Antes de que Félix pudiera reaccionar, Bridgette hundió los talones en los costados de Starlight y se inclinó sobre la silla de montar con el fin de equilibrar el peso de su cuerpo cuando el caballo diera un rápido salto hacia delante. Starlight reaccionó de inmediato y emprendió el galope. Tras apretar los muslos contra los pomos de la silla, Brid sintió que perdía un tanto el equilibrio y que su cuerpo giraba levemente a causa de lo que, como comprendió demasiado tarde, había sido producto de una excesiva "sujeción a la silla". En un arranque de valentía, ajustó la posición de sus caderas en el mismo instante en que su montura se acercaba al obstáculo. Notó que el caballo levantaba las patas delanteras, así como el tremendo impulso de las patas traseras al levantarse del suelo en un salto, que le proporcionó a la joven un instante de adrenalina al sobrevolar la barrera triangular.
No obstante, en cuanto Starlight pisó de nuevo el suelo, tuvo que esforzarse por guardar el equilibrio en la silla y fue su muslo derecho el que absorbió la mayor parte del impacto, ocasionándole un desagradable y doloroso tirón. De todos modos, lo había conseguido y de una manera bastante convincente.
Con una sonrisa triunfal, hizo que el caballo diera la vuelta y en ese momento, fue consciente de las miradas asombradas de los jinetes, que se preguntaban sin lugar a dudas qué era lo que había ocasionado ese impulsivo salto. De buenas a primeras, captó por el rabillo del ojo una mancha de color oscuro en movimiento y oyó el estruendo de un caballo acercándose. Presa de la confusión, no tuvo tiempo para defenderse ni para protestar, cuando fue literalmente arrancada de su montura y arrojada sin cuidado alguno sobre una durísima superficie.
Félix continuó cabalgando unos metros más con Bridgette colgando impotente sobre sus rígidos muslos antes de detenerse y desmontar con ella en brazos. Brid sintió que la presión de las manos del conde le lastimaban los hombros mientras observaba el pálido semblante del hombre, que se encontraba a escasos centímetros de su rostro.
—¿Creyó que podía convencerme, con semejante demostración de estupidez?— gruñó él al tiempo que la sacudía brevemente —El uso de mis caballos es un privilegio que concedo a mis invitados, un privilegio que usted acaba de perder. De ahora en adelante, no intente siquiera poner un pie en los establos o yo mismo me encargaré de echarla a patadas de mi propiedad.
Pálida y con una furia que rivalizaba con la del conde, Bridgette contestó en voz baja y trémula:
—Quíteme las manos de encima, maldito idiota.
Para su entera satisfacción, la joven observó que Félix abrió más los ojos al escuchar el insulto. Pese a que la presión de sus manos no disminuyó ni un poco, el hombre comenzó a respirar con bocanadas profundas y contenidas, como si le estuviese costando un verdadero esfuerzo no dejarse llevar por la violencia. Cuando la mirada desafiante de Bridgette se clavó en los ojos de lord Westcliff, la muchacha sintió que una potente descarga de energía fluía entre ellos, una especie de impulso físico sin orden ni concierto, que la hacía desear golpearlo, hacerle daño, tirarlo al suelo y rodar con él como si se tratara de una pelea callejera con todas las de la ley.
Ningún hombre había conseguido que se enfureciera hasta ese extremo. Mientras permanecían allí de pie, lanzándose chispas por los ojos e inundados por la rivalidad, el calor que los consumía se incrementó hasta dejarlos sofocados y jadeantes. Tan concentrados estaban en su mutua hostilidad que ninguno fue consciente del grupo de asombrados testigos que se había reunido a su alrededor.
Una sedosa voz masculina rompió el vínculo silencioso y letal que los unía, y se abrió paso con maestría a través de la tensión del ambiente.
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𝓜𝓮 𝓮𝓷𝓪𝓶𝓸𝓻𝓮 𝓾𝓷 Oᴛᴏñᴏ
Romance-Eɴ ᴏᴛᴏñᴏ, ᴇʟ ᴄɪᴇʟᴏ ʟʟᴇᴠᴀ ᴘᴜᴇsᴛᴏ ᴇʟ ᴄᴏʟᴏʀ ᴅᴇ ᴛᴜs ᴏᴊᴏs; ʏ ᴄᴀᴅᴀ ᴠᴇᴢ ᴍᴇ ʜᴀᴄᴇ ᴘᴇɴsᴀʀ ᴍᴀs ᴇɴ ᴛɪ. La testaruda heredera franco-china: Bridgette Dupain-Cheng, ha ido a Inglaterra para encontrar un marido aristocrático. Desafortunadamente, ningún hombre es...