¿Podían entrar dos omegas al Cuerpo Nacional de Policía? La respuesta era clara, no.
Pero, ¿y si nadie se enteraba?
"-Eres...¿omega?"
"- 10-4"
_______________________________________________
•Omegaverse [alfa x omega].
•Personajes del roleplay, no l...
Tras dejar a Gustabo, condujo todo lo rápido que pudo hasta el Hospital. La noticia le había alegrado, pero estaba ansioso por ver cómo se encontraba su Comisario, y lo hacía notar en su conducción. Al llegar ni siquiera se paró en recepción, ya sabía cual era la habitación en la que estaba.
—Diculpe superinten...— le dijo la mujer tras el mostrador, pero ni siquiera le dedico ni una mirada.
Continuó caminando hasta encontrar el número de habitación que buscaba. Al llegar, abrió la puerta con brusquedad, asustando al ruso que trataba de comer algo, haciendo que tirara todo.
—¡Joder, Conway!— gritó llevándose la mano al corazón.
El mayor lo ignoró y caminó hacia él.
—¿Cómo estás?
—¿Que cómo estoy? Casi me mata del susto— cogió aire para intentar relajarse antes de seguir hablando— Me duele todo el cuerpo, pero estoy bien, no como mi comida— respondió señalando los restos que habían caído al suelo.
Conway rodó los ojos.
—Que sí, ahora te traen más. Lo importante es que estés bien.
—Sí, ya me han explicado lo que pasó, ¿les habéis pillado?— habló refiriéndose a los delincuentes de la persecución.
—Atraparon a uno de los culpables de que estés aquí, y el inútil empezó a decir nombres, así que sí, les hemos pillado.
Volkov no sonrió, pero por dentro estaba eufórico. Tenía ganas de encontrarse cara a cara con aquellas personas.
—Y...— comenzó a decir— ¿Horacio?
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—¿Pero está bien de verdad?— decía con la respiración entre cortada.
—Que sí. Joder, Horacio, deja de correr.
Gustabo observaba de brazos cruzados cómo el menor iba de un lado a otro de aquella casa, llevando cada vez una prenda de ropa distinta en sus manos.
—Necesito que me vea bien.
El rubio rodó los ojos algo divertido. Sin descruzar sus brazos, decidió pasearse por la estancia para cotillear mientras esperaba a que su hermano estuviera listo.
—Mierda— escuchó mumurar al de cresta en la lejanía— ¡Gustabo! ¿No tendrás por casualidad corrector de ojos, no?
—¡No!— respondió de vuelta mientras observaba una vitrina llena de licores, para después hablar para sí mismo— Menudo alcohólico.
Horacio mientras se tiraba de los pocos pelos que tenía. Veía las ojeras bajo sus ojos en el reflejo del espejo, así como su cara, la cual se podía asemejar a la de un muerto viviente, sin saber como arreglar aquel desastre. Esta vez no podía contar con la ayuda de su maquillaje.