¿Podían entrar dos omegas al Cuerpo Nacional de Policía? La respuesta era clara, no.
Pero, ¿y si nadie se enteraba?
"-Eres...¿omega?"
"- 10-4"
_______________________________________________
•Omegaverse [alfa x omega].
•Personajes del roleplay, no l...
Horacio llevaba varias horas tirado en su sofá en posición fetal. Notaba de vez en cuando alguna lágrima caer al pensar en su alfa, al cual no podría ver a pesar de los días difíciles en los que estaba, y eso solo hacía que sus sentimientos salieran más a flote. A pesar de estar con el celo, sus síntomas comunes habían desaparecido, para dar paso a otros algo más sentimentales. Su omega estaba triste, ya no solo por el hecho de que el alfa no estuviera con él, sino también por el accidente que le había dicho Conway y, por consiguiente, la salud del ruso.
No le gustaba sentirse como se estaba sintiendo en aquel momento, por lo que decidió incorporarse y encender la televisión, para intentar distraerse con lo que fuera que estuvieran dando en ella. Tras unos minutos de frustración al no encontrar nada en los canales, el timbre de la puerta le hizo pegar un pequeño salto.
Al principio se extrañó, haciéndose pequeñas ilusiones al pensar que podía ser Volkov, pero luego recordó lo que le había dicho Conway y suspiró. Se levantó para ir a abrir, encontrándose, tal y como le había dicho su superior, al Dr. Muerte.
—Hola— el de cara tatuada sonrió ligeramente para intentar reconfortarle— ¿Cómo te encuentras?
Horacio le miró desanimado antes de contestar.
—Mal.
Claudio bajó su mirada al suelo, sin saber muy bien qué hacer.
—Me imaginé que no querrías estar solo tras la noticia. Quería ver cómo estabas, pero si prefieres estar solo pued...
—No, no— le interrumpió el de cresta— Gracias por venir— se miraron durante unos segundos algo incómodos,antes de que Horacio se echara a un lado— Pasa.
Claudio le agradeció y caminó dentro de la casa, dejando, de forma casi inconsciente, su aroma en el aire. Horacio no pudo evitar olfatear en cuanto pasó por su lado, arrugando un poco la nariz al hacerlo. Aquel no era el aroma que él quería oler.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Conway aparcó delante del edificio del rubio de forma rápida. Tenía prisa por subir a verle, pero, a su vez, sentía una ligera ansiedad que no le dejaba respirar bien. Toda aquella situación le estaba afectando, al igual que a Gustabo, y sabía que tarde o temprano dejaría de resistirse a los impulsos que cada vez eran más notorios, y eso era lo que le daba miedo.
Soltó un largo suspiro, mentalizándose de la situación, y bajó por fin del coche para dirigirse al piso del omega. Al llegar, tan solo le hizo falta esperar unos segundos para que la puerta se abriera, encontrándose con un despeinado Gustabo.
—Buenas abuelo— habló dándose la vuelta y caminando hacia el salón.
Conway rodó los ojos y cerró la puerta tras de sí, para después seguir su recorrido. Se lo encontró sentado en el sofá con los pies sobre la pequeña mesa que tenía enfrente, mientras se comía una bolsa de patatas fritas.