.
A Bridgette no le gustó en absoluto el modo en que Félix la observaba, como un hombre perturbado que contempla la cabeza letal de Medusa. Y con el ceño fruncido, le dijo con sequedad:
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𝓜𝓮 𝓮𝓷𝓪𝓶𝓸𝓻𝓮 𝓾𝓷 Oᴛᴏñᴏ
Romance-Eɴ ᴏᴛᴏñᴏ, ᴇʟ ᴄɪᴇʟᴏ ʟʟᴇᴠᴀ ᴘᴜᴇsᴛᴏ ᴇʟ ᴄᴏʟᴏʀ ᴅᴇ ᴛᴜs ᴏᴊᴏs; ʏ ᴄᴀᴅᴀ ᴠᴇᴢ ᴍᴇ ʜᴀᴄᴇ ᴘᴇɴsᴀʀ ᴍᴀs ᴇɴ ᴛɪ. La testaruda heredera franco-china: Bridgette Dupain-Cheng, ha ido a Inglaterra para encontrar un marido aristocrático. Desafortunadamente, ningún hombre es...