Capítulo 1

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09/02/2010

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09/02/2010

Respira maldito... respira, ni que tuvieras quince.

Asher se tropezó con sus propios pies, lo ridículo de su infundado nerviosismo se hizo presente y revisó lo que llevaba puesto por quinta vez. Debería de haber traído una común y aburrida camisa blanca, pero Erin había insistido fervientemente en que llevara la que tenía rayas naranja. Parecía una carpa de circo y sudaba como un cerdo.

El cielo encapotado anunciaba futuros torrenciales, en conjunto a la humedad del aire te hacía sentir fastidioso y cansado; factores equivalentes a un presagio de una mala velada.

Distrayéndolo de su monologo de supersticiones, se dio cuenta de que su celular vibraba y contestó mientras avanzaba a la corriente casa de blanco con garaje adjunto a la entrada. La sorpresiva cantidad de plantas del jardín delantero siempre le había llamado la atención, usualmente solía ver esta casa cada mañana cuando salía al trabajo en bicicleta y el inaudito dibujo de tres espirales sobre la puerta del garaje despertaba cierta intriga en él desde el día que lo descubrió.

—Hola cariño —saludó. Luego se peinó el cabello con los dedos—. Estoy justo en tu puerta.

—¡¿Estás qué?! —gritó la mujer en el teléfono. Alguien se quejaba detrás de ella, como si dos personas discutieran—¡Debías venir el martes! ¡no es momento, espérame en la calle de enfrente!

Él se detuvo a punto de tocar el timbre, retrocedió unos cuantos pasos alejándose de la puerta y frunció el ceño molesto porque le estuviera gritando. Un irritante chirrido metálico sonó cerca e intentó ignorarlo para centrarse en la llamada de su novia.

—¡Erin, hoy es martes! Además, ¿no podías avisarme antes? Cancelé una cena con mi hermana por esto y sabes lo sensible que esta por el embarazo.

—¡No me tires toda la responsabilidad a mí! ¡Tú eres el que quiere conocer a mi madre!

Se mordió la lengua. Erin tenía un humor particular y la amaba, pero hoy no estaba para seguirle el juego o arrojar pétalos de flores en la conversación.

—Cariño, ya hablamos de esto. Ya es tiempo, llevamos saliendo casi un año y recuerda que fuiste tú la que propuso cenar con tu familia esta noche —dijo tratando de apaciguar la situación.

—¿Me estás diciendo que es mi culpa?

Sí, eso pensaba. No obstante, no se lo diría en voz alta porque con el mal día que los dos parecían haber tenido sería como apretar el botón rojo en una planta nuclear y prefería vivir un par de años más. A veces no pelear era mejor opción.

—No quise decir eso. Hablemos más tranquilos cuando salgas.

—Mejor ni me esperes y vete a casa, ya hablaremos.

Maldita sea, lo que me faltaba, pensó.

Caminó sobre el césped en lugar de seguir el sendero a la acera. Prácticamente le estaba por explotar la cabeza porque su cuerpo se dividía en 10% humano y 90% estrés acumulado entre Erin con su mal genio, los exámenes desastrosos que debía calificar y su hermana con las hormonas alocadas que lo tachaba de insensible por faltar a su cena. Precisamente hoy, el planeta se había empecinado en nombrarlo ganador del listón de: mal novio, mal profesor y mal hermano.

Tú + Yo= YellowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora