26

7.3K 913 286
                                    

En cuanto salió de aquel despacho y se despidió de Greco, comenzó a caminar hacia las escaleras, pero algo le llamó la atención. Dirigió su mirada hacia el pasillo que tenía al lado, y vio una silueta metiéndose en el despacho que había al final. El rubio sabía perfectamente que era el despacho del Superintendente, como también sabía que aquel que acababa de entrar era Conway, tras lo que posiblemente hubiese sido un Código 3.

Se quedó parado pensando en lo que hacer. En un principio iba a irse a casa, o, bueno, la casa del alfa, pero tras la reciente información lo único que quería era ir hasta él y decirle que todo iba a salir bien.

Sin pensárselo mucho más, giró sobre su sitio y se encaminó a aquel despacho al que la gran mayoría le daba tanto miedo entrar. Estaba decidido, a pesar de no saber cómo podría reaccionar el alfa. Llamó a la puerta y espero hasta escuchar un "adelante" para abrir, encontrándose al Superintendente de pie al lado de su escritorio, revisando unos papeles.

—Pero, ¿qué cojones haces aquí?— preguntó con el ceño fruncido, dejando en un segundo plano la tarea que estaba haciendo— Tenías que quedarte en casa.

El rubio hizo caso omiso al regaño del mayor y caminó hacia él con mucha seguridad sobre si mismo. En cuanto estuvo delante suya, ni siquiera se tomó un segundo para rodearle con los brazos en un tierno abrazo, cosa que descolocó al alfa, quien se mantuvo en su posición el suficiente tiempo como para asimilar la situación, y hacer dudar a Gustabo. Sin embargo, este se sorprendió al notar que, tras un leve suspiro por parte del mayor, el abrazo era correspondido.

Conway, que era más alto que el omega, apoyó su mejilla en la cabeza del más bajo, cerrando los ojos en el proceso para disfrutar aún más el momento. Cualquier día en su trabajo resultaba ser estresante, sobre todo teniendo a su omega lejos, aunque no quisiese admitirlo en voz alta.

—¿Esto es por el celo?— preguntó aún con los ojos cerrados, aunque la falta de feromonas por parte del menor le indicaba ya la respuesta.

—¿Me está abrazando porque cree que tengo el celo?

Se hizo un silencio en el que ninguno de los dos se movió, uno dudando en si hablar, y el otro teniendo la esperanza de que Conway empezara a abrirse más, de que tuviese en cuenta los sentimientos de su omega.

—No— respondió por fin, dejando a Gustabo respirar con normalidad de nuevo.

—Tampoco estoy con el celo— sonrió, respondiendo a la duda de Conway.

Se separaron del abrazo y Conway se apoyó en su mesa, cruzando los brazos en el proceso.

—¿Por qué estás aquí?— preguntó de forma suave.

Gustabo pensó durante un momento lo que diría, dejando al mayor todavía más intrigado.

—Ya sé...— comenzó lentamente, dejando a un lado la formalidad con la que le solía tratar— Ya sé lo de tu mujer— el menor pudo notar en seguida cómo Conway se tensaba ante aquellas palabras, bajando la mirada al suelo— Y ahora entiendo la actitud que has tenido todo este tiempo conmigo, pero eso no te excusa de haber sido un capullo— el mayor siguió sin mirarle— Sé que debe ser muy difícil para ti, no me puedo llegar a imaginar cuánto y de verdad que lo siento, siento mucho que hayas pasado por algo así, pero estás intentando impedir algo que ya está pasando, y con esto solo me haces daño a mi y a la gente que te rodea— hizo una pausa esperando alguna reacción que nunca llegó— Estoy seguro de que eres consciente de ello, y te culpas, y eso solo va a conseguir que te sientas peor contigo mismo. Tienes que dejar que las cosas fluyan, ella lo habría querido. Habría querido verte feliz.

Guardó silencio, viendo cómo el alfa cerraba los ojos con fuerza y expulsaba un aroma ligeramente más agrio.

—No puedo— murmuró— No soy capaz.

¿𝑶𝒎𝒆𝒈𝒂? 𝟏𝟎-𝟒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora