08

12.8K 1.7K 1.2K
                                    

—Ya he dicho que está todo bien, nos encontramos perfectamente— decía el rubio ya cansado.

—¿Cuántos supresores os estáis tomando de forma regular?

—Uno al día.

Al decir aquello, Horacio miró a su hermano, sabiendo que, de nuevo, estaba mintiendo.

Llevaban casi una hora en aquella habitación, con el Dr. Muerte examinándoles para comprobar que aquellos supresores no les estaban causando problemas de salud. Debían hacer aquello al menos una vez cada semana, como ya les había informado el doctor, y aquel primer día había llegado. Apenas habían pasado un par de días desde que Gustabo había empezado a abusar todavía más de aquellas pastillas, por lo que sabía que aún no tendría efectos secundarios.

—Bien, los resultados de vuestras pruebas ya deben de estar— dijo el alfa dirigiéndose a la puerta— Vuelvo ahora.

Horacio apenas pudo esperar a que la puerta se cerrase para hablar de forma atropellada.

—¿Uno al día? ¿Es que acaso no le vas a contar tu plan maestro?— escupió.

—Sabes tan bien como yo que si se lo cuento nos prohíbe los supresores nada más saberlo— respondió serio.

—Pero Gustabo, esto ya no es que nos echen o no del cuerpo, es tu propia salud— decía desesperado por la tozudez de su hermano— ¡Sabes que eso va a acarrearte problemas graves!

—Pues ya me encargaré de ello cuando pase, de momento está todo bien.

El de cresta iba a hablar de nuevo cuando Claudio entró en la habitación, observando los informes y cortando de inmediato al omega.

—Todo parece estar bien.

—¿Ves?— dijo un muy satisfecho Gustabo.

—De todas formas es muy posible que vuestro celo se adelante un par de días— dijo mirando todavía los informes de ambos pacientes, para después centrar la vista en ellos de nuevo— Debéis estar atentos.

—Lo estaremos— respondió Horacio un tanto desconcentrado. Le era imposible no pensar en la salud de su hermano.

—Y quiero que sigáis viniendo cada semana, sin falta— habló autoritario, pero sin quitar el tono amable característico de aquel doctor— En el caso de que notarais algo fuera de lo común, quiero que contactéis conmigo de inmediato, ¿queda claro?

—Alto y claro— dijo Gustabo— Necesitaremos su número entonces, ¿no?— dirigió su vista al chico de cresta que estaba sentado al lado suyo, notando como sus mejillas empezaban a tornarse rojas, lo que provocó una pequeña risa del rubio.

—Sí, que alguno de vosotros lo apunte.

—Ya lo hace mi hermano— se adelantó el más bajo, empezando a recoger sus cosas mientras observaba a Horacio ponerse nervioso, guardando en su agenda el número de Claudio— ¿Nos podemos ir ya?

—Sí, tened cuidado.

—Lo tendremos— dijo agarrando al de cresta del brazo y tirando de él— Venga Horacio, tenemos que ir a trabajar.

—Lo tendremos— dijo agarrando al de cresta del brazo y tirando de él— Venga Horacio, tenemos que ir a trabajar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¿𝑶𝒎𝒆𝒈𝒂? 𝟏𝟎-𝟒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora