20

10.8K 1.2K 942
                                    

Nota

Buenaaas, se que no suelo escribir notitas al principio del capítulo, pero me ví obligada para poder explicaros unas cosillas antes de continuar (me pudo la ansiedad jsjsjs).
El tema es que creo que hay cosas que no desarrollé bien en el anterior capítulo y quería explicarlas: Conway se dice esas cosas a sí mismo (lo de que lo hace para ayudarle a Gustabo, y no por él, por ejemplo) para no "pillarse" por así decirlo, por traumas que contará más adelante. También es UN POCO dominante (JSJSJSJS) y por eso es fué tan brusco con Gustabo en ciertas cosas (tened en cuenta que a Gus le gustó), tanto en la forma de dirigirse a él como en algunos actos (con esto me refiero exclusivamente a lo que pasó en el anterior capítulo). Y por último, lo de los besos tiene también una explicación que veréis más adelante.

Conway es bastante frío en el aspecto amoroso por cosas de su pasado (como lectorxs de otras fanfics intenabo sabréis a lo que me refiero), pero creo que se le malinterpretó un poco.

Y ahora sí, os dejo con el capítulo. Espero que lo disfrutéis❤

_______________________________________________

Se despertó por un ruido que al principio no supo identificar, hasta que sus adormecidos sentidos comenzaron a activarse. Era la ducha.

Entonces recordó que aquel alfa estaba en su casa, y aún no se había marchado. Miró el reloj de su mesilla de noche y vio que aún era temprano, seguramente Conway se estaba preparando para empezar su jornada.

—Oh, joder— dijo suspirando. No le apetecía mirarle a la cara después de todo— Puto omega.

Y es que su parte insistiva estaba feliz de que aquel hombre siguiera ahí, feliz de poder sentir su aroma tan cerca, a pesar del ridículo que había vuelto a hacer.

Entonces el agua cesó y Gustabo empezó a tensarse. Dirigió su mirada hacia la puerta para ver cómo el alfa salía aún mojado y con una toalla alrededor de su cintura. Se veía tan atractivo que el rubio fue incapaz de apartar la vista de su figura, hasta que este se dio cuenta y le devolvió la mirada.

—Buenos días, princesita.

Gustabo resopló ante el apodo, y comenzó a levantarse de la cama al ver que Conway ya no estaba en la habitación. Se quedó un rato sentado en el borde de esta, con su cabeza entre sus manos, mientras se mentalizaba, hasta que por fin se levantó y se dirigió al salón, donde el alfa terminaba de ponerse la corbata.

—¿Te vas ya?— preguntó por el mero hecho de crear conversación.

—Sí, me necesitan en Comisaría. Por cierto, a la noche vendré a por ti, coge algo de ropa y lo que necesites.

—¿No me voy a quedar aquí?

—No, ya te dije que era solo anoche.

Gustabo asintió de brazos cruzados mientras le veía ponerse la chaqueta. Era demasiado pronto para él, seguramente volvería a la cama a seguir durmiendo. Una vez que Conway estuvo listo, caminó hacia la puerta sin dirigirle ninguna palabra al menor, pero, justo antes de salir, volvió la vista atrás, pensativo.

—Gustabo— dijo para captar su atención, la cual no había perdido en ningún momento— No lo hice obligado.

Y tras aquello cerró la puerta.

El rubio se quedó petrificado en su sitio, con los ojos muy abiertos ante aquella respuesta. Su omega no cabía en si del gozo, y, para qué mentir, él tampoco.

—¡¿Y eso no me lo podías haber dicho anoche, viejo cachondo?!— gritó a la nada, aunque estaba feliz.

Había hecho el ridículo a medias, y con aquel hombre estaba acostumbrado a hacerlo en su totalidad, por lo que lo sentía como una pequeña victoria. Levantó los brazos en gesto de victoria y suspiró mirando al techo.

—Puto abuelo, joder.

Con la emoción se le había ido todo el sueño, por lo que se tiró con energía al sofá y cogió su móvil que había quedado allí toda la noche. Buscó en sus contactos hasta dar con el de su hermano, y marcó el número, esperando que le contestara.

—Hola guapi— escuchó su voz algo adormilada.

—A ver, cerdo, ¿que es eso de que te llegó el celo en pleno servicio?— habló directo.

—¿Vas a hablar tú de eso?

Gustabo se mantuvo callado mientras escuchaba la risa de su hermano. Horacio 1, Gustabo 0.

—Bueno pero explícame que ha pasado con el tripaloski.

—Pues— dijo en cuanto terminó de reír— No pasó nada, ya te dije que es muy respetuoso. Además, Claudio me dio algunos medicamentos naturales.

—¿Claudio?— preguntó confuso— ¿Y cuándo estuviste con él?

—Vino al departamento de Volkov— dijo para luego susurrar— Tuvieron una especie de lucha terrenal, ¿te lo puedes creer? ¡Por mi!

Gustabo rió ante la emoción de su hermano.

—¿Y quién ganó?

—Volkov, evidentemente— se escuchó un ruido de fondo, por lo que Horacio volvió a hablar de forma rápida— Te tengo que dejar, luego te llamo.

El de cresta colgó sin darle tiempo a Gustabo de despedirse, y se incorporó en la cama en cuanto volvió a escuchar unos golpecitos en la puerta de aquella habitación.

—¡Adelante!

Tras decir aquello, Volkov apareció con una bandeja en sus manos y una amplia sonrisa.

—Buenos días— dijo acercándose a él y tendiéndole la bandeja— Te he hecho el desayuno. No tenía claro qué es lo que te gusta, así que he hecho un poco de todo— dijo esto último mientras se rascaba la nuca.

—Muchas gracias.

El brillo que tenía Horacio en los ojos de pura felicidad le bastó al ruso para saber lo mucho que se lo agradecía. El corazón del menor se había encogido ante aquel acto.

—Nunca me habían hecho esto— soltó mientras bebía del zumo— Solo Gustabo de vez en cuando, pero ningún alfa se había molestado tanto en hacerme algo así.

Volkov notó también su corazón encogerse por aquellas palabras. Le resultaba muy tierno ver cómo el de cresta comía con tantas ansias, ¿cómo es que nadie había hecho aquello?

"Menudos alfas más inútiles", pensó sin acabar de entender con qué clase de hombres había estado Horacio.

Se sentó al borde de la cama mientras el menor seguía comiendo y le dedicó una sonrisa.

—Tengo que irme a trabajar, pero te he comprado películas y videojuegos por si te aburres— besó su mejilla dulcemente y se incorporó— Si tienes algún problema llámame de inmediato.

Horacio asintió con las mejillas encendidas por todo aquel trato que estaba recibiendo.

—E-está bien, gracias— respondió sin saber qué más decir.

Volkov entonces se marchó, quedándose algo intranquilo por aquel omega.

"¿Y si necesita algo y no puedo traérselo porque estoy en un Código 3? ¿Y si se encuentra mal por el celo? ¿Y si alguien timbra y Horacio siente miedo?" no dejaba de pensar mientras bajaba en el ascensor hasta llegar a su coche. "Блядь, relájate ya. Estará bien".

Toda aquella situación de estar con un omega en celo era totalmente nuevo para él, y, aunque le gustaba aquel omega, no quería hacer nada con él solo por instinto, sino que quería respetar su espacio hasta que se le pasara aquel "calentón".

Por otro lado, Horacio, en cuanto escuchó la puerta del departamento cerrarse, dejó la bandeja a un lado y se tiró de golpe en aquella enorme cama, con una sonrisa de oreja a oreja. Cogió su móvil para enviarle un mensaje rápido a su hermano antes de seguir comiendo.

>Horacio
"Creo que tengo un sugar daddy"
₀₈,₃₇

¿𝑶𝒎𝒆𝒈𝒂? 𝟏𝟎-𝟒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora