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Horacio, todavía tirado en cama, empezó a pensar en lo que había vivido durante las últimas horas.

/Flashback/

Volkov conducía rápido hacia su departamento, el estado del omega había empeorado y los instintos del ruso empezaban a florecer.

—Gracias por ayudarme, alfa— jadeó el menor mientras posaba su mano sobre el muslo del mayor.

Al notar aquello, Volkov pisó todavía más a fondo, notando a su vez el sudor frío que recorría su espalda.

En cuanto llegaron, salió del coche librándose del agarre de Horacio, y se acercó a paso rápido hacia el lado donde descansaba este.

—¿Puedes caminar?

—Claro que puedo— respondió arrastrando las sílabas, producto del Vodka.

En cuanto salió del coche, sus piernas fallaron, y a punto estuvo de caer al suelo, de no ser por el agarre que tenía el ruso en él al no creerle ni una sola palabra.

—Vamos.

Cogió su brazo y lo pasó por sus hombros, agarrándole a su vez por la cintura. Volkov era más alto que él, sin embargo, Horacio era demasiado grande como para poder cargarlo. Daba gracias de que tuviera ascensor.

—¿Hay algo que puedas tomar para el celo?— preguntó ya saliendo del elevador y acercándose a su puerta.

—Tengo que preguntarle al Dr. Muerte— respondió riendo.

Volkov frunció el ceño.

—¿Es tu médico?— a medida que le preguntaba le tumbó en el sofá.

—Algo así, tengo su número.

Entonces el ruso se tensó. Conocía a Claudio y sabía que podía haber intentado algo con el de cresta, ¿por eso tenía su número? Sin ni siquiera haber abierto la boca, el omega sacó su móvil del bolsillo y se lo tendió a Volkov. Este captó de inmediato el mensaje.

Deslizó la pantalla, dándose cuenta de que no tenía ningún tipo de bloqueo, y buscó entre sus contactos a Claudio. Al no encontrarlo por aquel nombre, probó suerte con el apodo que había dicho Horacio, encontrándolo al momento.

"¿Le ha puesto emoticonos de una berenjena?", pensó frunciendo aún más el ceño. Su alfa empezaba a mostrarse territorial.

Pulsó la tecla de llamada y esperó a que respondiera, lo cual no tardó en hacer.

—¡Horacio!— le escuchó hablar bastante animado— Que alegría que me llames, ¿que tal estás con respecto a ese tema?

—Claudio— saludó de forma casi amenazante— Está con su celo, necesita medicamentos.

—¿Quien eres?— en su voz se mostraba confusión, pero también parecía que intentaba marcar su territorio.

—Comisario Víktor Volkov— escupió— Te mando ubicación, ven con esos putos medicamentos.

Y dicho aquello, colgó, mandándole su dirección nada más hacerlo.

—Me duele— escuchó decir a Horacio, quien se retorcía en el sofá.

—Tranquilo, en seguida estarás mejor— le habló en un tono dulce, nada comparado al anterior que tenía, mientras se agachaba a su lado— Claudio va a traer medicamentos.

—Mmh— murmuró cruzando miradas con el ruso, y sonriendo a su vez.

Aquello enfureció a la parte más instintiva del alfa. ¿Esa reacción era por aquel hombre de cara tatuada? Comenzó a expulsar feromonas de forma inconsciente, impregnando al omega en él. Este, inspirando profundamente aquel aroma, no pudo resistirse más, por lo que agarró a Volkov del cuello de la camisa y lo atrajo hacia él.

¿𝑶𝒎𝒆𝒈𝒂? 𝟏𝟎-𝟒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora